Bilbao - ¿Cómo se gestó el fin de su contrato con Aspe, porque en un principio no iba a seguir y a última hora le ofrecieron continuar?

-Simplemente se me acababa el contrato y me llamaron para ir a la oficina. Yo iba con la intención de firmar el finiquito pero me preguntaron a ver si quería seguir jugando un año más, me ofrecieron esa posibilidad. Yo fui el primer sorprendido.

¿Cómo quedó la cosa?

-En que a mí no me merecía la pena firmarlo. Además, tenía algunas irregularidades que están en manos del sindicato y a ver qué pasa.

En unas declaraciones vertidas en uno de sus últimos encuentros mostró su malestar con esa situación.

-Llevo ya mucho tiempo en el que estaba bastante olvidado, jugando un partido al mes. Así, es muy complicado mantenerse con ilusión, seguir siendo un profesional como a nosotros nos gusta. Cuando ahora te vienen con estas, pues hay que darle la vuelta. No era normal.

Como dice usted, fue el primer sorprendido, ¿no?

-Sí, porque no me lo esperaba. Tampoco tiene ninguna lógica. Después de año y pico que no te tienen ni de segundo plato, de cuarto casi, pues no sé qué sentido tenía.

¿En la actualidad no tiene, por lo tanto, ninguna relación con Aspe?

-No. La nueva ley que ha salido marca que los deportistas tenemos derecho a finiquito y estamos mirándolo. Es un tema nuevo, que salió en mayo, y andamos en ello, a ver si me tienen que pagar ese finiquito, a ver si el último contrato tenía la trampa esa.

Le ofrecieron un año, ¿no?

-Sí. La pelota ha cambiado mucho. Está todo muy difícil y los contratos son de todo menos profesionales.

¿Su ilusión era seguir con unas condiciones distintas?

-Mi ilusión era seguir pero en otro tipo de nivel. Estábamos pensando en hacer alguna cosilla para seguir jugando a pelota, porque todavía podemos seguir dando algo, pero a otro tipo de nivel. En Aspe y Asegarce ya hacía tiempo que había perdido la ilusión.

Muy pocos partidos.

-Jugando uno al mes es imposible salir al frontón. Al final, todo lo comprendes. Está claro que la cosa está difícil, estamos en una crisis, es complicado buscar partidos y si te quedas fuera de los duelos importantes eres un cuarto plato. Pero creo que algo más se podría hacer.

Además, se habló de que quería hacer un partido de despedida, ¿en qué situación está ese festival?

-Quizás, por mi parte me precipité un poco porque quería hacerlo el tres de enero con las cosas que ha habido de por medio. He decidido parar, terminar bien con Aspe y de cara a más adelante empezar a hacer cosas, a hacer algún partido, porque me encuentro bien, voy todos los días a entrenar y a correr.

¿Sigue con ese veneno?

-Es lo que has hecho toda la vida y el cuerpo no puede estar parado. Si estoy un día sin hacer nada, me encuentro mal. Llevo 16 años como profesional.

Se ha ganado la despedida, ¿no cree?

-Nos hubiera gustado. Es una cosa que no ha salido y no hay que darle más vueltas. Realmente, despedidas de zagueros apenas ha habido. Siempre que llega la hora a los zagueros se nos deja un poco aparte.

En las mismas declaraciones de las que hablaba, aludía a la dignidad...

-La dignidad de salir al frontón y poder dar lo que tienes. Tú puedes dar mucho de tu parte, pero si la empresa no te apoya y no te pone cada cierto tiempo un partido a la semana, es imposible. Si no tienes partidos y te motivan, es difícil rendir al nivel que se espera de un profesional. Prefiero jugar otro tipo de encuentros, a otro nivel y salir a divertirme.

¿Se sentía desplazado?

-Te sientes sobre todo muy perdido en el frontón. La pelota es un deporte difícil y tienes que estar todo el día en el frontón. Si no, es complicado.

Cambiando de tema, ahora que acaba su carrera profesional, ha acumulado más de tres lustros en el profesionalismo, una vida.

-Ahora con lo complicada que está la cosa, parece mucho, pero antes casi todo el mundo hacía una carrera larga en la pelota. Hoy en día parece que hacer una carrera deportiva de pelotari o eres un figurón o es casi imposible. Yo he tenido mis años buenos, hemos disfrutado de la pelota y he tenido la oportunidad de ganarme la vida en lo que me gustaba.

Ha sido un figura.

-Sí. Ha habido años en los que junto a Abel Barriola éramos los mejores del cuadro. He jugado mil veces contra Irujo y he tenido la suerte de jugar con Titín en miles de partidos. Quizás fueron los mejores años de la mano, en los que nos aburríamos de jugar.

¿Le queda la espinita de algún cetro del Parejas?

-En tres o cuatro campeonatos he andado con nivel para hacer algo y al final nos hemos quedado ahí. Todo el mundo me recuerda el de Aimar, pero quizás era el que menos estaba, estaba muy verde. Después, he tenido otros tres o cuatro años para hacer cosas importantes.

¿Con qué se queda?

-El verano siempre me ha encantado: el cuerpo está mejor, las manos te respetan... Siempre he jugado muchos partidos y me han respetado las lesiones. Pero no es solo el jugar, también es ir con los compañeros de pueblo en pueblo a buen nivel y en frontones llenos de muchísima gente.

¿Quién ha sido el delantero con el que mejor se ha encontrado?

-Con Titín he jugado muchísimo. La gente siempre recuerda cuando me echaba la bronca, pero es que nos conocíamos tan bien que había confianza para eso. Lo mismo que con Irujo, que igual me ha echado más broncas. Eso quedaba en el frontón y luego nos íbamos a cenar juntos. Eso queda más para la gente. La verdad es que me lo he pasado muy bien, me he ganado la vida con este deporte y tengo la hipoteca de casa, como se dice, pagada. ¡Qué más podemos pedir!