No me acuerdo de nada, gracias a Dios”. En la memoria de Esteban Chaves (17-I-1990, Bogotá) no hay ningún recuerdo de aquel día de febrero de 2013 en el que pudo perder algo más que su prometedora carrera profesional. Y es un alivio porque el parte médico emitido por el hospital italiano de Pietra Ligure después de su caída en el transcurso del Trofeo Laigueglia pone los pelos de punta: “El TAC revela una fractura descompuesta de la clavícula derecha, fractura de un huesecillo del oído izquierdo, el arco cigomático (fractura malar), el seno maxilar y el esfonoides derecho, junto a una contusión pulmonar, diversas abrasiones en la piel y sospechas de afecciones en los arcos costales. Además, se encontró una ligera hemorragia subaracnoidea que se ha reducido significativamente”. Estremecedor.
Sí que hay otro día que Chavito, sonriente bajo el sol en la salida de la etapa de ayer, no olvidará jamás. “Ese sí que lo recordaré para siempre, de principio a fin”. Fue a comienzos de 2014, en la Challenge de Mallorca, el día que recuperó su sitio en el pelotón ya con el maillot del Orica GreenEdge y volvió a ser ciclista, el oficio que siempre quiso desempeñar desde que su padre, “un loco de este deporte”, le contagió su pasión y le inscribió con 13 años en una pequeña escuela de ciclismo de Bogotá. Entre el olvido y el recuerdo, la fatalidad y la recuperación, mediaron 358 días, una eternidad para Chaves, que por aquel entonces tenía 23 años recién cumplidos y al que los médicos le llegaron a decir que se fuera olvidando de eso de dar pedales a nivel profesional. “De diez especialistas que consulté, siete estaban seguros de que jamás iba a poder montarme de nuevo en una bicicleta”, recuerda con el orgullo del que ha llevado la contraria a los malos augurios.
El principal problema radicaba en su brazo derecho. Los vértigos iniciales se fueron pasando, las heridas cicatrizaron, pero la movilidad de su extremidad no regresaba. “En los tres meses iniciales de la terapia no hubo ningún avance”, rememora. Pronto quedó claro que había algo más que un problema de clavícula. Los nervios del brazo estaban dañados y para recuperarlos al menos en parte no quedaba más remedio que pasar por el quirófano para reparar el plexo braquial derecho. “Era una cirugía muy invasiva, pero había que hacerla”, asegura. Lo que fuera por regresar a un pelotón que supo por primera vez de él cuando en 2011 ganó el Tour del Porvenir y que confirmó que aquel jovenzuelo colombiano iba en serio cuando un año después, el de su debut como profesional en el Team Colombia de Claudio Corti, se impuso en el Gran Premio di Camaiore y en la etapa reina de la Vuelta a Burgos, en Lagunas de Neila.
Finalmente, tras una complicada operación de siete horas y media de duración llevada a cabo a finales de mayo de 2013, el horizonte volvió a despejarse para Chaves. Quedaban por delante muchos meses de rehabilitación, pero el ver una mejora paulatina hizo que recuperara la ilusión. También el hecho de que el Orica GreenEdge le hiciera una oferta cuando todavía su recuperación no estaba 100% asegurada. “Fue un aliciente para seguir luchando”, recuerda el colombiano, quien añade que “en el brazo he recuperado el 80% de la movilidad y ya no irá a más. Pero ten en cuenta que con la cirugía lo que esperábamos era recuperar hasta el 60%. Han sido muchas horas de terapia, cuatro o cinco meses dedicando tres horas por la mañana y otras tres por la tarde”.
El dubitativo Chaves, temeroso incluso tras tanto tiempo en el dique seco, regresó en la Challenge de Mallorca de 2014 pero no tardó demasiado tiempo en demostrar, y demostrarse, que seguía teniendo un notable futuro ante sí. “En mayo gané en el Tour de California y aquello fue para mí como pasar de página, interiorizar que lo que me había pasado era la demostración de que lo importante siempre es seguir peleando y luchando por cumplir los sueños. Luego gané también en el Tour de Suiza, mi primer triunfo en una carrera World Tour. Ahí me dije: Esteban, volvemos a estar en el pelotón”.
Chaves está convencido de que es en las carreras de tres semanas en las que podrá dar lo mejor de sí mismo. “Los colombianos somos corredores de largo aliento, de sacrificio y sufrimiento. Somos muchachos de 60-65 kilos y las carreras largas se nos dan mejor”, analiza. El año pasado debutó en la Vuelta a España y este año repetirá, aunque antes se estrenará en el Giro. “Será difícil por el clima pero es una carrera que quiero conocer. Me apetece porque en el momento del accidente yo era un fijo para correr esa prueba con el Colombia y al final no pude hacerlo. Es la última espina que me queda”, destaca sonriente, sin ocultar pese a todo que sus sueños van por otros derroteros: “Cada vez que un periodista me lo pregunta, siempre respondo lo mismo: mi gran sueño es ganar el Tour de Francia y estoy aquí para conseguirlo”.
Enamorado de este deporte, Chaves celebra que en lo referente al ciclismo “Colombia está de vuelta” con una generación de jóvenes ciclistas de la que él toma parte. “El trabajo que hace la federación es bueno porque cada vez hay mas chicos colombianos en el World Tour y también en el pelotón continental, en el mountain bike, la pista, sub’23, campeones del mundo juveniles... Algo estamos haciendo bien para que se den esos resultados”, dice orgulloso. Él también pone de su parte, pues junto a su padre ha fundado el Club Escuela de Formación Esteban Chaves. “Llegan chicos de entre 13 y 18 años sin absolutamente nada de fundamentación en el ciclismo y les enseñamos lo más esencial. Tenemos el apoyo de algunas empresas privadas en Bogotá, un contacto vizcaíno con el equipo juvenil de Punta Galea, una fundación estadounidense que nos manda material como uniformes, repuestos para las bicicletas... Es algo que me ilusiona mucho, ver llegar a chicos que ni siquiera tienen zapatillas de ciclismo que a la vuelta de año y medio están en un Campeonato Panamericano... Me llena, es muy bonito”, dice visiblemente emocionado cuando habla de los 70 niños y niñas que tienen ahora mismo en la escuela. “La idea es que se enamoren del ciclismo, que conozcan otras formas de ganarse la vida lejos de las cosas malas como drogas, alcohol, la noche... El ciclismo es una muy buena manera. No todos serán profesionales, pero tendrán una buena escala de valores y sabrán lo que es el esfuerzo, que los éxitos se consiguen con mucho sacrificio”. Él es el mejor ejemplo.