vitoria - Desde que hace un par de décadas el fútbol sala alavés tocara techo con la presencia del Luminosos Regui en Primera División, la sequía profesional ha sido una lamentable constante tanto en lo relativo al desarrollo de proyectos ambiciosos como en la aparición de jugadores de futuro. Lo resumía con acierto en estas mismas páginas el, probablemente, mejor jugador vitoriano de aquellos días, Raúl Ruiz de Azua, a quien el mundillo profesional siempre conoció como Pollo. “El fútbol sala es muy diferente al fútbol y aquí no ha habido nunca tradición. En otras ciudades, en cambio, hay muchos clubes y los chavales lo practican desde pequeños. Sin contar con esa base es muy difícil que puedan salir jugadores o equipos con posibilidades y luego además está también el tema económico”, resolvía el exjugador el pasado 27 de noviembre.
Como quiera que desde aquellos lejanos 90 la consolidación del fútbol en Álava y Euskadi fue arrinconando a su hermano menor, la lógica y el tiempo se encargaron de hacer el resto. El fútbol sala pasó a mejor vida e inició un agónico letargo de varios años que ahora mismo pretende despertar con la presencia de dos conjuntos alaveses como el Aurrera y el Rioja Labastida en Segunda B, la tercera categoría más importante del fútbol sala nacional. Un milagro en toda regla habida cuenta de las penurias que ambos clubes deben sortear no ya solo para competir con cierta dignidad sino incluso para poder inscribirse en una liga cuyas condiciones económicas siempre quedan muy a desmano de la humildad de este tipo de equipos. Y baste como ejemplo el caso del Aurrera, cuyos jugadores tuvieron que poner el pasado verano de su bolsillo para completar el canon necesario para disputar la 2ª B, nivel al que habían accedido la pasada campaña por méritos propios.
Así y todo, y a pesar de ese océano de adversidades, de vez en cuando el fútbol sala local concede la revancha y alumbra talentos que brotan donde uno menos se lo espera, póngase Artziniega, donde hace 33 años nació un futbolista que está llamado a convertirse en uno de los mejores jugadores de esta modalidad. El sujeto en cuestión responde al nombre de Jonathan Revuelta, sin mote ni apodo ninguno, un espigado ala que lleva doce años ganándose la vida como profesional del fútbol sala, a donde llegó, como no podía ser de otra manera en Álava, procedente del fútbol, en su caso del Balmaseda, precisamente el mismo club donde comenzó a fraguarse una carrera como entrenador José Manuel Esnal, Mané, el técnico más laureado en la historia del Deportivo Alavés. Hasta cumplir la mayoría de edad, recuerda Revuelta, compaginaba el fútbol grande y el pequeño, pero a partir de ahí se produjo un punto de inflexión. Quizá cansado del barro, el frío y la arena de aquellos campos impracticables en los meses de invierno se decantó por el confort del fútbol sala en su Artziniega natal, donde su desparpajo y calidad empezaron a llamar la atención entre técnicos, jugadores y aficionados de la comarca.
de llodio a londres Dos años después llegó su primer destino. Se marchó a Llodio para formar parte de la plantilla del Lo + Bederatzi -en Tercera División-, y a partir de ahí un carrusel de clubes que le catapultaron al profesionalismo con apenas 20 años. El primero de todos ellos, y donde más temporadas estuvo -un total de cuatro- fue el GSI Bilbo, al que siguió una campaña en el Playas de Salou, otro curso en La Rapita catalán, uno más en el RAM de León y otros tres en el Ribera de Navarra cuando su carné de identidad ya marcaba la treintena y, se supone, el ocaso de su carrera.
Pero nada más lejos de la realidad. En ese momento llegó la oportunidad de su vida e hizo las maletas hasta Londres para enrolarse en las filas del Baku United, un equipo confeccionado a golpe de talonario -su esponsor principal es de Azerbaijan, de ahí lo de Baku, capital del país-, que milita en la Primera División inglesa, que cuenta con futbolistas internacionales de Brasil, España -Marcelo Dos Reis Soares es además campeón del Mundo con la Roja-, e Inglaterra y que esta temporada disputa la Champions League tras ganar la pasada temporada la liga. “Hace tres años era un club amateur, pero los patrocinadores apostaron muy fuerte y quieren convertirlo en uno de los grandes de Europa”, explica el jugador a este diario desde Londres.
En su segunda temporada en la City, las cosas no le pueden ir mejor al alavés, que cuando no se entrena, algo que hace a diario en sesiones de mañana y tarde, disfruta de la capital inglesa y aprende un idioma que desconocía por completo junto a su novia, que le acompaña en esta aventura y que puntualmente acude al pabellón de Stratford para presenciar los partidos de su chico. La cancha tiene capacidad para acoger 7.000 espectadores y se construyó con motivo de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 para albergar las competiciones de balonmano y baloncesto. En ella trata ahora este alavés de dejar huella con el 14 a la espalda, el mismo dorsal con el que Cruyff hizo historia en el fútbol. “Jamás pensé en llegar hasta aquí pero los trenes, suelen decir, solo pasan una vez y creo que siempre tuve la suerte de no tener miedo de cogerlos”, concluye Revuelta.