Aia - Citomegalovirus. La palabrita se las trae y no augura nada bueno. Lo sabe muy bien Mikel Landa pues le he amargado la pretemporada y los primeros meses del curso. “Si te digo que empecé a entrenar el 6 de febrero igual no me crees”, asegura en la meta de Aia. Su voz es una mezcla de alegría y alivio, como la del que acaba de quitarse un gran peso de encima. Al alavés le detectaron el virus a finales de noviembre, se perdió la concentración de Astana y tuvo que ver por televisión las primeras carreras de 2015 pero ayer, por fin, pudo desquitarse, convertirse en el primer corredor vasco en lograr un triunfo de etapa en la Vuelta al País Vasco desde que David Herrero triunfara en Viana en 2008 y dar mayor lustre a un palmarés que recoge victorias de etapa en Vuelta a Burgos (2011) y Giro del Trentino (2014).

“He sufrido, ya te digo que he sufrido”, reconocía antes de ser agasajado en el podio de Aia. “Para mí es especial ganar aquí, en casa, en una carrera tan importante sobre todo después de haberlo pasado mal. Así se disfruta más”, reconocía el corredor de Astana, que agradeció el refugio y el apoyo que había encontrado “en mis amigos y en mi familia” en esos meses en los que no pudo subirse a la bicicleta. “La victoria se la dedico a toda la gente que ha estado conmigo durante todos estos años, tanto en lo deportivo como en lo personal, y también a todos los que han disfrutado hoy”, añadía.

Landa tenía claro que esta etapa podía ser una oportunidad notable para levantar los brazos pero también un día complicado pues “había muchos corredores que la víspera habían perdido tiempo y querían entrar en la fuga para disputar la etapa. Desde el kilómetro 112 prácticamente no había un tramo llano y había que intentar llegar allí con dos o tres minutos porque en caso de lograrlo había posibilidades”. Dicho y hecho y, a partir de ahí, un plan perfecto muy bien llevado a la práctica: “Hemos entrado tres compañeros en la fuga. Agnoli ha hecho un trabajo magnífico y luego Taaramae ha sido clave. No he tenido más que llegar al último repecho y aguantar, me ha dejado todo en bandeja. Al final estaba nervioso, tenía tantas ganas de llegar primero que se me estaba haciendo eterno, pero he disfrutado muchísimo”.

Tampoco ocultaba el alavés el valor reivindicativo de la victoria tanto en el plano personal como para el Astana ante las informaciones que apuntan hacia la posibilidad de que la formación kazaja pueda perder su licencia WorldTour por los recientes casos de dopaje. “Esta victoria me da tranquilidad, me demuestra que voy por el buen camino y me da fuerza para seguir trabajando. Para el equipo tal vez es una reivindicación, nosotros demostramos cada día que hacemos todo como los demás, somos 100% transparentes. Nada más que decir”, zanjó Landa, un corredor sobre el que siempre ha habido expectativas muy elevadas: “Llevaba tiempo que la gente quería un poco más de mí, espero no crear tantas expectativas que esté otros tres o cuatro años dando explicaciones de la razón por la que no gano más”.