madrid - El tenis español se sentó hace diez meses encima de un polvorín e hizo estallar un conflicto con muchos intereses en juego y que ha destapado los problemas estructurales y de futuro que afectan a eso que en su día se dio en llamar la Armada y todo lo que le rodea. La Copa Davis, que tantas alegrías dio desde principios de este siglo, ha sido solo una excusa para el enfrentamiento entre los jugadores y la Federación Española, con Gala León como principal víctima de este fuego cruzado que ha alcanzado tintes políticos. Al final, todo pinta a ser un sálvese quien pueda y el que venga detrás que arree.

Ahora hay que escapar del fracaso porque la brillante generación de jugadores que logró cinco Copas Davis se agota. Ese grupo recordó a José Luis Escañuela, presidente depuesto, que muchos de los patrocinios de la Federación llegaron gracias a ellos, a sus triunfos. Ahora que los éxitos han disminuido, que España tendrá que luchar entre el 17 y 19 de julio ante Rusia por mantenerse en el Grupo Mundial, se han visto las carencias, la falta de relevo para los triunfadores, y eso sí es tarea de una federación, de tenis o de cualquier deporte. Por eso, esa eliminatoria en Vladivostok, cerca de la frontera rusa con Corea, casi es lo de menos ya que el tenis español tiene problemas más graves.

Ese fin de semana la mayoría de los jugadores tenían previsto acudir a la boda de Feliciano López. Y es que la Copa Davis, después de cinco triunfos, ha dejado de interesar porque molesta en el apretado calendario aporta bien poco y solo si se gana, apenas prestigio a unos deportistas ya saciados que tienen en el circuito profesional su principal fuente de ingresos. Con un balance igualado de triunfos y derrotas, un jugador puede perfectamente superar en un año el medio millón de dólares de ganancias y eso ninguna federación puede ofrecerlo. Quizás, ahora que Escañuela y León están fuera, alguno tenga que retratarse y acudir a la eliminatoria, sobre todo si quiere estar el próximo año en los Juegos Olímpicos de Río. Pero el hecho de que la gira americana de cemento previa al Abierto de Estados Unidos esté a la vuelta de la esquina va a dificultar el reclutamiento.

necesidad de puntos Rafa Nadal, por ejemplo, querrá sumar todos los puntos posibles en esta segunda mitad del año que para él y el resto de sus colegas está siendo uno de los peores que se recuerdan. España tiene doce jugadores entre los 100 primeros del mundo y solo uno de ellos, el asturiano Pablo Carreño, tiene menos de 25 años. La mayoría rondan o han superado la treintena porque lo que su fecha de caducidad está cercana. El balance de todos ellos hasta ahora es de siete títulos: tres de Ferrer, dos de Nadal y dos de García-López, y tres finales: una de Nadal, otra de Andújar y otra de Gimeno-Traver. Ninguno de esos títulos llegó en torneos Masters 1.000 o Grand Slam, lo que a estas alturas ha empezado a despertar preocupación. Porque en el tramo siguiente de la ATP, entre el 101 y el 200, tampoco hay ningún joven que pueda despuntar.

Con todo, el debate no está en quién se siente en la silla de capitán, en quién acuda finalmente a la lejanísima Vladivostok. El problema está en el futuro porque la edad de oro del tenis español está llegando a su fin. La Copa Davis, las polémicas interesadas, solo distraen de lo más urgente.

wimbledom Por otro lado, en la hierba londinense, Garbiñe Muguruza sigue haciendo historia y ayer alcanzó los octavos de final con un triunfo brillante ante la alemana Kerber por 7-6, 1-6 y 6-2. Ahora la vasco-venezolana se las verá con la danesa Caroline Wozniacki con la intención de igualar su mejor resultado en un Grand Slam.