bilbao - Los medios de comunicación solo se acuerdan del deporte adaptado en las semanas que rodean a los Juegos Paralímpicos. Con el sabor de las medallas conseguidas en Sochi por Jon Santacana ya casi olvidado, Porfirio Hernández hace un llamamiento para que la sociedad se acerque más al deporte adaptado.
¿Cuánto tiempo lleva en la Federación vasca y por qué se metió a esto?
-Soy deportista desde hace muchísimos años. Llevaban tiempo echándome los tejos para meterme en este tinglado, pero mientras competía en tenis de mesa en silla les dije que no. Cuando dejé la competición de alto nivel cambié de opinión. Tenía una especie de deuda con el deporte adaptado. Empecé en la Federación vizcaína. Estuve cuatro años y luego pasé otros cuatro años a la vasca. Ahora estamos en la segunda legislatura, en la que llevo un año.
¿Ha cambiado mucho el deporte adaptado de cuando usted empezó a competir a ahora?
-Que lo diga yo está feo, pero creo que sí. No porque esté yo, sino porque es una evolución natural. Las federaciones en Euskadi son nuevas y tienen poca experiencia. Hemos tenido la suerte de que hemos tenido una generación de deportistas impresionante. Ellos han levantado el deporte adaptado. Pero detrás de ellos había poco. No me gusta llorar y hay que decir que todo no es culpa de estructuras externas, ni de falta de atención. Dentro de nosotros mismos, no hay una conciencia de ello. Quizás porque ha habido otros problemas mayores y más importantes de vivienda, o de trabajo. No está en la mente el deporte. Incluso la gente con discapacidad lo ve como algo accesorio, extraño o ajeno. Al propio colectivo hay que concienciarle. Es un colectivo que se encuentra muchas dificultades. Suelo decir que las zapatillas de un deportista convencional, para nosotros son la silla de ruedas, o un transporte y unas instalaciones adaptadas. Por eso una de las obsesiones de las federaciones es tratar de crear espacios accesibles donde la gente discapacitada puede ir haciendo deporte, no ya de competición, sino como un hábito saludable y cotidiano para estar bien.
¿Cuáles son las grandes demandas del deporte adaptado?
-La accesibilidad a los polideportivos es complicada. Además siguen pecando del mismo error. Cuando van a hacer una adaptación o mejora, no consultan a las personas con discapacidades. Con toda buena intención se gastan un dinero a lo tonto porque lo hacen mal. Además, se les tiene que meter en la cabeza que una mejora pensada para los discapacitados es una mejora para toda la sociedad: para una persona que lleva un carro, para uno que ha tenido un esguince, para alguien que va con niños pequeños, con la bolsa de la compra? Lo reivindicamos nosotros, pero es para toda lo sociedad. En cuanto a las ayudas, no se trata de pedir más. Se trata de que en la línea de salida estemos todos igual. Estamos en unos tiempos complicados, pero aún así ha habido unos gestos desde el Gobierno Vasco y diputaciones de apoyar. Todo es poco, pero hay que decir que las autoridades se esfuerzan. Nos escuchan más que la media de la ciudadanía. Nuestro gran objetivo es que al deporte adaptado se le conozca, porque si se le conoce, se le quiere.
¿Hay referentes en cuanto a cómo se gestiona el deporte adaptado?
-Los países nórdicos siempre se tocan como ejemplo en casi todas las cuestiones sociales y en esto también. Hay que decir que nos llevan muchos años de adelanto. Un compañero estuvo en Finlandia colaborando como entrenador de su selección de baloncesto en silla de ruedas. A nivel del Estado, va a parecer una bilbainada, pero no te creas que habría muchos referentes. En la maduración teórica, que es el primer paso para hacer cosas, estamos muchas veces en la vanguardia. Y en hechos concretos, si no estamos en la vanguardia, por ahí andaremos. Lo que pasa es que somos un país chiquitito y se nota a la hora de tener resultados. Hemos tenido una generación muy buena y ahora vamos a pasarlo un poco canutas.
¿En Euskadi, con el deporte tan arraigado, cómo se explica que el deporte adaptado sea casi invisible?
-Es difícil saberlo. He practicado deporte durante mucho tiempo, he llegado a jugar contra gente que no tenía discapacidades, y había poco público. Pero es porque no va nadie a ver competiciones de tenis de mesa. Nosotros mismos no nos lo hemos creído mucho. No hemos sabido cómo sacar nuestro deporte a la luz. Somos muy pocos y la gente ve el deporte de discapacitados desde el punto de vista de la solidaridad, el apoyo e incluso la beneficencia, más que como deporte. En eso los medios de comunicación también han influido, pero está claro que lo que vende es el Athletic. Estamos trabajando para ser más visibles. Tengo la convicción de que cuando se conoce y se ve, gusta. Ahora que el Bilbao BSR está a un nivel altísimo, es una de las cosas más emocionantes y divertidas que hay. En Basauri se organizará una prueba internacional importantísima y hay que verla, es emocionante y bella.
¿Cómo valora las dos medallas de Jon Santacana en Sochi?
-Es un ejemplo vivo de esta generación increíble. El problema es que tenemos que crear, no Santacanas, pero sí personas que estén ahí. Un compañero de la federación me decía que tenemos que conseguir que la gente acuda a los Juegos Paralímpicos. Que luego consigan medallas o no es otro tema, pero que tengamos un porcentaje de gente que acuda.
¿De qué depende que haya más vascos en unos Juegos Paralímpicos?
-El talento está ahí y ese saldrá aquí y en Katmandú. Ese no puede ser el soporte de la federación ni del deporte de un país. Es el número. Cuanta más gente se dedique a la competición, más probabilidades de que vaya más gente. Además, es importante que todos los recursos que utilizan los deportistas convencionales los podamos utilizar. Ahora estamos trabajando con el Gobierno Vasco en un programa de tecnificación y utilización de recursos médicos, asesorías en dietas, entrenamientos, etc. Tenemos una gran carencia de técnicos preparados. Tenemos mucha gente voluntaria a la que debemos todo, pero nuestra aspiración es que sea gente preparada. Nuestro sueño es que fuese una salida profesional.
Ese trabajo con el Gobierno Vasco va enfocado al alto rendimiento. ¿Repercute de alguna manera en la iniciación en el deporte?
-Desde la Federación Vasca trabajamos de cara al alto rendimiento, pero coordinamos los esfuerzos. En Bilbao ahora está la Federación vizcaína llevando el deporte adaptado de Bilbao Kirolak. Eso nos permite controlar a 300 personas con discapacidad. Entre esa gente tenemos más posibilidades de encontrar personas con posibilidad de dar el paso a la alta competición. Luego es otra cosa que quieran o no. Si se deciden a darlo es importante que tengamos la estructura suficiente para darles algo de interés.
¿Hitos como los de Santacana repercuten en la captación?
-Sí, pero no en la proporción de otros deportes. Santacana, por ejemplo, no sale tanto en la tele, solo en los días de los Juegos Paralímpicos. Las propias organizaciones de discapacitados apenas se hacen eco de estos logros. No lanzo el dardo solo a los convencionales, nosotros mismos no festejamos que uno de nosotros haya conseguido dos medallas o simplemente haya estado en Sochi. Ahí tenemos delito. Tenemos que ponernos las pilas.