berRIZ - Una anemia aplásica dejó seco a Hodei Beobide con 22 años, perdió 24 kilos y parte de su carrera deportiva; mientras, Pablo Berasaluze luchaba por salir de una depresión y recobrar su punto de juego. En ese magma creció la amistad entre dos tipos geniales.

¿Cómo comienza su relación de amistad?

-PABLO BERASALUZE: Yo cuando estaba en Asegarce, a Hodei no le conocía, ni de verle de niño. Entonces, entrenábamos en Gasteiz y Hodei fichó por la empresa y empezamos a coincidir.

-HODEI BEOBIDE: En los entrenamientos nos veíamos casi todas las mañanas y, por entonces, Pablo tenía el mismo nivel que ahora pero no le valoraban igual. Jugábamos mucho juntos, nos tocaba, juntos y en contra. Entre una cosa y otra, conectamos. Encajamos desde el primer momento.

Comentan que encajaron desde los primeros instantes y han vivido momentos buenos y complicados, ¿no?

-P. B.: Hemos vivido muchísimas cosas. Tenemos una relación buenísima, somos buenos amigos y a partir de la enfermedad de Hodei nos hicimos aún más amigos. Fueron momentos duros los que vivió él entonces. Hemos compartido gerriko en profesionales y entre semana casi siempre nos veíamos. Hacíamos vida casi juntos.

-H. B.: Sí. Ahora también estamos coincidiendo casi más que nunca. No es una amistad la nuestra de vivir solo lo bueno. Hemos vivido todo: lo bueno y lo malo, como si lo viviera uno mismo. De hecho, cuando yo tuve que ingresar en el hospital, antes de llamar a casa, el primero en saberlo fue Pablo. Estamos muy unidos.

Siempre que le preguntamos a Pablo sobre quién es su mejor amigo en la pelota se refiere a usted, Hodei.

-H. B.: Ya no solo como pelotari, lo he compartido absolutamente todo con él. Desde jugar, ir de cena, las juergas...

Bonito, ¿no?

-P. B.: Claro. Tener una persona en la que sabes que puedes confiar y que no te va a fallar, la verdad es que es importante. No solo es la pelota, que ha servido para encontrarnos, pero vale más el tema personal.

-H. B.: Muchas veces hay cosas que te unen a los amigos que no te unen a la familia o a tu pareja.

Los amigos siempre están ahí, otra familia.

-P. B.: Tener un amigo de esta manera aporta mucho a tu día a día. Al final, que para cualquier problema puedas llamarle, porque va a estar ahí, es increíble. Hodei nunca me ha puesto ninguna pega en nada.

¿Tuvo incidencia en el despegue de Pablo su amistad?

-P. B.: Cuando conocí a Hodei estaba jugando con él, porque estaba en la pelota en lo más bajo. Fueron los peores momentos que pasé. Beobide había debutado recientemente y jugábamos prácticamente juntos en Segunda. Al final, todo influye. Yo empecé a remontar todo, porque cuando estaba mal no podía rendir. Tener un amigo ahí al lado es un apoyo muy grande. Los momentos malos, te sirven para hacerte fuerte.

-H. B.: La incidencia al final viene de su trabajo, de él. Él es el que entrena y el que se prepara. Empezó a trabajar con Josetxu, se llenó de ganas, de ilusión. Le costó y llevaba ya mucho tiempo trabajando para llegar a este punto. Recuerdo que cuando estaba yo malo íbamos a Iruñea, en San Fermín, Pablo jugaba el tercer partido, en el que nadie se queda en el frontón, y el público estaba en pie coreando su nombre. La semana siguiente volvía a tener el tercer partido y con la gente gritando... Estuvo un año haciendo las exhibiciones a las que nos tiene acostumbrados ahora y estaba en Segunda. Nadie le ha regalado nada. Él tuvo que remontar desde cero y se lo ha ganado a pulso.

Continúe.

-H. B.: La gente estaba como loca en Iruñea con él. Todo el mundo se quedaba a ver el encuentro de después del estelar, a ver qué hacía Pablo.

¿Pablo influyó en la recuperación de su grave enfermedad?

-H. B.: El primero en saberlo fue Pablo.

-P. B.: ¡Ingresó conmigo!

-H. B.: No quería llamar a casa hasta que me dijeron que tenían que ingresarme sí o sí. Pablo estuvo como un hermano de sangre. Estaban en la habitación mis padres, mi hermana y Pablo. Recuerdo que se fue a México de vacaciones y me llamaba todos los días. Después, en la recuperación tuvo una influencia muy grande.

Pasa el tiempo, Pablo remonta, vuelve a recuperar su estatus: ferias de verano, Parejas, Cuatro y Medio... Y alcanza la final del campeonato en 2013, ¿cómo vivieron eso desde sus diferentes puntos de vista?

-P. B.: Son momentos muy bonitos. Después de pasarlo francamente mal en varios pasajes de la vida, disfrutas mucho. Llegar en un momento a la semifinal del Cuatro y Medio, ganar a Irujo o la final, son cosas preciosas. No obstante, detrás hay un trabajo. Todos esos momentos malos que he pasado, siempre he dicho, ayudan a mejorar. De todo lo malo hay que sacar cosas positivas, te hace más fuerte. Fueron situaciones muy bonitas, sí; pero hay mucho trabajo detrás y sufrimiento.

