Gasteiz - A Rubén Fernández, escapado todo el día de ayer como en una jornada solitaria de entrenamiento bajo el sol de su Murcia natal, le llaman el escayolas porque su padre es escayolista y al director del equipo donde corría de crío su hermano mayor le pareció que era un buen mote familiar. Así se quedó. Rubén lo heredó nada más pisar la misma sociedad ciclista, pero habría preferido que le llamasen el imbatido o el bala, los apodos que le han ido colgando a su admirado Alejandro Valverde, paisano y amigo al que le gustaría parecerse. Quizás solo así, siendo Valverde o uno tan bueno como él, imagínense tener por un día las piernas portentosas de Tony Martin en una etapa llana y larga como la de ayer, podría el murciano del Caja Rural, ganador del último Tour del Porvenir, haber evitado lo inevitable en Gasteiz: el sprint.

Tan inevitable casi, como la victoria del Orica en la capital alavesa. El equipo de Neil Stephens, australiano y vasco, ha ganado los tres últimos esprines que se han celebrado en sus calles. Hace dos años con Daryl Impey, el sudafricano que entrena con los antílopes, lideró unos días el pasado Tour y repitió victoria hace un año, y, ayer, con Michael Matthews, al que lanzó de manera magistral Simon Gerrans. Bien colocado al salir de la última rotonda, al sprinter australiano le bastó con apretar bien los dientes y machacar las bielas para superar a Kevin Reza, el velocista negro del Europcar, Bolt en bicicleta, que se crió en los suburbios de París.

De esa guerra de vatios, codos que se rozan como queriéndose, el abrazo del riesgo, el pestazo a caucho quemado de alguna frenada, los nervios, el estrés, la velocidad y el vértigo, se ausentaron, claro, los favoritos, el líder Contador, atento y bien protegido en el límite que separa la lucha por la etapa, el territorio de los sin miedo, y la necesidad de no dejarse en un despiste tonto alguno de los segundos que con tanto esfuerzo arrancó en la pared de Gaintza. "Había que estar ahí porque nunca sabes lo que puede pasar", dijo el madrileño; "pero no estoy tan loco como para meterme en un sprint". Ni él ni ninguno de los que cuentan para la general. Salvo Kwiatkowski, tercero en Gaintza, tercero en la general a 34'' de Contador y tercero ayer en la batalla de Gasteiz que tampoco interesaba al Movistar. "No era nuestra guerra", resumió José Luis Arrieta un día para que su líder, Valverde, puro nervio, se relajara y cargara las pilas al sol, se tomara un respiro, para seguir acosando hoy a Contador después de dos etapas de mucha leña y fatiga, de tanto cansancio acumulado en las piernas que bastó subir en frío Otsondo -primer puerto en el kilómetro 8- a todo pastilla con Intxausti desatado para convencerse todos de la necesidad de un armisticio. Bandera blanca. La oportunidad de Rubén Fernández. "Sabía que jugarían conmigo", admitió. El sprint era inevitable. Como la victoria del Orica. Es costumbre.

el ring de arrate La de Arrate es otra guerra. Otro episodio de la batalla que enfrenta a Valverde con Contador, dos de los corredores más espectaculares en lo que va de temporada. Dos, también, de los más ganadores, de los más generosos en el esfuerzo, de los menos rácanos. Gallos. Les va la pelea. Ayer se citaron en el ring del santuario. "Estoy seguro de que Alejandro, que está con muchas ganas, me probará bastante", dijo el líder, que ya ha ganado en Arrate una vez -en 2009, camino de su segunda Vuelta al País Vasco consecutiva y, también, de su segundo Tour que conquistaría en julio ante Andy Schleck, que pasa en la Itzulia igual de desapercibido que en los últimos años-, lo que le sirve para pensar que puede prescindir de ese objetivo, ganar la etapa, aunque reconozca el prestigio y el gozo de hacerlo en un escenario tan singular, para centrarse en lo que realmente importa, el premio gordo, la Vuelta al País Vasco que es el termómetro de su buena salud, los buenos tiempos que regresan y con ellos, las batallas a pecho descubierto, el ataque como estrategia, aunque Contador utilice en su discurso previo a que se abra fuego palabras que no entiende como "dosificar" o "medir" y reflexione sobre las consecuencias de precipitarse en un puerto tan explosivo como Arrate. "Puede ser un error". "Salir a la defensiva o al ataque dependerá de cómo me vea". De lo que le cuenten las piernas. Y la dirección que le dé Valverde a un duelo tan anunciado y esperado que parece único y es acaparador. Se habla de él como si nadie más existiera.

al acecho Como si no estuviera por ahí Kwiatkowski, que ya le ganó a Contador la Vuelta al Algarve para luego asumir con resignación la derrota estrepitosa, un hundimiento colosal, en la Tirreno-Adriático. Que ya le ganó también a Valverde la Eroica, la carrera del polvo blanco de la Toscana. Como si no contaran, tanto brillan los dos españoles, el viejo Evans -a 36''- o el jovencito Van Garderen -a 54''-, las dos cartas del BMC que conduce por las carreteras vascas que tan bien conoce Samuel Sánchez y a los que su director Ledanois no le cuesta ver en el podio entre Contador y Valverde, o por detrás de ambos, o por delante. "Tejay está solo a poco más de 40 segundos de Valverde, el podio está cerca; con una crono de más de 20 kilómetros, 30 segundos no es nada con especialistas como Tejay o Cadel", dice el francés, que reconoce la superioridad del madrileño y el murciano como la reconocen todos, pero espera como lo esperan todos sacar provecho de un enfrentamiento que, tan viscerales los dos, tan alocados, puede perder la línea de la cordura, olvidarse de las palabras que cita como un verso aprendido Contador, "medir, regular", y adentrarse en un mar revuelto de resultado incierto.

Con la caña estarán esperando pacientes los demás. Kwiatkowski, Evans y Van Garderen. Pero también Peraud o Cunego. Y, claro, Mikel Nieve, el líder navarro del equipo de los ingleses, el Sky, que sabe que Arrate es reino para los más fuertes y se pregunta por qué no puede ser él, que ya reinó en los Picos de Europa y en los Dolomitas de la Vuelta y el Giro, uno de ellos. Eso mismo se plantea Mikel Landa, alavés que lidera el Astana, es décimo a menos de un minuto del liderato de Contador y no piensa en quedarse ahí sentado. "Estar en la lucha por la etapa sería un sueño y en la general me gustaría dar otro paso más". En eso piensa Valverde. Quiere saltar por encima de Contador. De eso va hoy la guerra de Arrate.