Utrecht - El francés Thibaut Pinot se convirtió ayer en la gran sorpresa de la primera etapa del Tour al superar a los grandes favoritos para la victoria final en una disciplina, la contrarreloj, que, sobre el papel, es su punto débil. Criado en las faldas alpinas, el francés de 25 años es un puro producto de la montaña, uno de esos escaladores puros que hasta ahora solo veía la carretera cuando se ponía cuesta arriba. Pero el año pasado ya mejoró en otras disciplinas, lo que le permitió acabar tercero del Tour y hacer soñar a todo un país con un auténtico candidato al título. Treinta años después de que Bernard Hinault se convirtiera en el último francés en entrar de amarillo en los Campos Elíseos, Pinot vuelve a dar esperanzas al país que organiza la carrera.
El ciclista del FDJ superó en dos segundos a Vincenzo Nibali, vencedor de la pasada edición y mucho más acostumbrado a pelear contra el crono. A Chris Froome, vencedor en 2013, le ganó por nueve, a Alberto Contador por 17 y al colombiano Nairo Quintana, que tampoco destaca por su habilidad en las cronometradas, por 20. Son rentas todavía testimoniales porque el Tour no ha hecho más que empezar, pero imponerse a los otros favoritos en un terreno donde el objetivo era limitar las pérdidas tendrá efectos positivos sobre la moral de un ciclista que en las últimas temporadas crece a ritmo exponencial.
“Estas ventajas que he logrado no son nada con todo lo que queda por delante, es algo anecdótico. Más que la ventaja, lo importante ha sido que me he dado confianza a mi mismo”, señaló el ciclista al término de la etapa. Pinot reconoció que se encuentra cada día mejor en la lucha contra el crono, su asignatura pendiente, disciplina en la que el año pasado perdió el segundo escalón del podio en beneficio de su compatriota Jean-Christophe Peraud. “Algún día me gustaría incluso correr el Campeonato de Francia contrarreloj. Creo que si tengo buenas piernas no soy tan malo”, aseguró.
Pinot demostró que va sobrado de potencia. En una prueba sin apenas curvas, donde todo el peso estaba en apretar fuerte al pedal, echó toda la carne en el asador para superar el que sobre el papel era su peor trago en este Tour. Por delante quedan muchas montañas en las que el alpino podrá demostrar las ganas de pelea que asegura tener.
Desvelado muy temprano para el gran público, tras su inesperada victoria en Porrentruy, cerca de su casa, en el Tour de 2012, Pinot ha firmado una carrera con altibajos, lastrada por el exceso de presión que frenó un poco su calidad. Pero desde el año pasado parece más centrado en el objetivo que se ha marcado, devolver a Francia el trono del Tour que no ocupa desde hace tres decenios. No había nacido Pinot cuando Hinault ganaba su quinto Tour, el último de un francés.
Este año ha firmado una gran temporada, con las cuartas plazas de la Tirreno Adriático y las Vueltas a Romandía y a Suiza. En el Criterium Internacional quedó segundo por detrás de Peraud, que volvió a adelantarle en el último suspiro.