Vitoria - Empezó la temporada como ayudante, pero las difíciles circunstancias que vive el club presidido por Óscar Vázquez le han llevado a coger las riendas de un equipo al que se le acaba el tiempo para materializar su costoso objetivo.

Lleva dos semanas como responsable del Araberri. ¿Qué está haciendo para revertir la situación?

-Quería cambiar el chip del equipo y en mi primera semana he pretendido que el jugador se olvidara de lo táctico, se divierta y conseguir ritmo sobre la cancha. Básicamente darle lo que necesitaba la plantilla para estar a gusto. Hay que buscar siempre un equilibrio entre qué es lo que el jugador quiere y lo que nos puede dar, a partir de ahí analizarlo y sacar el mayor provecho posible de las dos cosas. Hay que conseguir un punto de acuerdo en el que podamos exigirle a él y también podamos darle lo que él desea para que se sienta a gusto y participe de los objetivos del club. De momento, está yendo todo bien y pudimos competir 35 minutos contra el Alicante, que no es poco teniendo en cuenta de dónde veníamos.

Pese a la derrota, ¿ha servido el duelo ante los levantinos para crecer y levantar la moral?

-Creo que sí, aunque hay que decir que sus triples del final vinieron por errores nuestros. En un minuto se nos fue el partido y quizá yo pude haberlo parado. Pasó y ya está, pero todos acabamos muy contentos. La plantilla ha visto, está convencida y cree que éste es el camino. El descanso de la semana pasada también nos ha venido como anillo al dedo. Hemos tenido tiempo para recuperar a Evan (Yates) y dar armas nuevas al equipo. Hemos aprovechado cosas que se han trabajado a lo largo del año pero también vamos a meter otras nuevas. Debemos tener claro qué queremos ser sobre el campo. Hasta ahora, nos ha faltado tener una identidad y un estilo. Es lo que estamos buscando ahora.

Usted es el tercer entrenador de la temporada. ¿Se asume ya desde el club que ha habido errores en la confección de la plantilla?

-Todavía es pronto para decir eso, sacar conclusiones y hacer autocrítica. Ahora nos debemos centrar en sacar esto adelante. Al final de temporada ya nos sentaremos para ver qué hay que hacer con el fin de que no se repita lo de esta campaña.

¿Le está tocando hacer más un papel de psicólogo para cambiar la abúlica cara del colectivo?

-Es un trabajo que hay que hacer siempre. No sé si hace falta esta figura en el equipo, pero estoy intentando gestionar el grupo lo mejor posible ante nuestras necesidades. A lo mejor, sí debo ser un psicólogo, pero insisto en que es algo que debo hacer siempre. Quiero que los jugadores estén a gusto y sean un equipo. Siempre se habla que los campeones de cualquier torneo son una piña y es verdad, pero eso se trabaja y no nace solo.

Tendrá un contacto fluido con Óscar Vázquez. ¿Qué le comenta y transmite el presidente?

-Muchísima confianza. Mi relación con él es magnífica desde el primer día. Confió en mi para ser el segundo de a bordo durante la temporada y por circunstancias especiales he tenido que hacerme cargo del equipo. La sinergia o el trabajo es común para todo. Ambos nos ponemos al día de todo. Se trata de que haya una buena comunicación. Lo bueno es que el equipo ha dado pasos al frente, las sensaciones ante el Alicante fueron buenas y la gente está con una sensación de positivismo. Mientras esto se mantenga, todo será muy bonito. No creo que vaya a haber ningún problema en el futuro.

Ahora el calendario es algo más favorable para recortar distancias respecto a la salvación. ¿Es un rayo de luz para seguir creyendo?

-Sí, por supuesto. Jugar de un tirón contra Cáceres, Castellón y Alicante no es fácil, pero no vale ahora pensar que jugaremos este sábado ante el Ávila y ganaremos sin bajarnos del autobús. Debemos luchar hasta el último segundo y afrontar cada partido sabiendo que todos los rivales son el número 1 y nosotros el 2. Si mostramos esta mentalidad durante todos los minutos, segundos y entrenamientos, podremos sacar la situación adelante. Hay que tener la cabeza sobre el hombro.

Sea sincero, ¿su promoción a primer técnico es una oportunidad o, en cambio, un pequeño marrón?

-Por supuesto, una oportunidad. Opciones así no te llegan todos los días. Desde luego, la situación no es la mejor. Ojalá habría cogido al Araberri al principio de la temporada para trabajar de otra forma, pero ha llegado de la forma que ha llegado y estas oportunidades hay que cogerlas cuando vienen. Por un lado, estoy triste porque me hubiese encantando terminar el año como segundo y con el equipo disputando el play off de ascenso. Debo aprovechar esta oportunidad por el bien del club, no pensando primero en mi cabeza. Si esto sale bien y el Araberri confía en mi, podré demostrarlo la campaña que viene.

Como Ibon Navarro, usted también rebosa juventud y es vitoriano. ¿Es un espejo?

-Hasta que le ha llegado la opción de entrenar al más alto nivel, ha debido esperar y viajar por muchos lugares. Ha tenido mucho paciencia y ha trabajado de lo lindo para ello. En mi caso, los malos resultados han hecho que se presente esta oportunidad en un club de LEB Plata. Creo que el método de la Federación está dando sus frutos. Los ocho técnicos de la Copa y los dieciocho de la ACB son nacionales. Desconozco si es por la crisis, pero es bueno y se agradece que haya posibilidades de entrenar para los técnicos españoles.