Cuenta la leyenda de Augusto Ibáñez Sacristán, a quien llamaron Titín III por herencia familiar dentro del frontón, que su llegada al profesionalismo supuso un cambio en la forma de entender el juego. Sobre todo, en parejas, donde el delantero de Tricio, endiablado, se encontraba cómodo metiendo velocidad al tanto y transformando un juego más lento en una locura, en dinamita. Herencia de su pasado en las canchas de voleibol, el caracolero exportó unas alcanzadas espectaculares, dotando de efectismo y “efectividad” a la revolución. Encontró los resultados Titín III donde antes otros lo habían hecho: Ogueta, legendario, ya mostró su juego de aire y Juan Ignacio Retegi deslumbró con la volea. Pero con Augusto llegó una vuelta de tuerca más.
En los más de mil quinientos partidos contabilizados desde su llegada a Aspe destaca su fusión con zagueros de la altura de Berna, Arretxe -con quien consiguió su primer Parejas-, Lasa III, Pascual o Goñi III, que pasan de los cien encuentros con el caracolero. En el retrovisor también habitan huecos para pelotaris como Merino II, su compañero de fatigas en los últimos cursos, o Laskurain.
Pura ambición. “Recuerdo que, cuando debuté en 1998, tuve que jugar ese verano muchos partidos junto a Augusto. Estamos hablando de hace ya dieciséis años. Salimos campeones en 2004 y tuvimos veranos que jugamos un montón”, confiesa Fernando Goñi. El guardaespaldas de Zubiri llegó a Aspe en el verano de su creación y en momentos complicados. Fue la época del cambio de Augusto de Asegarce a la operadora eibarresa, el affaire entre las empresas y la irrupción eibartarra. Cuadró de profesional hasta 2010. Doce años en los que acumuló cuatro txapelas del Parejas y más de novecientos encuentros (963). Según las cuentas de Aspe, junto a Titín disputó 228. Es decir, una cuarta parte. “Lo primero que se puede contar de Augusto es que es un profesional al cien por cien. Es una persona que dedica todo a la pelota y eso lo ves desde el principio: son detalles y rutinas que te hacen ver que estás ante un profesional. Además, me gustaría destacar su ambición en lo deportivo. Siempre ha sido un tío muy competitivo. Da igual que sea en fiestas de una feria grande o sea en un partido del Parejas, siempre lo ha dado todo en el frontón. Eso, a la hora de jugar el partido, transmite. Él siempre quiere ganar y eso hace mucho”, revela. Tal y como rememora el pelotari navarro, suyo fue el Parejas de 2004, aquel que ganaron a Martínez de Irujo y Lasa III, que llegaban tras descabalgar a los favoritos: Olaizola II-Beloki. Goñi III reconoce que “juntos marcamos tendencia unos años”.
Cuatro txapelas del Parejas también posee Titín. La primera de ellas fue en el 94 junto a Arretxe, con quien no había tenido suerte el año anterior. La segunda llegó en 2000 junto a Lasa, un zaguero de garantías; la tercera, con Goñi III en 2004 y la última, con Merino II en 2012 en el Bizkaia.
Confiesa el de Zubiri que “en verano siempre llevas mucho trote y muchos partidos. Antes jugábamos mucho. A Titín le daba igual que fuera el primero o el sexto o el séptimo consecutivo. Daba igual que fuera en un Parejas o en un barrio. Él siempre sale a ganar y todos los que hemos estado con él sabemos que lo que transmite es querer ganar”. Eso viene en el ADN. “Es una persona que como compañero y como persona no ha sido de los de hablar o de los que dan demasiados consejos. Es un pelotari más de ejemplos y de actitud. Siempre ha jugado con el compañero, con mucho trabajo sucio, siempre muy implicado en ayudar. Muchas veces ha sido menos de hablar pero sí de acción, de colaborar siempre y de ser generoso con el compañero. Eso siempre lo ha transmitido”, remienda.
“En mis comienzos, ya era una figura contrastada y el buque insignia de la creación de Aspe. Yo era un recién llegado. Simplemente las ganas que mostraba daban más ilusión por ganar y jugar bien. No te relajas, no te escondes”, argumenta el guardaespaldas, quien define que, por aquella época convulsa con el de Tricio en el centro del huracán, “él tenía que dar la cara en todo momento. Ese peso y esa responsabilidad, de ser la estrella de la empresa, es dura y se batió en mil y una batallas por él y por Aspe”.
Así las cosas, manifiesta Goñi III que “él ha exprimido sus condiciones a la máxima expresión. Le costó con ese estilo hacerse un sitio y meterse entre los mejores. Todo el mundo decía que entraba demasiado de aire, pero fue un revolucionario en esa forma de jugar. Ha marcado historia y es un referente en la pelota moderna”. Agrega el de Zubiri que “Titín fue muy cabezón. Quiso jugar a su estilo. Tiene mucho mérito, porque al principio se lo recriminaban. Después se vio que era espectáculo cien por cien y eficacia a la par. Él ha manejado sus facultades y ha sacado petróleo”.
