Dantxarinea - Valverde, responden, no le dedica mucho tiempo a regodearse en las victorias ni a lamentarse por las derrotas. Es de los que pasan página tras un análisis fugaz de lo ocurrido y sus consecuencias. Luego, duerme a pierna suelta. Solo que esta vez le dio media vuelta más al asunto. De la derrota ante Contador en la pared de Gaintza, el primer duelo del año entre los dos ciclistas más en forma esta temporada, dos, también, de los más espectaculares, el murciano salió sorprendido. "No porque le dejara, sino porque cuando le pedía relevo le decía que no podía y después no se esperaba que le atacara", cuentan en su equipo.
Contador, en cambio, se esperaba la respuesta. Valverde es espectacular, pero previsible. Se sabe, sin margen de error, que no se estará quieto si en el camino encuentra un badén que le dé un motivo para atacar. Le basta con eso, una excusa. No es de los que esperan a ver qué pasa. Prefiere pedir perdón que pedir permiso. Equivocarse a estar equivocado. La etapa de ayer acababa con dos vueltas a un circuito por Sara, un mar de cruces y repechos. En uno de ellos, el de Benta Berruet, esperaba Contador a Valverde. "Principalmente, porque si yo estuviese en su lugar, también habría probado", dijo luego el madrileño, feliz líder de la Vuelta. Feliz, cuenta enseñando los dientes blancos, por el ambiente que le rodea, la gente que le acoge bien, le aplaude y le muestra admiración y cariño, que es lo que persiguen los grandes campeones; más que títulos, que les quieran y les recuerden. Feliz, también, porque no tiene que responder, ni lo hubiese hecho, a la mujer de Froome, que el lunes escribió en su cuenta de Twitter que un dopado había ganado la primera etapa. Feliz, sobre todo, porque a los dos ataques esperados de Valverde en Berruet respondió, a esos sí, con la rapidez y la gracia que le da su exultante estado de forma.
Solo eso bastó para saber que el duelo Contador-Valverde no está muerto, que la Vuelta al País Vasco, tampoco, y que esa vida brota en cada pendiente como la hierba en el recodo del camino para contradecir a los apocalípticos que hablan de una carrera terminada. En su lugar, los dos ataques de Valverde en Berruet refuerzan a los que de Gaintza extrajeron la conclusión de que aquello tan precioso solo había sido el primer episodio de un hermoso duelo, que es lo que piensa José Luis Arrieta, director de Valverde, cuando alaba la fortaleza de este Contador que es el de la Tirreno y el de la Volta y la emparenta con la de Valverde. "Son tan parejos", reflexiona Unzue, "que 14 segundos que no son nada me parecen mucho entre ellos".
duopolio "Son los dos corredores más en forma y los que han ganado o han corrido de una manera más llamativa en lo que va de temporada", dice Arri; "ninguno de los dos ha decepcionado y parece que son los dos mejores. Mejor Alberto, es cierto, que ha ganado el primer combate, pero teniendo a Alejandro ahí no creo que pueda estar tranquilo".
"De tranquila, nada", responde tranquilo Contador cuando le preguntan por la etapa, un día duro, matiza, un día rápido, tenso e intenso donde el madrileño esperaba el ataque de Valverde, que llegó donde debía llegar y lo redujo sin dificultad. "Aunque con dolor de piernas". Fue el peaje de perseguir todo el día a un tanque. Así le llaman, 'der pantserwagen', desde hace años a Tony Martin. Es fácil pensar por qué. "Por mi fuerza". El apodo se lo puso Brian Holm, amante de las historias de la Segunda Guerra Mundial, al verle pedalear de esa manera. Tan brutal era la sensación de poder que transmitía que le compararon con Ullrich, otro tanque, el primer alemán que ganó el Tour, ídolo de Martin en su niñez de inmigrante de la Alemania oriental a Hungría antes de que cayese el muro y de vuelta cuando desapareció la frontera. "Ahora es mi vecino". Ullrich fue campeón y sigue siendo buen tío. "Le admiro". Pero ya no le comparan con él. Ganó una París-Niza hace unos años, se habló de que tenía motor para luchar por el Tour y después, se estancó. Dejó de progresar subiendo. "Las grandes montañas no están hechas para mí", admite ahora. Le va más el llano. Le encanta la velocidad. "Ponerme a 56 por hora yo solo y?".
Ayer se puso a más de 80 en el último kilómetro. Iba solo después de soltar uno a uno a todos los que le acompañaron de salida, uno de los últimos, Gorka Izagirre -"no me entendí con Bakelants y Martin", lamentó el guipuzcoano del Movistar-. Quedan pocos ciclistas como Tony Martin. Capaces de plantearse retar al pelotón como lo hizo en la pasada Vuelta a España, un día llano entre Guijuelo y Cáceres. 175 kilómetros con viento a favor. Salió solo tras el banderazo de salida y recorrió así 174,9 kilómetros por la Ruta de la Plata. En los últimos tres Mundiales contrarreloj se ha colgado el oro. Ese día extremeño de la Vuelta le cogieron a 10 metros de meta después de que Cancellara, una de sus víctimas en el Mundial, lanzara al pelotón en su busca en las calles de Cáceres. ¿Venganza? De esa etapa nadie recuerda al ganador, pero nadie olvida a Tony Martin. Él tampoco. Ayer, temió que le volviera a pasar lo mismo. No le llegó el ruido de la batalla en el pelotón, los ataques de Valverde a los que respondió ágil Contador cuando apenas faltaban cinco kilómetros. Tampoco el disparo de Gilbert a cuatro de meta. Pero tenía miedo. ¿A que me cogen como en Cáceres? Por eso corrió más. A 80 kilómetros por hora en el último kilómetro. Una animalada de vatios. "No sé si puedo mejorar en cuanto a tener más fuerza en mis piernas", dijo en enero sobre su evolución ciclista. ¿Se puede? Ayer fue inalcanzable. Por si acaso, antes de entrar en meta giro el cuello. Por si aparecía Cancellara.