Donostia - Apenas 20 metros separaban la línea de meta del hospital de campaña instalado en la zona de llegada para atender a los deportistas que participaron en la Behobia-San Sebastián. Un primer nivel de atención al que llegó el atleta navarro José Javier Suescun y que, pese a la inmediata intervención de los servicios sanitarios, no pudo impedir el fatal desenlace. Un esfuerzo físico excesivo sí puede dar origen a una parada cardiaca, según aseguran los expertos. Es obligatorio por lo tanto que haya una cobertura médica adecuada. “El problema es que hay muchas paradas que, pese a una actuación temprana, no salen adelante, por una rotura cardiaca o valvular... pueden ser muchas causas”, afirma Diego Reyero, médico del Servicio de Urgencias. En su opinión, que no cree que se estén produciendo más casos de este tipo entre gente joven, el mundo del deporte es donde más necesaria se hace la “cardioprotección”, y así lo defiende el organismo europeo que “marca las pautas en esta materia”. “Es un factor de riesgo y hay que proteger los espacios deportivos”.
Sobrevivir de un colapso es posible, asevera. “En muerte súbita estamos hablando de gente joven, de 40, 50, 60 años. Es una patología que nos puede pasar a cualquiera”, reitera. La clave, no obstante, es actuar desde el inicio, desde que se “presencia”, pero el problema muchas veces es que se espera a que acudan los sanitarios “y ya es tarde”, indica. “Hay que enseñar a atender esa parada en cuanto se presencia”, remarca. ¿Cómo? Lo primero, activando la cadena de supervivencia, que es detectar la parada y activar la alerta (llamar al 112). En segundo, iniciando la reanimación pulmonar (masaje cardiaco y ventilación para mantener con vida el cerebro y “ganar tiempo”) y el tercer eslabón, la desfibrilación precoz. Llegarían después los sanitarios y el quinto sería “la ayuda avanzada”.
parada cardiaca La parada cardiaca significa que el corazón deja de bombear la sangre y el oxígeno no llega a los órganos vitales, siendo el más sensible el cerebro. Se estima que entre el minuto tres y cinco se empieza a producir daño cerebral lo que no significa que haya que actuar al minuto tres “sino antes, en el uno”. Para mantener ese flujo sanguíneo se requiere una buena compresión, a un ritmo de 30 compresiones o masaje cardiaco y dos ventilaciones. Si hay un desfibrilador cerca, se recomienda utilizarlo cuanto antes porque es muy sencillo. - Ana Ibarra