vitoria - Andrei Kirilenko ha decidido poner punto y final a su carrera deportiva a los 34 años de edad. Una trayectoria llena de éxitos con más de una década en la NBA y que acaba en su Rusia natal. Su última bala, sin embargo, no ha servido para alzarse con título de la Euroleague con el equipo de sus amores, el CSKA de Moscú. Nacido en la localidad de Izhevsk (Rusia) en 1981, Kirilenko se crió en un barrio de San Petersburgo. Precisamente fue en el equipo de su ciudad donde comenzó su carrera profesional, convirtiéndose en el jugador más joven en debutar en la Superliga rusa de la mano del BC San Petersburgo. La NBA no tardó en llamar a su puerta. Las posibilidades que ofrecía un jugador de sus características, capaz de jugar lejos del aro debido a su rapidez pero también en una posición más interior gracias a su envergadura -más propia de un siete pies-, no pasaron desapercibidas para los ojeadores de los Utah Jazz, que le eligieron en el puesto 24 de la primera ronda del draft en 1999. Fue, además del primer ruso, el jugador europeo más joven en ser drafteado hasta la llegada de Ricky Rubio. Con las puertas de la NBA abiertas, Kirilenko permaneció dos años más en el hoy gigante CSKA de Moscú, al que llegó el verano anterior antes de adentrarse en la aventura americana. Por aquel entonces, la mejor liga del mundo estaba prácticamente dominada por jugadores estadounidenses y solo unos pocos elegidos podían presumir de poder dar el salto al otro lado del charco.

Elegido por la franquicia de Salt Lake City como uno de los jugadores para rejuvenecer y reconstruir el proyecto deportivo de los Jazz, ya destacó desde su llegada aunque fue tras la retirada de John Stockton y el traspaso de Karl Malone, una pareja que marcó una época, cuando el de Izhevsk se destapó como líder del equipo. Consolidado en la liga como un jugador importante y haciendo de los Jazz un equipo peligroso en lucha por el anillo, las lesiones estuvieron presentes en sus siguientes temporadas. No obstante, eso no impidió que, con la ayuda de nombres como los de Carlos Boozer, Memeth Okur o Derom Williams, el equipo mantuviese una buena trayectoria en la que Kirilenko adoptó un rol más defensivo. Todo ello bajo las órdenes del prestigioso técnico Jerry Sloan, con quien mantuvo una relación de amor-odio.

Apodado AK-47 por sus iniciales y el número con el que jugaba en referencia al fusil ruso más vendido en la historia, siempre tuvo en mente retirarse en su tierra natal. Aunque a buen seguro, nadie imaginaba que antes de su vuelta para la retirada haría una visita-sorpresa. El lockout con el que comenzó la temporada de la NBA en 2011 posibilitó la vuelta del hijo pródigo al CSKA diez años después. Para muchos, ver a Kirilenko defender la camiseta moscovita fue el acontecimiento deportivo del año en el mundo de la canasta. Sin embargo, el final de campaña tuvo un sabor amargo tras perder sobre la bocina la Euroleague a manos del Olympiacos griego. Un desenlace fuera de todo guión que dejó marcado al jugador ruso, que volvió a hacer las maletas para regresar a la NBA de la mano de los Minnesota Timberwolves. Esta vuelta estuvo marcada por la pérdida de protagonismo a pasos agigantados con el transcurso de los meses, hasta convertirse en un jugador de fondo de banquillo sin minutos en pista. Una situación que su esposa, la famosa excantante de pop Masha Lopatova criticó duramente en las redes sociales: “No quiero decir nada malo, pero creo que 350 millones de rusos animando al único jugador de Rusia en los play offs (por no mencionar a la comunidad rusa de Brooklyn y al dueño ruso del equipo) se pueden sentir heridos”, explicó. Unas declaraciones que, no obstante, no tuvieron tanta repercusión en comparación con las que concedió en una entrevista en 2006 a ESPN Magazine, en la que desveló que consiente al jugador serle infiel una vez año. La notica dio pie a todo tipo de comentarios y bromas en tertulias y artículos de diversos medios de comunicación, y fueron acogidas con cierto escándalo en algunos sectores de Salt Lake City. La explicación a dichas declaraciones de la mujer fue simple. “Todo lo que está prohibido siempre es más deseable y los deportistas, especialmente en los hombres, son muy susceptibles a todo lo que se les ofrece. Es lo mismo que cuando a un niño se le prohíbe comer pizza. ¿Qué es lo que más va a desear?”.

Su segunda etapa en Estados Unidos no empañó la década que pasó codeándose entre las grandes estrellas como un jugador de talla mundial. Sin minutos y tras ser cortado por los Brooklyn Nets, decidió volver al CSKA. El equipo moscovita anunció el pasado mes de febrero su vuelta con la imagen de un billete de avión con destino Moscú, en el que se podía leer el nombre del jugador y fecha de llegada. Una manera especial y original de anunciar la contratación de un jugador diferente.

Icono del deporte ruso y abanderado en los Juegos Olímpicos de Pekín, fue capaz de llevar a la selección de Rusia por primera vez en su historia tras la disolución de la Unión Soviética a lo más alto del cajón en un Eurobasket, y coronarse además con el galardón de MVP del torneo. Los éxitos con el combinado nacional, siempre con el versátil jugador como piedra angular, no quedaron ahí y tras la medalla de oro en el Europeo de 2007, llegarían dos metales de bronce en el Eurobasket de 2011 y en los JJOO al año siguiente, respectivamente. Tras conquistar la Liga VTB, su último título como profesional, el jugador anunció su retirada a los medios de comunicación de su país. “Pongo el punto y final a mi carrera como jugador. Ya basta. He jugado mucho tiempo y con bastante éxito, pero ahora es mi momento para tener un rol diferente dentro del baloncesto”. Aunque el propio jugador no quiso confirmarlo, todo apunta a que se hará cargo de la presidencia de la Federación Rusa de Baloncesto. Kirilenko deja un vacío en las pistas difícil de llenar. A buen seguro que a partir de ahora a muchas de las futuras jóvenes promesas rusas se les colgará el cartel de su sustituto. Pero la realidad es que pocos, muy pocos, o tal vez ninguno, llegue a la figura de AK-47.