Era un día más. Uno cualquiera. Uno de los muchos en los que Roberto Galdos se enfundaba en su maillot de ciclista, se subía a la bici y se enfrentaba a una buena ración de kilómetros pedaleando. Sin embargo, esa ya lejana jornada de 2005, de la que en breve se cumplirán diez años, cambió por completo la vida de este vitoriano. Cuando circulaba hacia Landa, un camión que le precedía en la carretera hizo la tijera desparramando sobre el asfalto su pesada carga. Unos obstáculos imposibles de esquivar para Roberto, que terminó postrado en el suelo con una lesión medular que le obliga a moverse en silla de ruedas desde entonces. Evidentemente, un duro golpe para un joven de 39 años que, sin embargo, ni mucho menos se dejó superar por la adversidad.
Bombero de profesión hasta que el fatídico accidente cercenó su vida profesional, Galdos siempre había sido un gran practicante de todo tipo de deportes y tras la pérdida de movilidad en las piernas optó por adaptar esta afición a sus nuevas circunstancias. “Siempre me ha gustado mucho hacer ejercicio. Antes andaba mucho en bici, corría, jugaba a frontenis... Después del accidente tuve que buscar cómo seguir con ello pero siempre he dicho que para las personas en nuestra situación debería ser obligatoria realizar algún tipo de actividad física. Por muchos motivos. Primero, porque tenemos mucho tiempo libre y así lo ocupamos, salimos de casa y nos relacionamos con más gente en lugar de encerrarnos y segundo porque te mantiene activo y ayuda a mantener la condición física y a estar más preparado para superar las dificultades que te vas a ir encontrando”, explica.
El discurso de Galdos ni mucho menos se queda en la teoría y, de esta manera, a lo largo de la casi una década que lleva sobre la silla de ruedas ha probado suerte en múltiples disciplinas. La última, uno de los deportes más en auge en los últimos años, el pádel. “Yo jugaba a bádminton y la chica con la que entrenaba, que practica también pádel, me insistía mucho para que probara. Hasta que me convenció. Pero la primera vez que probé no me gustó nada. La silla se agarra mucho al suelo, las paredes complican mucho los movimientos y no cogía ninguna pelota. Dije que no volvía a jugar”, evoca con una franca sonrisa.
Porque, en este caso, el integrante del Zuzenak no cumplió su palabra. El deporte de la pala ya le había inoculado su particular veneno y la constancia y capacidad de superación de Roberto hicieron el resto. A día de hoy, el vitoriano compite en el circuito español de pádel adaptado -la única diferencia con el convencional reside en que se juega a dos botes-, que a primeros de mes recaló en las pistas de Pádel Jundiz en un torneo organizado por la A.D. Zuzenak. Allí, formando pareja con el también alavés Iñaki Gandía (componente igualmente desde hace años del equipo de baloncesto en silla de ruedas), alcanzó los cuartos de final, donde fueron superados por los futuros subcampeones de la prueba.
Más allá de los resultados, lo verdaderamente importante es el ejemplo de Roberto y otros como él que, día a día, demuestran con su actividad que no existen obstáculos insalvables por difíciles que nos puedan parecer. Porque para poder practicar pádel Roberto Galdos tiene que poner, y mucho, de su parte. “En toda España hay ochenta licencias de pádel adaptado, que comparado con otros deportes está muy bien pero claro, para poder juntarnos cuatro a jugar un partido de entrenamiento tenemos que montar una buena película. El otro día por ejemplo quedamos y el único de Vitoria era yo. El resto tuvo que hacer unos cuantos kilómetros para entrenar y eso cuesta un dinero que hay que poner de nuestro bolsillo. Además, tienes que pagar las instalaciones, el material y todo suma un buen presupuesto para el que no contamos prácticamente con ayudas”, reflexiona. Y eso que, en su caso, tiene “la suerte” de disponer del patrocinio de la firma Ocho pádel que le facilita las palas con las que competir. “Al margen de lo económico, dedicarte a esto también requiere mucho tiempo y esfuerzo y para poder hacerlo es imprescindible que cuentes con la ayuda de los que te rodean. En mi caso mi mujer Argiñe es mi gran apoyo y siempre está a mi lado”, destaca.
Como buen deportista, Roberto Galdos se marca objetivos ambiciosos en su cabeza y, en este sentido, trabaja en dos direcciones. Por un lado los Juegos Paralímpicos de 2020, en los que el pádel adaptado formará parte del programa, y por otro el Mundial de 2015. Pero, en este último caso, no de pádel sino de badminton. Y es que el vitoriano va a retomar la práctica de este deporte, en el que ya ha estado en dos citas de este calibre precedentes, y aspirar a tener un hueco otra vez entre los mejores. “Estoy estudiando inglés y sería una oportunidad estupenda para poder practicarlo”, bromea con un guiño.