es ley de fútbol. La edad manda y aunque la cabeza quiera, tarde o temprano termina por llegar el momento de la despedida. Decir adiós no siempre es sencillo, más para quien ha hecho del deporte rey su forma de vida y se niega a despedirse de un mundo tan absorbente. Dándole vueltas a esa posibilidad anda Thierry Henry (Les Ulis, Francia, 17-VII-1977), que el pasado fin de semana vistió por última vez la elástica de los New York Red Bulls y disputó el que puede ser su último partido como profesional. Es solo una opción, pero ahí está, sobre la mesa, para lamento de los muchísimos seguidores del fino delantero galo. “Siempre dije al cuerpo técnico que me iría al final de mi contrato. He esperado al final de la temporada para hacerlo oficial para no perturbar al equipo”, expuso a través de su cuenta oficial de Facebook, en la que añadió que se “tomará unas semanas” para decidir su futuro. Es decir, para ver si cuelga las botas o no.

Considerado como uno de los mejores delanteros de la historia del fútbol, Henry se convirtió en estrella mundial en Inglaterra, concretamente en las filas del Arsenal, donde ha sido considerado por la afición como el mejor jugador del club de todos los tiempos. Como gunner se dio a conocer al mundo entero, aunque antes de recalar en el conjunto londinense ya sabía lo que era ganar un Mundial. Entonces defendía los intereses del Mónaco, club con el que hizo su debut en Liga el 31 de agosto de 1994, cuando apenas tenía 17 años. Arsene Wenger, sin duda alguna el técnico que mejor ha sabido exprimir las cualidades del atacante galo, fue quien le dio la oportunidad de convertirse en profesional hace dos décadas.

Su irrupción en el equipo monegasco, pese a su juventud, fue bastante positiva. No logró registros espectaculares de goles, pero su aportación al juego colectivo le llevó a convertirse en el mejor jugador joven de Francia de 1996. Pocos meses después logró el título de Liga con el Mónaco y su progresión continuó siendo imparable. Tanto, que la Juventus le tentó en enero de 1999. No cuajó en Italia y en el mercado estival Wenger le reclutó para su Arsenal. Entonces, sin saberlo, estaba fichando una estrella.

Al norte de Londres Titi, el sobrenombre con el que se le conoce, se consagró y se convirtió en un futbolista de talla mundial. El francés ganó dos ligas (2001-02 y 2003-04); tres FA Cups (2002, 2003 y 2005) y dos Supercopas inglesas (2002 y 2004) en ocho temporadas. Grandes números, sin duda, y un reconocimiento muy especial, pues Henry formó parte de los denominados invencibles del conjunto gunner. Un grupo de jugadores que permaneció 49 partidos de Premier invicto y que conquistó la Liga de la campaña 2003-04 dejando su casillero de derrotas a cero.

bajón de juego En verano de 2007 el atacante galo quiso dar un cambio a su vida. Aceptó al oferta del Barcelona de Pep Guardiola y se instaló en la ciudad condal, donde disfrutó de sus tres últimas temporadas en la élite. Solo sacó a relucir su clase con cuentagotas, síntoma de que se encontraba en la recta final de su carrera deportiva al máximo nivel. Sin embargo, antes de irse a Nueva York a hacer las américas, tuvo tiempo para ganar dos ligas (2008-09 y 2009-10); una Copa (2009) y la tan ansiada Champions League (2008-09), la que en 2006 acarició con los dedos, pero que, precisamente el Barça, le robó.

Ahora, tras defender por última vez la camiseta de los New York Red Bulls, Thierry Henry se plantea su futuro mientras Arsene Wenger, el técnico que le hizo debutar en la élite, le tienta para que regrese al Arsenal y ser miembro del staff técnico del club.