EL Calcio”, presenta la contraportada de la obra del cronista Enric González Historias del Calcio, “contiene altas dosis de violencia, pasión, fraude, dinero y disparate”. El fraude y el dinero, actualmente, lo proyecta el caso del Parma, cuyo presidente y propietario, Giampietro Manenti, con apenas meses de permanencia en el trono, ya está entre rejas, como su séquito; la pasión, feroz e irracional, el disparate y las elevadas dosis de violencia, los transmiten los seguidores radicales de clubes como el Milan o la Roma, instituciones que desalmados transforman en hogares para la violencia, tan enquistada, nada pasada de moda con el progreso de la civilización. La Edad de Piedra sobrevive en el fútbol.
“Ha llegado el momento de tomar las riendas de la situación (...). Es el último llamamiento del pueblo rossonero al presidente. Después de esto, somos conscientes de que no quedará otro camino que el de una fuerte oposición”. La primera frase es el simbolismo del radical hartazgo por el presente de un club cuyos resultados deportivos viajan desacordes a los propios del tótem balompédico que es apelando a la historia del balón, afamado en los últimos tiempos como cementerio de elefantes; la segunda es la conclusión de la amenazante misiva redactada por los ultras del Milan dirigida a Silvio Berlusconi y Adriano Galliani por la gestión deportiva llevada a cabo. “Game Over”, se podía leer en una pancarta con letras ensangrentadas instalada en la Curva Sud del estadio San Siro que daba presencia a los ausentes radicales debido a la huelga programada por estos en el partido Milan-Cagliari (3-1) del sábado. Un ultimátum antes de ejecutar la “fuerte oposición”.
Las mesas de debate son cavernarias en el Calcio, donde jugadores atienden y explican sus actuaciones a unos fanáticos que se citan con ellos bajo el halo de la amenaza. Las respuestas, obligadas por la presión del qué sucederá si no escucho, justifico y prometo se dan a pie de campo, con los ultras asomados al balcón de las vallas de seguridad, como el César en el coliseo con su dedo juzgador, reclamando la atención de futbolistas que estiman como propios a juzgar por los derechos reservados. El modus operandi se identifica con leyes escritas de la mafiosa Cosa Nostra: “Puntualidad y respeto de manera categórica; cuando se le pregunte, siempre se ha de decir la verdad”... Máximas de compromiso, de obligatoriedad, de asunción de responsabilidad, porque “si uno de estos mandamientos no se cumple, más vale que se atenga a las consecuencias”. Atenazados, los futbolistas acceden al reclamo.
En la última jornada de la Liga Europa, los jugadores de la Roma, nada más confirmar la debacle frente a la Fiorentina con un irrisorio 0-3 en el marcador del Olímpico que significaba la eliminación, se dirigieron a su Curva Sud. En la esquina dialogaron: “Si la Lazio os adelanta en la clasificación, estáis acabados”. Es uno de los discursos que se dieron, según publicaron medios de comunicación italianos, en el intercambio de diferencias entre futbolistas como Totti o De Rossi, arropados por toda la plantilla, y los ultras, que, además, abandonaron el campo a la media hora del partido ocupando su distinguido espacio en las gradas un cartel que rezaba: “Roma está hasta la punta de la... Hasta pronto”. Tras el pitido final exigieron al plantel quitarse las camisetas.
el retorno de los éxitos Según cuenta Enric González, testigo como corresponsal, los italianos, en sus calles de Florencia, se autoproclaman inventores del fútbol. Creadores o no, sin duda, Italia es uno de los bastiones de este deporte por sus éxitos cosechados. Ese orgullo, construido con goles, que son los que ganan partidos, a pesar de la fama de un juego deslucido, rancio como espectáculo, ha degenerado en extremismo. El retorno de los éxitos es la violencia. 12 Copas de Europa/Ligas de Campeones, 9 Copas de la UEFA/Ligas Europa, 7 Recopas, 4 títulos de la Copa del Mundo, los logros del Calcio, su estatus, son la excusa de los ultras, fortalecidos por la necesidad de reverdecer tiempos mejores. Sin embargo, el boicot, por ejemplo, de los radicales del Milan haciendo un llamamiento a vaciar San Siro, a no adquirir productos del club, no es más que lanzar piedras contra el tejado propio. Autodestrucción. Juventus, merced también al liderato, Nápoles y Fiorentina se escudan con sus concursos en competición europea, defendiendo el honor y exiliando el riesgo del “vais a salir de aquí cuando lo digamos nosotros”, como les intimidaban a los futbolistas de la Roma en el Olímpico. Otros viven épocas peores, escabrosas. El músculo tiene poder en el Calcio, la Edad de Piedra.