Vitoria - Ahora, una vez confirmada una sanción “desproporcionada” de nueve meses sin ficha, Kike Sebastián da la cara y cuenta “mi verdad”.

¿Cómo llega la efedrina a su cuerpo el día que gana la Media Maratón de 2014?

-Al principio no tengo ni idea. Es un shock total. Después llego a la conclusión de que es por la crema Hemoal que yo me aplico en las piernas para evitar que se me hinchen por el esfuerzo y que tiene ese componente. En absoluto lo hago buscando una mejora de mi rendimiento. Tengo 40 años y mi vida son mi mujer, mi hijo y mi familia. El atletismo es una afición que se me da bien pero ni mucho menos ganar lo es todo para mí.

¿Cómo fue el momento en el que le comunican el positivo?

-Se te cae todo al suelo. Estuve un mes sin comer y sin dormir. De repente te ves perdido y dices ‘ahora qué’. Al principio piensas que es una broma pero está claro que no. Lo inmediato es una sensación de desprotección.

¿Qué ha sido lo peor?

-Lo más duro al principio es que te daña la imagen. Y ya no eres tú, porque yo tengo la espalda ancha, es el entorno. Pensar en qué problemas pueden tener ellos cuando esto salga. Que yo esté en una carrera corriendo y tengan que escuchar algo del que está al lado suyo viéndola... Eso ha sido duro.

¿Se le quitan las ganas de correr?

-Te da mucha rabia. Correr es una válvula de escape muy buena pero es un problema porque no puedes hablar con nadie de este tema. Te lo comes tú solo. Aún teniendo gente cercana con quien lo puedes comentar, es un asunto que solo lo pasas tú. Al final cuesta encontrar motivación para salir. Y correr es como todo, cuanto más lo haces mejores resultados tienes. Pero la cabeza no está y en el momento que tienes que empezar a sufrir en algún entrenamiento inconscientemente levantas el pie. Al final no eres tú.

¿Se ha sentido desprotegido?

-Sí, pero no por la gente. Mi entorno ha estado a muerte conmigo.

¿Qué se ponga por fin el punto final al proceso es una liberación?

-Sí, me quito ese peso de encima de que se sepa y poder contar mi versión. Al final no vives con la opinión de los demás pero por lo menos que tengan tu verdad y cada uno después que decida. Para mí es importante porque me gusta dar la cara pero hasta que no se resolviese el tema no podía salir a la palestra.

¿Le ha molestado algo de cómo se ha llevado el proceso?

-Creo que se deberían haber hecho las cosas de otra manera. No quiero quitarme responsabilidad pero no entiendo cómo se ha llevado esto en algunos momentos. A mí me gusta ir con mi verdad por delante y no me tengo que esconder de nadie cuando entiendo que no he hecho nada malo encima.

¿Qué le parece la sanción?

-Desproporcionada. Yo en mis alegaciones nunca he pretendido negar los hechos ni mucho menos. En el análisis ha aparecido esta sustancia, la explicación es esta y a partir de ahí acepto las consecuencias. Pero dentro de una proporcionalidad que me parece que no se ha cumplido.

¿Su error fundamentalmente es no tener la profesionalidad de saber que uno de los componentes del Hemoal era la efedrina?

-Claro, pero es que yo no soy profesional de esto. Y la clave es la manera en la que se trata el problema. No miran a la persona, simplemente tienen en cuenta los resultados de un análisis. De todo este tema los únicos que me han tratado como una persona ha sido la Federación Vasca de Atletismo, que se ha preocupado de ver cómo estaba. Han hecho su trabajo pero han tenido en cuenta a la persona y por lo menos me han escuchado. Yo he ido dos veces a ver al director de la Agencia Vasca Antidopaje para tratar de explicarme y ni tan siquiera me ha recibido.

¿Por qué?

-No lo sé, no me han dado ninguna explicación. Igual tiene que ser así pero yo estoy acostumbrado a otras cosas. Simplemente quería decirles ‘este soy yo, un currela que viene con las manos llenas de heridas y manchadas de silicona y esto es lo que ha pasado’. Para mí la manera de tratarme no ha sido la adecuada.

¿Cómo ve el futuro?

-Quieras o no pierdes la ilusión, te desencantas un poco. La verdad es que llevo mucho tiempo con esto y me lo quiero quitar de encima ya. Después, que sea lo que Dios quiera...