“No era muy brillante”, dice Iker Irribarria (4-VII-1996, Arama) con una sonrisa en los labios. Habla de su pasado, de los kilómetros en el retrovisor, de las cosas que pasan en una vida aún por despegar. Habla de cuando jugaba como alero zurdo a baloncesto y se exprimía en el “trabajo sucio”. Esa es su visión. El de Arama, que debutará el próximo domingo 22 de marzo con Aspe en el Astelena de Eibar, es un delantero rápido que le da mucho a la pelota. Y es zurdo. Pero antes, compaginó las tardes de frontón con el baloncesto, que no se daba nada mal: jugó en las inferiores de la selección de Euskadi e incluso disputó la Minicopa con el Bilbao Basket. Eso fue en 2010. Pero su vida tomó el rumbo del cuero. “Jugué a baloncesto hasta los 15 años. Era alero. Nunca fui brillante. Era de trabajo sucio: de rebotes y defensa, pero también metía puntos. Estuve con el Bilbao Basket, con la selección de Euskadi... Era muy trabajador”, confiesa el pelotari guipuzcoano, quien agrega sobre su experiencia con el balón grande que “cuando te llaman para jugar la Minicopa es una gran ilusión. Haces amigos, juegas, haces lo que te gusta y además te mandan a la Copa. Es algo muy bonito”. Sin embargo, a partir de los quince, se decantó. Era el momento de elegir. “Siempre me han gustado la pelota y el baloncesto -es del Baskonia- más que el fútbol. Sabía que el baloncesto es muy sacrificado y es muy complicado llegar arriba; mientras que con la pelota me veía con más opciones. Además, me sentía más a gusto jugando a pelota. Siempre fue mi primera opción. Fui a la selección y demás, pero más por aprovechar el momento que por otra cosa”, agrega Irribarria, quien apostilla que “es enriquecedor, porque puedes correr el riesgo de saturarte si solo haces un deporte”.
Así las cosas, cuando apostó Irribarria dio de lleno en la diana. Y después de que Aspe fijara sus ojos en él, dará el salto al profesionalismo antes de lo esperado. “Teníamos pensado que debutara en junio si todo iba bien y si las manos respondían. Aun así, han hecho otra apuesta y me han subido antes. Me estaba preparando para entonces, pero quizás es mejor hacerlo cuanto antes”, desgrana el puntillero guipuzcoano. Con potencia en las dos manos, el nuevo fichaje de Aspe presume de músculo y látigo. La pelota sale con chispa, con alegría, con nervio. Iker es vitamina zurda para las nuevas generaciones de la operadora. “En esta categoría cambia el material, cambia la velocidad y cambia todo. Los primeros partidos no serán fáciles, pero me pondré poco a poco. Mi arma fuerte es el golpe y no me vienen nada mal estas pelotas, aunque me costará más en defensa”, estima.
Aun así, aunque se maneje mejor con la izquierda, Irribarria no es zurdo cerrado. Otra vez, cuando echa la vista hacia atrás, comprueba que las tardes entrenando tuvieron su efecto. Cuenta el guipuzcoano que “he trabajado mucho con la derecha desde pequeño. Al principio, no daba a ninguna pelota, pero a base de entrenamiento y horas he conseguido la derecha que tengo. No es la mejor, pero para un zurdo no está nada mal. Me amoldo bien a la pelota y creo que gozo bastante. Al final, tienes que hacerte a usar la mano contraria y si quieres, te pones. Al principio te cuesta, pero cuando ves el resultado te das cuenta que ha merecido la pena”. Iker ni recuerda la cantidad de horas ejercitándola: corazón de hormigón para una diestra de quilates.
El estreno le llegará con solo 18 años y tiene bien claro que “esto consiste en ir poco a poco”. “Miedo no tengo a la categoría, pero sí respeto. No sabes si te vas a acostumbrar y no sabes cómo son las pelotas, porque no es lo mismo un entrenamiento que jugar. Tienes tensión por cómo vas a responder y si vas a progresar o te vas a estancar”, señala Irribarria, quien remata que “una vez que debutas estás en la élite, pero quieres exprimirte y sacar el máximo de ti”. De este modo, el de Arama no quiere perder pie con la realidad y tiene previsto continuar con sus estudios de ingeniería mecánica. “Tengo claro que es lo primero”, explica. Está en primero de carrera y “por ahora lo llevo bien”.
dE tITÍN Y DE IRUJO El espejo de Iker, zurdo con látigo, es un manista muy alejado de su esquema de juego. “Siempre he sido de Titín III, porque es un pelotari que lo ha dado todo en la cancha”, desvela. No obstante, también admite que “ahora soy irujozale. Pero ahora toca pensar en mí mismo y dejar a los ídolos fuera”.