Duración: 47:11 minutos de juego.

Saques: 7 de Martínez de Irujo (tantos 3, 6, 11, 15, 16, 21 y 22) y 2 de Beroiz (tantos 3 y 10).

Faltas de saque: 1 de Beroiz.

Pelotazos: 212 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 10 de Martínez de Irujo y 5 de Beroiz.

Errores: 6 de Martínez de Irujo y 4 de Beroiz.

Marcador: 1-1, 6-2, 7-3, 8-4, 9-6, 12-7, 13-8, 18-9, 19-10, 19-11, 20-13 y 22-13.

Apuestas: Se cantaron de salida posturas de 100 a 20 a favor de Martínez de Irujo.

Botilleros: Ejercieron de botilleros Patxi Eugi (con Martínez de Irujo) y Eneko Yoldi (con Beroiz).

Incidencias: Partido correspondiente a los cuartos de final del campeonato Manomanista de la LEP.M disputado en el frontón Labrit de Iruñea. Buena entrada. 700 espectadores.

bilbao - "No me he encontrado cómodo", revelaba Juan Martínez de Irujo al término del encuentro de ayer, su primer contacto con el Manomanista, frente a Mikel Beroiz, un pelotari que se ganó el respeto del público en el Labrit de Iruñea y murió con las botas puestas, poniendo en serios aprietos a un adversario de la talla del iberoarra, cuatro veces campeón del Manomanista. Supo el huracán de Aspe nadar y guardar la ropa ante un encuentro de doble filo. Y es que, la sombra de la eliminatoria del curso pasado, en el que Juan arrasó, y la sensación de nada que perder alumbraban un encuentro ya de por sí decantado para el delantero de Ibero. Ya saben, por aquello de que el material tampoco ayuda al zaguero y estos suelen desenvolverse peor en el Manomanista. Con varios ingredientes de alto riesgo para Irujo, Beroiz fue el más imponente. El guardaespaldas de Uharte, atrevido y con mucho pundonor, mostró sus armas y se vació. Jugó un buen partido el navarro, pero quedó abatido en una pelea desigual, porque Martínez de Irujo, serio, sobrio y con la derecha fresca, está aún escalones por encima. El de Ibero está programado para el mano a mano, su saque fue un suplicio para Beroiz, que encajó seis en su afán de evitar el saque-remate de su contrincante, y en el peloteo se mostró más imponente, apenas cometió errores de bulto y la mayoría de ellos fueron forzados.

Partisano dentro del frontón, Mikel Beroiz representa una generación casi perdida, siendo el único representante de su especie en los cuartos -junto con Zabaleta, que abandonó la competición lesionado-. El de Uharte, despegado de su pose de segurola, cimentó un buen partido en el arte del riesgo cuando se vio superado 6-1 de salida. De repente, un extraño. Porque Irujo, en un inicio huracanado, apuntó maneras para controlar el partido desde el inicio. No quería sustos Juan, porque en el descorche de una distancia en la que solo juegan, como máximo, tres o cuatro partidos oficiales al año, la adaptación es una cuestión de tiempo y kilómetros. 6-1 se puso amparándose en el disparo inicial, suerte con la que se despegó de la presión en los momentos más importantes. Se apoyó en el saque, en la última losa y en la espera.

Porque el Irujo que se dibujó ayer en el Labrit fue más relajado del que en otras ocasiones se podía vislumbrar. Juan se aceleró poco, contemporizó y aprovechó sus oportunidades. La moneda salió cara. Aunque, con una renta importante, Beroiz no se vino abajo. Entre restos importantes, porque había que soltar a cada pelota sino quería encontrarse con un saque-remate fulminante, dejadas y dos paredes encontró cierta dosis de oxígeno. No obstante, Juan demostró tener un físico privilegiado.

Con este panorama, Beroiz llegó a acercarse en el luminoso hasta el 8-6. Arriesgó con ciertas dosis de suerte. Sin embargo, el escalón y los galones de un Irujo que no se puso tanto de zurda una vez que el encuentro entraba en su epílogo -reconoció al término del partido que estaba bien-, pusieron la siguiente losa sobre el de Uharte. Se fue Juan hasta el 12-6 otra vez con el saque como arma y un par de errores del zaguero en la excelencia. Pero respondió. Sabía Mikel que su partido pasaba por ser irreductible. Aun así, tras el 12-8, Juan firmó la sentencia del rival tras un tanto duro que se cayó de su lado. Dos saques y otro saque-remate pusieron la guinda en una tacada directa al 18-8. Mikel estaba lejos, muy lejos. Recuperó el saque tras un error de Irujo de derecha, pero lo devolvió con una falta. El de Ibero siguió a lo suyo y, aunque sin espectacularidad, sacó la eliminatoria.