Vitoria - En la vida laboral de los entrenadores el cambio de destino suele ser una tendencia habitual, pero hay algunos técnicos, muy pocos, que consiguen perpetuarse en el tiempo en un mismo club. El ejemplo más evidente a nivel profesional es el de Sir Alex Ferguson, que durante 26 años seguidos estuvo dirigiendo al Manchester United. No son tantas las campañas que Jorge Ochoa lleva al frente del banquillo de la Oyonesa -acumula doce con el primer equipo y una más con el juvenil con una única interrupción en el curso 2006-07-, pero el técnico nacido en Elgoibar y asentado en la localidad alavesa desde hace años todavía tiene tiempo por delante -acaba de cumplir 41 años y la retirada no es una palabra que entre en su diccionario- para seguir comandando a ese equipo de Tercera División que tiene como característica fundamental la continuidad de su estructura y plantilla en el tiempo.

La clave en el equipo de Oion, enrolado en el lote riojano de Tercera División por proximidad geográfica, es la confianza en una base de técnicos y jugadores que se ha mantenido prácticamente inalterable en los últimos años. Y ahí, la figura de su entrenador surge por encima del resto. Jorge Ochoa, cuya trayectoria como futbolista se desarrolló entre Segunda B y Tercera, decidió colgar las botas siendo aún joven “muy machacado por las lesiones”. El por entonces presidente de la Oyonesa, Andrés Sarabia, le propuso seguir jugando en la Preferente riojana en la temporada 2000-01, pero la decisión de colgar las botas era firme. Tanto como el deseo del máximo mandatario del club por contar con sus servicios. Y si no podía ser como futbolista, sería en el banquillo.

“Tenía ya los cursos de entrenador regional y juvenil y, a la primera oportunidad que tuvo, Andrés me metió en el club para dirigir a los juveniles. Eso duró un año y la temporada siguiente ya estaba al frente del primer equipo. Si me dicen entonces que iba a estar tantos años hubiese pensado que hay que ser canso solo para imaginárselo. Pero aquí seguimos como el primer día y no nos hemos cansado. Soy una persona de club. He tenido alguna oportunidad de salir, pero he tomado siempre la decisión de seguir por mi vínculo con el club y con los jugadores. Estoy satisfecho porque es muy complicado estar muchos años en el mismo sitio y también por la relación con los jugadores porque siempre he intentado mantener las plantillas”, asegura el técnico.

Andrés Sarabia, quien fuera presidente de la entidad durante más de dos décadas, fue el descubridor e impulsor de Sergio Ochoa en una relación que fue estrecha desde el primer momento por un episodio que el otrora máximo mandatario de la Oyonesa aún recuerda a la perfección: “A los pocos días de que aceptase entrenar al juvenil le ofrecieron jugar en un nuevo club de Logroño, el Recreación. Con su calidad, en ese equipo iba a pasearse y a brillar mucho sin esfuerzo. Yo sabía que tenía esa propuesta, pero me llamó, subió a mi casa y me dijo que el compromiso que tenía conmigo lo iba a cumplir y que no iba a seguir jugando para entrenar a nuestros juveniles. Fue un hombre de palabra y ahí dio comienzo una gran relación porque yo deposité toda mi confianza en él y él me la devolvió”.

En esa primera temporada en el juvenil, uno de los discípulos de Ochoa era Fernando Sánchez, Nano. Desde entonces, la trayectoria de técnico y jugador ha sido indisociable y el defensa es, sin duda, uno de los que mejor conocen al entrenador.

“Se gana al jugador y siempre tienes su puerta abierta. No vas a encontrar a nadie que diga algo malo de él. Juegue o no juegue. Yo no puedo ser objetivo porque tengo una relación con él que entra en el terreno de lo personal, pero es muy humano”, desvela.

El único paréntesis llegó en la temporada 2006-07, cuando le llegó la opción de convertirse en el segundo entrenador del Logroñés Club de Fútbol -ayudante de Balta-, aunque solo estuvo un curso en el club de la capital riojana al ver incompatible su trabajo -es policía local en Nájera y trabaja siempre en el turno de noche para poder compatibilizarlo con el fútbol- con los entrenamientos. “Fue un año muy duro, con entrenamientos por la mañana y por la tarde y después trabajando por la noche. Tuve que hacer muchos sacrificios y lo que me iba a dar de comer era mi trabajo y no el fútbol, así que la temporada siguiente volví a la Oyonesa”, explica.

