Vitoria - Con el objetivo de la salvación como punto de partida, el guipuzcoano también tiene la misión de dar cancha a todas las jóvenes de la prolífica cantera del Araski.

¿Cómo afronta esta tarde el Araski el inicio de la temporada?

-Mentalmente preparado y entiendo que táctica y técnicamente también. Es cierto que hemos sufrido una pretemporada complicada a nivel de pequeñas lesiones y una enfermedad que otra. Incluso la no llegada de una jugadora. Hemos estado condicionados en ese aspecto, pero hemos visto cada semana una mejoría importante que ahora se debe plasmar en una pista complicada. Queremos mostrar madurez.

Entonces, ¿no están completas?

-Contamos con la baja de Raquel García, con problemas físicos, y Rosetta Adzasu, que todavía no ha llegado debido a problemas burocráticos y cuestiones de visados. Semana tras semana, se ha ido retrasando su aterrizaje en el equipo.

¿Se fija algún objetivo concreto?

-Lógicamente, el club no quiere volver a pasar los apuros de la pasada campaña y desea asentarse en la categoría. A mí, como técnico, sí me gusta plantearme metas más ambiciosas. Eso pasa por competir en cada partido y mostrar a diario que somos un poquito mejores como grupo.

Pese a que el Araski pretende profesionalizar su gestión para seguir creciendo, ¿se debe también ser realistas?

-Sí, por supuesto. Cuando hablamos de profesionalización, hay que cogerlo con pinzas. Debemos asentar mejor las bases, el club tiene un montón de chicas detrás y el objetivo es mantener la cantera. Lo que no vamos a hacer es hipotecar el futuro de toda la estructura por una o dos temporadas buenas en Liga Femenina. Hay que ir remando poco a poco. Estamos intentando dar pasos adelante, asentar el proyecto y ser un referente del baloncesto femenino alavés intentando desplegar un baloncesto atractivo y dando una imagen acorde a lo que merece la categoría.

Otros clubes se permiten el lujo de pagar sueldos importantes a las jugadores. No es el caso del Araski. ¿Son grandes las diferencias?

-En ese sentido, partimos con desventaja. Me gustaría resaltar que tenemos un valor humano al que hay cuidar: nuestro núcleo de chicas vitorianas. Hacen un esfuerzo inmenso y se merecen apoyos. Luego, hay otras extranjeras que vienen a apuntalar el proyecto. Hemos de saber que nos vamos a encontrar enfrente plantillas con 10 jugadoras profesionales. Ello requerirá de entrenamientos mañana y tarde, y también unas infraestructuras importantes. Habrá que competir con respeto e ilusión.

Además de ganar partidos, su gran cometido es promocionar la cantera. ¿Lo tiene en cuenta?

-Sí. Al final, lo que deben ver nuestras jóvenes es que el equipo está ahí y que la posibilidad de debutar es un objetivo alcanzable. Tampoco es fácil llegar y asentarse. Lo que realmente deben hacer es trabajar cada día un poco más para mostrar el nivel que demanda esta categoría. Por el mero hecho de ser jóvenes y de casa, no se les puede conceder la alternativa. Tienen que llegar bien preparadas para disfrutar de la categoría.

¿Hay madera de futura estrella con Itsaso Conde?

-Hay varias que pueden tener un gran porvenir. Están Itsaso, Cristina, Arrate... Hay que trabajar con ellas. Desconozco ahora cuál es su grado de progresión. El camino lo van a marcar ellas, la ambición y el trabaje que muestren. Yo lo que estoy intentando es ser exigentes con ellas pensando en su desarrollo. A partir de cierto nivel, no vale sólo con el talento, sino que hay que sumarle esfuerzo y dedicación.

¿Qué tipo de baloncesto desplegará el Araski esta temporada?

-Sobre todo un juego basado en el colectivo. Cada jugadora tendrá su espacio. Me gustaría que mostremos unas credenciales de intensidad y un buen ritmo. Quiero que el rival sepa que se va a topar con un equipo dispuesto a competir durante los cuarenta minutos. Llevamos un mes y medio haciendo un trabajo de grupo. Nos va a costar encontrar un equilibro por falta de centímetros y físico en algunos momentos, pero habrá que encontrarlo.

La jugadora más alta del equipo no llega al 1,90 metros. ¿Le preocupa eso?

-Sí, claro que sí. Evidentemente, nos vamos a encontrar a alguna jugadora de 1,96 y con una envergadura de brazos de casi 2,10. Ante ese perfil, trataremos de explotar nuestras virtudes. Nos van a poner en muchas dificultades en el plano físico.

A nivel personal, ¿qué supone para usted esta experiencia?

-Es algo ilusionante y a lo que me tengo que adaptar. En el mundo del baloncesto femenino, mi trayectoria es corta y debo aprender. Hay muchísimas cuestiones que me han motivado desde el primer minuto. Trabajar con las personas que componen el club o entrenar en una cancha como Mendizorroza me parece un lujo para un entrenador. Cuando estudiaba en Gasteiz en la Universidad, me escapaba de las clases para ver entrenar a Manel Comas. Conozco a mucha gente de Vitoria como Oskar Bilbao e Iñaki Iriarte.

¿Hay tantas diferencias entre dirigir a un hombre y una mujer?

-Me estoy llevando la sorpresa agradable que tuve en Hondarribia. En Liga Femenina, a nivel táctico y de disciplina dentro de la cancha, puede haber momentos si cabe más gratificantes por la velocidad con la que asumen una serie de cuestiones. Poseo un equipo inteligente y que me ayuda en el día a día. Luego, las variantes o diferencias son más en la gestión emocional. La psicología masculina o la femenina es una cada una, entonces mi comportamiento tiene que ser diferente. En todo lo demás, el baloncesto es baloncesto en chicos y chicas.

La masa social del Araski va creciendo poco a poco. ¿Otro aliciente para hacer un gran año?

-Sí, por descontado. El mérito de llenar o no Mendizorroza va a ser, al final, exclusivamente nuestro. Queremos llegar a la sociedad alavesa para que haya también un retorno en el sentido de un apoyo que en Gipuzkoa yo ya lo he vivido en el deporte femenino. En Bizkaia, tanto el Gernika como el Ibaizabal están recibiendo una grandísima ayuda y me gustaría que en la capital del baloncesto, que es Vitoria, el Araski pueda notar ese aliento y esa exigencia.