Torrelavega - En la cafetería El Grano, Plaza Baldomero, Torrelavega, Manolo Saiz es lo que dice que quiere ser, nadie. Un vecino, “aupa Manolo, ¿cómo vas?”, que pide un café americano y de los americanos habla alabando su capacidad de resurrección -“si un americano se arruina, vuelve a hacerse millonario; y si se vuelve a arruinar, se vuelve a hacer millonario una tercera vez”- como si quisiese referirse a la suya propia ahora que ha conseguido el titular que llevaba buscando ocho años. Manolo Saiz vuelve. Y al leerlo, a Saiz se le enredan los pensamientos con los sentimientos, la razón con las cosas del corazón. Y así, se emociona porque, al fin, ha vuelto, aunque no sea como a él le hubiese gustado, donde lo dejó, en un trasatlántico -aquel heredero de la ONCE que era el Liberty- sino en un velero que le hace sentirse romántico. “Vuelvo a mi origen”, dice sintiéndose uno de esos americanos que se caen y se levantan con la misma facilidad. En eso está.
¿Es o no es un regreso?
-Volver no es la palabra justa. Primero porque al campo amateur nunca le he dejado de ayudar durante todos estos años. Y segundo, porque volver para mí será cuando vuelva realmente al profesionalismo.
Sea como fuere, el de su regreso es el titular que lleva buscando desde hace ocho años.
-Y es verdad que uno siente algo especial al leerlo en los periódicos o escucharlo, aunque esta no sea la vuelta que yo quiero. Por ejemplo, hace cuatro años estuve a punto de irme de manager general al Katusha y eso sí hubiese sido una vuelta de relumbrón. Yo sé que los detractores dirán ahora que ¡buah!, que regreso a un equipo aficionado y que se están magnificando las cosas.
¿Y usted qué les responde?
-Nada. Yo solo vuelvo a lo mío, a mis orígenes. Al sacrificio, a la entrega y a empezar a construir desde abajo.
Pero no es lo que usted deseaba.
-Si me paro a pensarlo, sí es el regreso deseado porque me llena.
Pero usted ha luchado por volver donde lo dejó.
-Te digo lo mismo que a las empresas con las que me he reunido durante estos años: hay que empezar de menos a más.
Sea sincero.
-Vamos a ver, si ahora me llega un patrocinador que me da 40 millones de euros, lo tengo fácil: compró un equipo World Tour hecho. Me costaría desmontarlo dos años, pero al tercero ya lo tendría como yo quiero. Si empiezo desde abajo es lo mismo: en tres años voy a tener lo que yo quiera.
¿El regreso es una cuestión de orgullo?
-No, no, para nada.
¿De necesidad entonces?
-Voy a ser muy sincero, ¿vale? Vuelvo en primer lugar porque Javi García (manager del Baqué-Campos) me ha transmitido mucha honestidad. Le he visto que es un tío que ha querido luchar por mí y ayudarme. Creo que es una persona que se merece que vuelva a su lado para poder hacer lo que se ha planteado. Y luego, vuelvo por necesidad. En mi época yo no era el director que más ganaba del mundo. De hecho, estaba muy lejos de los que más ganaban y era el director peor pagado de España porque yo quería y yo me conformaba con eso. Pero son ya nueve años los que llevo sin ingresos en casa y, tengo que reconocerlo, los negocios y el restaurante que monté aquí en Torrelavega no me han ido bien. Llega un momento que tienes que plantearte hacer algo. Y aunque aquí no lo haga por dinero, sino por el corazón, sí creo que este es el paso de siembra para el futuro. He plantado la semilla y vamos a ver lo que sale. Espero que cubra la otra necesidad, la económica, que, soy sincero y lo reconozco, está ahí.
El que provoca su regreso no es ninguno de sus amigos del pelotón, que los tiene, que no han querido o no han podido, sino Javi García, a quien conoció hace apenas dos años.
-Javi, un hombre particular, se ha atrevido a hacer lo que otros no han querido. Ni siquiera han querido que me acerque por los sitios, las carreras, lo que no deja de parecerme una vergüenza porque en algunos casos yo lo he dado todo por ellos. Nadie puede olvidar que mucha de la modernización del ciclismo se produjo mientras yo era presidente de la asociación internacional, además de lo que yo hacía internamente en mi equipo. Me produce un poco de angustia comprobar que desde entonces no se han vuelto a sentar los sindicatos con la patronal para renovar las condiciones de trabajo. Este ciclismo deja mucho que desear.
Tampoco, será consciente, su regreso es del todo deseado.
-No puedo ser consciente de ello. Si hay alguien que piensa que no es una buena noticia, lo primero que se tendría que preguntar a sí mismo es cómo ha sido su vida para que mi regreso le desagrade. Como siempre, los que se quejan, los que revuelven, en realidad lo que tienen es pánico.
¿Pánico a qué?
-A que les vuelva a tapar. A que esto haya estado estos años progresando de la manera en la que ha estado progresando y llegues tú y remuevas las cosas. No hace mucho que estuve cenando con Ferretti -Giancarlo, legendario mánager italiano- y se quedaba asustado del presupuesto que nosotros teníamos en la ONCE en comparación con el suyo, que era prácticamente el doble, y que pese a eso, nosotros éramos el número uno del mundo. El éxito de nuestro trabajo no tenía como base el dinero sino el sacrificio, ganarse a los corredores y otras cosas. Y el ciclismo que hay ahora es un ciclismo cuya única fortaleza es la económica. A mí me es imposible, no veo la manera de gastarme 35 millones de euros en un equipo. Sé que vuelvo a un ciclismo que no es el mío.