“Destaca mucho su estilo rematador, pero, en la defensa, sus alcanzadas, son legendarias. Antes estaba prohibido casi tirarse en el frontón, había que estar como un árbol. Sin embargo, su forma de llegar a la pelota, inverosímiles algunas, también ha marcado”, sostiene Fernando, que no sabe tomar partido entre la eficacia y el espectáculo. Esa dicotomía. “Es difícil determinarlo. Ha sabido conjugar las dos facetas, la del espectáculo y la eficacia, superbien. Otros han sido más sobrios jugando, le han sacado rendimiento y son ganadores. A la hora de jugar, Titín además ha sido espectacular. A mí me venía bien, porque Augusto le daba velocidad a la pelota y a mí me va bien. Dábamos velocidad al juego, quizás con menos pegada, para no dar tiempo a los rivales a coger sitio”.
Sinónimo de victoria. “No sé ni la cantidad de partidos que habremos jugado”, comenta Iñigo Pascual, uno de los manistas en los que más ha influido Titín III. El de Abar-tzutza compone la geografía de La Blanca junto a Augusto con una primera década de los 2000 exagerada. Cinco trofeos consecutivos de 2004 a 2008 pusieron su nombre en la historia en Gasteiz. Desde que pasó a Aspe, el navarro lleva 157 encuentros disputados junto al puntillero de Tricio, con un balance de triunfos de 93 sobre 64. Es decir, casi un 69%. “Augusto durante muchos años ha sido la referencia. Jugar con él era garantía de éxito, de estar arriba con los mejores. Cuando te ponían con él significaba aspirar a ganar cosas. Como pelotari es muy competitivo, en el vestuario es un gran compañero, siempre ha sido un señor, con los aficionados, con la gente...”, concreta Pascual, quien sostiene que “es el tipo de delantero que nos gusta a los zagueros. Al final, el delantero lo que tiene que hacer es rematar la ocasión. A mí no me gusta uno que se dedique a pegar, pegar y pegar. Al final, te mata. Como comentaba otro zaguero veterano: Ni con ellos ni contra ellos. Te hacen trabajar muchísimo. Cuando jugaba Titín, sabías que iba a hacer su trabajo. Ha sido un placer”.
“Técnicamente es un fenómeno. Tiene un mérito increíble aguantar hasta los 45 años”, manifiesta el zaguero de Abartzutza, quien debutó en enero de 1998 y cuyo camino empezó en Asegarce. Valora el navarro que una de las virtudes de Augusto ha residido en su fortaleza física. “Titín ha tenido muchísima suerte. Si uno se para a pensar en los delanteros estrellas, todos se lesionan. Pero Augusto nunca ha tenido nada grave. Es increíble. Todos los años, jugando cien encuentros, que no tenga nada es algo increíble. Se tira de cabeza, de rodillas... Pero nada. Sí que recuerdo algún verano que ha estado con la mano justa, pero jugaba muchísimos partidos. Físicamente, es un privilegiado”. Además, confiesa el abartzutzarra que “yo le he conocido desde hace mil años, desde hace mil partidos y nunca ha tenido ninguna lesión de carácter grave. ¡Cuando yo pasé a Aspe, Titín III ya era viejo! Y ahí sigue, jugando sus partidos: los que deja Irujo, los que deja Xala y cubre los de Asegarce”.
Por otro lado, coincide Iñigo Pascual con Fernando Goñi en que Titín dinamizó la pelota profesional con su estilo poco ortodoxo, incidiendo en una palabra “rendimiento”. “Titín revolucionó un poco la pelota por su estilo de juego. Le sacó rendimiento. Igual hasta ese punto muchos delanteros no se lo terminaban de sacar. Lo que ha hecho y sigue haciendo es increíble. Y el don de gentes que tiene. Jugamos hace un tiempo en Lizarra y el frontón estaba a reventar. Lo ha tenido todo y se lo ha ganado”. Sobre su leyenda en el Ogueta, dice Pascual que la historia no estaba planeada. “Ahí queda, alguien nos superará”. “Eso sí, a Augusto le da igual jugar ante cinco o ante cinco mil, lo da todo”, remite. “Como compañero, contagia todo lo que tiene. Jugar con Titín es optar a ganar, aunque es difícil porque ahora hay un gran nivel”, reflexiona.
Así, rememora una anécdota el abartzutzarra, no del todo positiva, que le comentan. “Hay una negativa, que siempre me recuerdan, en un campeonato que tuvimos medio bronca. Pero es normal, tenemos tanta confianza... Pero ahí se queda”, sostiene. Entre sus recuerdos más dulces destaca “la final de Gasteiz que ganamos 22-21 contra Xala-Goñi III con un tanto que fue una estorbada. Cualquiera podía haber ganado. Fue una escapada a la que no llegó Fernando”.