En esa etapa también le acompañó Nano, que tampoco tuvo suerte en esa andadura, y fue el propio presidente de la Oyonesa quien les dio a ambos el empujón para cambiar de camiseta. Eso sí, a final de temporada, cuando no se supo que no iban a continuar en Logroño, volvió a acogerlos como hijos pródigos. “Yo les animé a que se marchasen para aprender más, pero en cuanto supe que Jorge no seguía ni me lo pensé. Él cumplió conmigo en su día y yo no le podía dejar tirado. Guillermo Zangróniz, que es íntimo amigo mío, era el entrenador y la temporada había sido muy buena, pero le dije que no podía seguir porque Jorge estaba sin equipo. Al principio se enfadó, pero a los pocos días me llamó y me aseguró que me entendía perfectamente”, asegura Sarabia.

campeón de tercera De la mano del tándem formado por presidente y entrenador y con una plantilla que ha mantenido una base prácticamente inalterable durante mucho tiempo, el club alavés pasó de la Preferente riojana a proclamarse campeón de su grupo en Tercera en la temporada 2009-10. Compitiendo ante vecinos más poderosos en lo económico -“aquí estamos por amor al arte y no cobra nadie”, dice el entrenador, lo que el expresidente corrobora asegurando que Ochoa es “un profesional del fútbol no pagado”-, pero maximizando las virtudes de un colectivo muy unido y en el que siempre ha primado el trabajo defensivo.

“Un equipo tiene que ser sólido y si no tienes jugadores estelares para la categoría que te marquen diferencias arriba tienes que dedicarte a hacer las cosas bien y con seriedad tanto a nivel humano como de tener las cosas claras. Nosotros tratamos de sacar partido a nuestras armas y una de nuestras prioridades siempre ha sido ser un bloque fuerte tanto a nivel humano como deportivo. La mayoría llevan muchos años juntos y en el vestuario hay un vínculo de unión muy fuerte que se buscó desde el primer día. Aquí al jugador se le da confianza y credibilidad y después ellos te lo devuelven con creces. Ha habido casos en los que se ha apostado por mantener a algún futbolista peor que otro que podría venir por ser nuestro y por saber que va a darlo todo. Si eres fiel a los tuyos, luego te lo devuelven con creces”, explica el entrenador.

En este sentido, Nano no tiene dudas. No en vano, considera que es uno de los mejores entrenadores de la categoría y que ha sabido explotar al máximo los recursos de la Oyonesa: “Es muy exigente y siempre trata de sacar el cien por cien del jugador. Le da mucha importancia a la defensa porque es de los que piensan que si no te meten gol vas a aprovechar alguna oportunidad. Es de los mejores entrenadores de este grupo y ha conseguido que compitamos contra equipos más poderosos a pesar de contar con menos recursos. Con plantilla peores que otros equipos hemos estado peleando arriba muchos años”.

mucha cercanía Andrés Sarabia no duda a la hora de calificar su relación con el que fuera su entrenador como una amistad absoluta que se mantiene vigente. Hoy, como ayer, siguen hablando mucho de fútbol. Una cuestión que antes irritaba a sus respectivas mujeres, que ni durante las vacaciones conseguían que se apartasen del teléfono y se relajasen. “Había un vínculo máximo entre los dos. A la hora de comer, a la de cenar, a la de dormir... Si no estábamos juntos, estábamos hablando por teléfono. Al final nuestras mujeres se enfadaban porque no desconectábamos el uno del otro ni de vacaciones”, evoca.

Tras muchos años en un vestuario en el que varias caras se repiten una temporada tras otra, Ochoa reconoce que en ocasiones se hace complicado diferenciar entre la amistad que puede existir fuera de los terrenos de juego y la exigencia que hay en los entrenamientos, pero asegura que esa barrera se ha conseguido superar por las dos partes.

“Se exige tensión, hay broncas, el domingo tienes que dejar a gente sin jugar... El hecho de que en algunos casos exista amistad entre el entrenador y el jugador dificulta el proceso, pero hay que tratar de superarlo y ahí está el mérito de los dos. El jugador me conoce y sabe que aquí estamos para jugar a fútbol, no para ser amigos. Y el objetivo único y exclusivo es ganar el domingo. Si luego viene la amistad, pues perfecto, pero de esta manera nadie se llama a engaños o se va a sentir traicionado por no jugar el domingo”, explica el técnico.

Si en un momento hay que centrarse, tanto Andrés Sarabia como Nano no pueden olvidarse de la histórica temporada en la que la Oyonesa fue campeona de su grupo en Tercera. Un año inolvidable para todos y que el por entonces presidente recuerda en una sola imagen: “La expresión que vi en sus ojos cuando entré en el vestuario era indescriptible”. “Fue increíble, no se nos olvidará a ninguno de los dos nunca”, sostiene Nano.

Con la Oyonesa tratando de remontar ahora su mal arranque de temporada, Jorge Ochoa mira al futuro sin prisas. Se siente a gusto en su casa, pero nunca se sabe dónde puede estar en futuro en el mundo del fútbol. Andrés Sarabia abandonó la presidencia hace tres años. Se fue un amigo que sigue siéndolo, pero también “el alma mater del club”. En no mucho tiempo, jugadores que han sido básicos en el proyecto también colgarán las botas. Ley de vida. Y lo que espera el entrenador es que la Oyonesa no pierda la personalidad, la sensación de familia futbolística, que le ha permitido crecer a lo largo de los últimos años. “Ha sido un club muy especial y hay que evitar que se pierda ese carácter y que se despersonalice”, sostiene el Sir Alex Ferguson de la Oyonesa.