¿Teme represalias, zancadillas?
-Sé que las va a haber. Pero también sé que tengo armas y tengo documentos que puedo utilizar para defenderme. Que eso nadie lo olvide.
¿Se volverá a estrellar Manolo?
-Yo nunca me estrellé, me estrellaron. Era la conveniencia de mediocres para ponerse medallas.
Esa gente que menciona sigue ahí. ¿Si usted viese que su presencia supone un obstáculo...?
-(Interrumpe). Lo dejaría al momento. No quiero ser una traba para nadie, sino un complemento. Pero no va a pasar, al menos eso creo. Si en algún momento siento que soy un obstáculo, me apartaré. Esto lo hago por amor a mis convicciones, a los valores que me enseñaron a mí y yo enseñé a mis hijos. No tengo por qué ocultarme, pero si veo que mi presencia no conviene, me iré sin más. No necesito llenar mi ego, sino demostrarme que lo que hice lo puedo volver a hacer y que, si me lo planteo, vuelvo a ser el número uno del mundo.
Dijo una vez que si regresaba sería para volver a tener el mejor equipo del mundo.
-Pero no por el placer de ser el número uno, sino por mí mismo y mi propio pensamiento.
¿Eso no es ego u orgullo?
-No lo creo.
Por el daño que le hizo al ciclismo o el ciclismo le hizo a usted, depende del punto de vista, ¿no era mejor olvidarse de todo?
-Pero a lo mejor esto es lo que mejor sé hacer. Yo soy todo lo que soy gracias al ciclismo. Me siento con capacidad para seguir aportando. Es por lo que vuelvo: para aportar cosas buenas.
¿Le asusta algo en su regreso?
-Nada. Como no vuelvo a la primera línea, sino al trabajo más oscuro, no tengo de qué preocuparme.
¿Cuánto tardará en volver a la primera línea?
-Creo que no volveré nunca. Si mañana tengo la suerte de encontrar un gran patrocinador, seré el organizador del equipo y me sentaré con los directores que tenga a disfrutar algún día de la competición o a darles mi punto de vista. Pero no sé si volveré a sentarme en un coche.
En el Baqué vuelve a su origen: será preparador.
-Es lo que me llena de esta manera de empezar. A mí ya se me pasó todo eso de estar y figurar. Eso ya no me agrada. Me motiva el trabajo del día a día. Los focos serán para Javi García y David Etxebarria (director).
Es difícil creer que se quedará en segundo plano. ¿Sabe hacerlo?
-Siempre he sabido.
¿Tiene recorrido profesional el proyecto de Javi García?
-Mucho. Vamos a intentar creernos que la economía empieza poco a poco a resurgir. Y si eso está ocurriendo, la gran empresa lo notará antes que el pequeño empresario y, posiblemente, eso puede hacer que se empiece a volver a abrir la mano hacia la comunicación y el patrocinio. Todas esas empresas tienen que saber que estamos ahí para colaborar.
Entonces, el objetivo es sacar un equipo profesional cuanto antes.
-Yo tengo un objetivo bien claro: que todos estos ciclistas se formen como auténticos profesionales. Hay una cosa que la gente no ve. Cuando nosotros hemos sacado grandísimos corredores era porque con 19 y 20 años los pasábamos y trabajaban como si fuesen profesionales, que lo eran. Empezaban a entrenar mucho tiempo, empezaban a competir, empezaban a saber lo que era el sacrificio, a cuidar la alimentación... El problema que tenemos ahora es que con 23, 24 o 25 años siguen siendo amateur y entrenan para amateur España, no para amateur internacional. En todas las carreras del pasado Mundial a los ciclistas españoles les ha sobrado una vuelta en un circuito más o menos cómodo. Eso quiere decir que les falta base. Y esa base se hacía antes con esa misma edad, 20, 21 o 22 años, pero en los equipos profesionales. Esa es mi preocupación, que los chavales del Baqué-Campos se den cuenta de que van a entrenar como si fuesen profesionales porque es la formación que tienen que tener para dar el salto con calidad. A partir de ahí, ojalá que llegue el equipo profesional.
Sería bueno para Euskadi.
-Muy bueno.
Llega a un ciclismo desértico, sin apenas equipos profesionales y un futuro negro.
-Posiblemente sea un desierto, pero eso me motiva porque pienso que si una vez pude colaborar en cosas muy positivas para el ciclismo, lo puedo volver a hacer. Para eso soy muy americano. Es de las pocas cosas que siento que tienen buenas: allí alguien se arruina y se vuelve a hacer millonario; se vuelve a arruinar, y se vuelve a hacer millonario por tercera vez. Yo he sabido hacer una vez un grandísimo ciclismo y voy a ser capaz de volverlo a hacer. Estoy convencido.
Los chavales a los que preparará no saben, seguramente, de qué va todo este asunto de su regreso.
-Posiblemente no sepan ni quiénes somos -David, Marino, Herminio, Leaniz, Pradera...-. Pero cuando nos oigan hablar sí que van a ser conscientes. El cariño y el respeto hay que ganárselos. Eso nunca se me ha dado mal. Siempre me sentí querido por mis corredores.