vitoria - No es sorpresa que en Granada nieve pero sí que lo haga tan pronto, a mediados de octubre. El calentamiento global, asegura la comunidad científica, está alterando de manera vertiginosa el ciclo natural de las estaciones y lo que antes ya era a estas alturas un otoño cerrado, ahora no deja de ser una suave primavera, trufada incluso con picos de verano. La globalización. Por su particular adn medioambiental, la cuna de La Alhambra ha sido históricamente una suerte de meca deportiva para deportistas de alto nivel. Su altitud siempre ha sido motivo de atracción por una cuestión tan física como deportiva: entrenar en altura, en este caso por encima de los 2.300 metros, mejora el rendimiento en una competición. La certeza la explica también el ámbito científico cuando observa que a una mayor altitud, el aire contiene una menor cantidad de oxígeno por lo que si el cuerpo no reaccionara a los músculos se transportaría menos oxígeno. Sin embargo, la naturaleza es sabia y al percatarse de esta carencia el cuerpo empieza a producir una hormona conocida como EPO (eritropoyetina endógena) con la consecuencia de que en la sangre se incrementa la cantidad de glóbulos rojos y se transporta un mayor oxígeno a los músculos. La lectura deportiva es evidente: aumenta el rendimiento.

¿Pero hasta cuándo? Esta cantidad extra de serie roja en la sangre puede durar varias semanas en el cuerpo del deportista, por ello cuando se regresa al nivel del mar y sólo si se ha entrenado de manera correctamente en la altura es posible hacer mejores marcas mientras dure el efecto de la altura en la sangre.

Con este propósito de fondo culminó el pasado domingo el atleta vitoriano Iván Fernández una concentración de tres semanas en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada (situado a 2.320 metros), una pretemporada al más puto estilo keniata -hay que recordar que los reyes de la media y larga distancia se entrenan a diario en un entorno como el Valle del Rift, a más de 2.000 metros de altitud- donde ha sentado la base de la que será su nueva temporada, que arrancará el próximo 16 de noviembre en el Cross de Atapuerca, clasificatorio para el Europeo.

De regreso a Vitoria y después de 21 jornadas de “duros y exigentes” entrenamientos, la valoración del atleta no puede ser más positiva. “Me marcho del CAR con la certeza de haber experimentado muchas cosas nuevas en mi cuerpo, sensaciones que nunca antes había tenido y sensaciones que físicamente debo memorizar e incluso asentarlas a nivel del mar”, valora Fernández en su blog personal.

La experiencia en Granada no es nueva para el vitoriano. Ya en el pasado llevó a cabo una preparación similar en la zona de Pirineos, concretamente en Font-Romeu, aunque no tan larga. Tampoco entonces contó con la ayuda de un compañero de referencia como el que esta vez sí ha tenido en la capital andaluza, el también atleta de media distancia Javi Guerra, que en el maratón del pasado Europeo de Zurich terminó en una brillante cuarta posición. Guerra ha sido el estímulo perfecto no solo “para exigirnos más el uno al otro” sino incluso para superar los momentos de debilidad, “que los ha habido”, añade Iván. Entre ambos fueron conformando con el paso de los días un ambicioso plan de entrenamientos que dividieron en bloques. Así, la primera semana la dedicaron a entrar en contacto con el ambiente en altura a base de un trabajo lipolítico que no incluía ni series largas ni intensas. Este planteamiento comenzó a aflorar en el segundo bloque de entrenos, donde las series y los cambios de ritmo sí fueron habituales por las mañanas y el trote de recuperación por las tardes, a razón de unos 10-12 kilómetros. Al mismo tiempo, relata el atleta, trabajo de musculación en el gimnasio, sufridas sesiones de crioterapia -baños de agua helada- , técnica de carrera y “mucho descanso”.

Las jornadas comenzaban a las 8.30 y terminaban al filo de las 19.00, como pronto, sin nigún día de descanso. “Las sobas han sido importantes”, recuerda ahora el atleta, que describe con gran realidad las consecuencias de emplearse a fondo en series de 3.000 y 4.000 cuando se corre en altura: “Acabas muerto, realmente vacío”. Para la tercera semana quedaron los test de máxima intensidad, tan cortos como explosivos, pero necesarios para adquirir el punto exacto de forma que este año deberá servir al vitoriano para consagrarse en sus diferentes objetivos, que pasarán nuevamente por el campo a través -a partir del mes de enero, sobre todo- y las competiciones de media distancia. Sabrá entonces el corredor alavés si la “supercompensación”, que es la gasolina de reserva que deriva del entreno en altura, habrá merecido la pena.

el car de sierra nevada. Es una instalación deportiva perteneciente al Consejo Superior de Deportes, que la inauguró en 1990 tras una inversión de 5.000 millones de las antiguas pesetas. Las instalaciones están ideadas para el entrenamiento en altura, ya que se encuentran a 2.320 metros de altitud sobre el nivel del mar, en la localidad de Pradollano, a 31 kilómetros de Granada. Fotos: CAR Sierra Nevada