-H. B.: Yo, desde la distancia, le vi con mucha ilusión, trabajando un montón. En la semifinal contra Oinatz le vino un poco el bajón, pero hay que valorar lo que hizo. El Parejas de 2013 estuvo bien, pero la final fue un palo muy gordo, pero te pones a pensar y ahora lo ha vuelto a conseguir. Le das vueltas y se te pasa por la cabeza que quizás si hubiera jugado, hubiera ganado y se hubiera quedado tranquilo. Creo que aquello le dio fuerzas para seguir entrenando. Sería bonito que consiguiera la txapela. Después de tantos años, yo creo que es merecedor de llevarse una.

Hodei, aquel día, desde fuera, se le vio descompuesto.

-H. B.: Estaba con toda la ilusión, con la esperanza de que ganara. Además, se le veía muy bien, enchufado. Fue un palo duro.

-P. B.: Quitando cómo acabó la final, quizás es lo más bonito que he vivido yo en la pelota. Meterse en una final después del gran Cuatro y Medio que hicimos, fue muy bonito. Cuando sales a jugarla y te lesionas en el tanto once, se te cae el mundo encima. Y cuando me dijo el médico que tenía para cinco meses con la rotura del tendón de Aquiles, todavía más. Pensaba en si me iba a recuperar y si iba poder volver a jugar a pelota. Mikel Sánchez, su hija Itxaso e Iñigo Simón hicieron un gran trabajo conmigo. Hacia ellos siempre tengo palabras de agradecimiento.

¿Qué le comentaba entonces Hodei?

-H. B.: Que hay que tirar para adelante porque mirar para atrás es en balde. Hay que afrontar el problema. En aquel momento me dejó Roberto García Ariño estar con él y ya se lo dije. Cuando hay un problema, mirar para atrás no sirve para nada. Hay que afrontar lo que venga.

Después de superar la rotura del tendón de Aquiles rápido, no tuvo fortuna en el pasado Parejas, pero alcanzó su mejor nivel en la feria de San Fermín y se vuelve a lesionar, ¿esta final lo compensa todo?

-P. B.: Sí, pero en la segunda lesión lo pasé mal. Me ha dado más dolores de cabeza la luxación de los dos dedos del pie que el tendón de Aquiles. Salí pronto, volví a recaer y estuve otros dos meses quieto. Aunque es de menor gravedad, me ha dado más quebraderos de cabeza y más molestias en el pie.

-H. B.: Son lesiones totalmente distintas, pero cuando empezó a entrenar se precipitó al salir. Lo pasó mal, porque tampoco le acertaban con las plantillas. Ha sido muy costoso de superar. Pero trabajando ha demostrado que se puede salir.

¿Cómo ha visto el presente Parejas, Hodei?

-H. B.: Pues empezaron ahí, ahí. Al principio, le tocaba jugar con un pelotari con el que no había jugado mucho y cuesta acoplarse. Lo más importante es que acabaron haciendo pareja. Terminaron siendo líderes en la liguilla, siendo los más regulares. Eso sí, nos dieron un buen susto en semifinales en Bilbao.

-P. B.: Susto grande, además.

-H. B.: Por la experiencia que tienen los dos, a base de oficio se han metido en la final. A un partido puede pasar cualquier cosa. A ver si se pone nervioso Untoria.

¿Tanto influyen los nervios en una final?

-P. B.: Las finales son malas para todos. Sales con el frontón lleno, el ambiente que hay, la presión, la tensión que tienes encima... Muchas veces las finales el que las gana es el que mejor sabe lidiar con esa presión en ese momento. Los nervios influyen muchísimo. El que sale como si fuera cualquier otro partido, tiene mucho ganado.

Tal y como ocurrió en la semifinal ante Ezkurdia-Zabaleta, que manejaron la presión mejor que los rivales, ¿no?

-P. B.: Hemos jugado contra dos parejas jóvenes que llevan poco tiempo en profesionales y la experiencia se nota. Aitor Zubieta y yo salimos a darlo todo desde cero y ellas dos se pusieron más nerviosos y no dieron lo que tienen dentro. Es difícil ser uno mismo en este tipo de partidos. Hemos tenido oficio y hemos sabido usarlo.

Pero fue usted quien cogió el toro por los cuernos tras el empate a catorce, en el que no se sabía aún por dónde iban a ir los derroteros del envite.

-P. B.: Sí, pero ya Aitor había hecho una labor muy buena. Aitor había jugado mucho y siguió en su línea. Había que ir para adelante y lo tenía claro, que tenía que ir a rematar en cuanto pudiera, bien o mal. Las cosas salieron bien y ganamos. El trabajo de todo el partido ahí está.

¿Se imaginaba desde fuera que iban a encontrarse ahora en este punto?

-H. B.: Uno siempre tiene la ilusión de que Pablo llegue lejos. Pero él no empezó en condiciones óptimas. Le dolía aún un poco el pie, le molestaba, y sabía que les iba a costar. Después empezó a jugar bien, a tener buenas sensaciones, que creo que es lo que realmente necesitaba, y a quitar el miedo. Aitor le ha ayudado mucho. Bien es cierto que Aimar no ha estado en su mejor momento e Irujo-Barriola sí que me ha llamado la atención que no se clasificaran para semifinales.

Ahora, toca hablar de todo menos de pelota.

-H. B.: Paseíto por el monte, hablar de una cosa, de la otra...

-P. B.: Toca desconectar un poquitín e intentar aislarse un poco.

-H. B.: Andar por el monte o cosas así.

-P. B.: Pero no es fácil, porque vas a Berriz, a Durango o al sitio que sea y todo el mundo está encima preguntando. Uno puede llegar a agobiarse.