Por más que pasen los años o caduquen las historias, hay imágenes condenadas a la eternidad. Tal suele ser su carga y fuerza expresivas que resulta del todo imposible borrarlas del imaginario colectivo por más que uno se empeñe. Y si a ello añadimos ya al cine como vehículo transmisor de la citada instantánea, huelga decir que el efecto derivado será multiplicador. Un pase directo hacia la inmortalidad que, muy de vez en cuando, regresa al presente para recordar el magnetismo que un día provocó admiración. Algo de esto se puede interpretar con la fotografía que conforma el cartel de la séptima edición del Bilbao Mendi Festival, una iniciativa auspiciada en su origen en Vitoria pero que tiempo después sucumbió al poder económico de su hermana bilbaína. Para celebrar esta nueva edición la organización se ha decantado por una imagen espectacular extraída de la película The Eiger sanction, que en su versión española se estrenó como Licencia para matar y de la que ahora se cumplen 40 años.

La fotografía en cuestión -no se trata de ningún montaje- recoge el momento culminante de la película en la que Clint Eastwood, actor y director del film -el cuarto hasta entonces-, está colgado sobre el abismo en la pared del Eiger (3.970 metros, Alpes suizos) y se ve obligado a cortar una de las dos cuerdas que le sujetan. Una escena de extraordinario valor que la prensa especializada históricamente ha considerado como “uno de los mejores reflejos del deporte de la escalada en el cine de ficción” y que la revista norteamericana Alpinist ya utilizó hace unos años en la portada de uno de sus números. Con la buena fortuna de que uno de esos ejemplares llegó hasta Vitoria, concretamente hasta el domicilio de Jesús María Ochoa, un entusiasta de la montaña que previamente se había dirigido por carta a la publicación para felicitarle por el diseño de aquella impactante portada.

El gesto no pasó de ahí hasta que hace un par de años la organización del Mendi Festival, en una de sus reuniones se planteó la posibilidad de utilizar aquella misma imagen de Eastwood como gancho para anunciar su séptima edición. La propuesta apenas tuvo discusión, recuerda el promotor de esta cita, Eduardo Martínez, que añade “que lo peor vino después”. Porque si ya de por sí la fotografía tenía un peso histórico considerable, los pasos que hubno que dar para conseguirla desde luego no lo fueron menos.

sin actores de doblaje Lo primero fue localizar al autor, un escocés llamado Hamish Macinnes del que poco o nada se sabía más allá de su afición por la montaña, la fotografía y un empleo vinculado a los rescates en alta montaña. Por ahí comenzó la investigación, que lógicamente tiró de internet en sus primeras fases, pero también de varios correos electrónicos y numerosas llamadas que nunca tuvieron respuesta. Sin ratro del personaje, la organización continuó con la búsqueda aplicando algo tan antiguo como el boca a boca, que le llevó en un primer momento hasta un festival local de cine de montaña en su Escocia natal. Luego de varios contactos se pudo llegar hasta un primer grupo que conocía al fotógrafo y a continuación hasta uno de sus amigos íntimos, que facilitó su paradero. Hamish Macinnes, anciano de 85 años, se encontraba hospitalizado desde hacía varios meses en el hospital. “Se emocionó mucho al conocer nuestra idea y nos facilitó todos los permisos necesarios para utilizar su trabajo”, recuerda Martínez con ese poso de relato literario que amaga con continuar con el suspense, como así fue. Y es que a pesar de tener el ok de Macinnes faltaba lo más importante, el original, éste sí que en paradero desconocido. La solución llegó sin embargo desde Estados Unidos, donde la revista Alpinist sí disponía de un archivo con la suficiente calidad como para manipularlo al tamaño requerido. Un correo electrónico con el permiso expreso del autor adjunto terminó con una búsqueda de varios meses que recientemente vio la luz con la presentación del festival. Fue entonces cuando se dio a conocer también la intrahistoria del cartel y algunas de las curiosidades que rodearon a aquel complicado rodaje y aquella espectacular fotografía de Eastwood, que en los meses previos al comienzo de la película se sometió a un curso específico de alpinismo en el Yosemite.

También se supo que hubo un accidente mortal durante el rodaje a causa de un desprendimiento y que el productor, Kleine Scheidegg, fue quien llamó de urgencia a Macinnes para que viajara hasta el rodaje y tranquilizara los animos del equipo y asumir, de paso, la responsabilidad y el riesgo de fotografiar algunas secuencias de vértigo como la que posteriormente darían fama al propio Eastwood, que sobresalía unos seis metros del borde de una cornisa. “Clint estaba más preocupado de que la navaja suiza que tenía en su mano derecha cortara la cuerda que de si se desplomaba al abismo”, recordarían años después algunas crónicas especuializadas.