Dos selecciones que quieren participar con nombre propio en el panorama internacional y que se tomaron en serio el amistoso; un un público entregado a la causa y que estuvo de nota; y un campo cinco estrellas perfecto para la ocasión. Euskadi y Catalunya, como ocurrió en su último enfrentamiento, empataron a uno. Fue la fiesta del fútbol vasco y catalán. Se suele decir que el resultado es lo de menos en noches como la de ayer. El trasfondo era otro. No faltó nada en San Mamés, que registró un ambiente espectacular. Alrededor de 45.000 espectadores que lo dieron todo. Lo que debe ser una jornada reivindicativa. Ikurriñas y esteladas en perfecta comunión. Y las menciones justas a España, por cierto. Las demandas de dos pueblos se pudieron sentir desde muy temprano en Bilbao. El fin de semana ha sido redondo. Un siglo después del primer encuentro de la Euskal Selekzioa (quién sabe si no habrá que esperar tanto tiempo para que la tricolor no se busque un hueco exclusivamente en los parones navideños), los jugadores de Amorrortu y Etxarri pusieron el broche de oro. No se puede exigir mucho más a nivel futbolístico a un grupo que solo se ha ejercitado una vez antes de defender la misma camiseta. Los desajustes que se dieron sobre el césped son justificables. Lo mismo que la falta de ritmo y continuidad en el juego. Sobre todo después de una semana sin competición.
Mientras seguían entrando aficionados en San Mamés, Aduriz no tardó en aparecer en su cita ante el gol. El delantero donostiarra, como hace cada semana con el Athletic, ejerció de pichichi de la tricolor. Está de dulce. No importa la camiseta que defienda. Que se lo digan a Piqué, porque el central del Barça cedió a todos los amagos que le hizo. Aritz solo necesitó tres minutos para abrir el marcador. Amortiguó con el pecho un centro desde la banda derecha de Iturraspe, la pelota fue a parar a Capa, que remató desviado hasta la posición del nueve de Euskadi, que se giró a la altura del punto de penalti y la cruzó lejos de Kiko Casilla con la derecha. El inicio ideal para la fiesta y las reivindicaciones. Todo en un clima pacífico, por cierto. El ideal para ir acompañado al campo de los más pequeños. Los petardos y las bengalas no hicieron acto de presencia.
Con un equipo plagado de peloteros, la posesión no tardó en decantarse del lado catalán. Busquets, Víctor y Xavi Hernández, que con tiempo para pensar sigue siendo temible, dieron forma a la sala de máquinas de la cuatribarrada en la primera parte. Poco a poco se fueron entonando los visitantes. Fueron ganando terreno hasta la portería defendida de inicio por Gorka Iraizoz. El navarro hizo tres paradas de mérito. Deulofeu, que estuvo bastante activo por la banda derecha, Aleix Vidal y Sergio García empezaron a pisar zona de peligro. Euskadi, en cambio, con un juego más directo y previsible, con Iturraspe y Beñat incapaces de retener el esférico, se encomendó a Aduriz. El donostiarra regaló un gol a Ibai, que con el portero ya batido la mandó fuera, y luego quiso firmar la jugada de la noche a base de regates. Pudo con Piqué, pero se llenó de balón. La defensa de tres que presentó de inicio Gerard López no terminaba de entenderse.
Xavi dejó varios detalles de calidad y Catalunya continuó avisando a Iraizoz. Deulofeu se fue en velocidad de Iñigo Martínez y escorado por la banda derecha, cruzó ante el portero de la tricolor. El balón le pasó por debajo de las piernas y dio en el poste. Poco después Bikandi Garrido anuló un gol a Jonathan Soriano, por estimar que estaba en fuera de fuego. Se equivocó el colegiado. No lo acusó el combinado catalán, ya que Sergio García puso las tablas a un minuto para llegar al descanso. El goleador del Espanyol encaró a Iñigo Martínez, el central de la Real resbaló y el periquito definió a la perfección.
Tras el paso por los vestuarios, como es habitual en estos partidos, llegó el carrusel de cambios. En Euskadi solo Ibai e Iraizoz continuaron. Nueve caras nuevas que necesitaron varios minutos para coger el ritmo. Lo mismo que Catalunya. Para entonces, el entretenimiento aumentó en las gradas para contrarrestar algunas imprecisiones que se pudieron ver sobre el terreno de juego. Las ocasiones de gol fueron contadas. Solo Sergio García y algunos tiros desde el borde del área de Torres y Arruabarrena pusieron emoción al asunto. Para entonces, la fiesta era total en las gradas.