Para ser buen boxeador hay que tener un buen mote, ¿cuál es el suyo?
-No tengo, no he tenido nunca. Hubo una en el gimnasio que me llamaba Cosechadora porque decía que iba para adelante siempre pero la verdad es que no me gusta demasiado lo de los motes. Imagínate que te pones El destructor y luego te ponen a hostias como un flan...
Teniendo en cuenta que en su momento dejó el boxeo por su hijo y que Padre de familia es una de sus series preferidas. Podría llamarse Dad Lakua...
-Sí, algo así no estaría mal (risas).
¿Quiere parecerse a Silvester Stallone que como su personaje Rocky vuelve al boxeo muchos años después?
-Bueno, la verdad es que empecé a entrenar otra vez porque estaba muy gordo y como el gusanillo siempre ha seguido estando ahí, me iba encontrando bien y surgió la posibilidad dije 'pues tira, vamos adelante'.
¿O sea que el veneno del boxeo no le ha abandonado nunca?
-Qué va, cuando iba a ver a los compañeros me daba siempre una envidia de la leche.
¿Cómo ha sido el regreso? ¿Ha pasado muchos nervios?
-No, no me suelo poner nervioso. Sólo en el camino desde el vestuario al ring, eso es lo que me mata. Después, nervios no, pero peleé más con el corazón que con la cabeza, me vine arriba con el público y no pensé mucho, la verdad.
¿Dónde se reciben más golpes, en el ring o en la vida?
-En la vida, en la vida. No hay color. Y eso que yo siempre trato de buscarle a todo el lado positivo pero hay veces que no hay manera.
¿Y golpes bajos?
-También, también. Los que te da la vida son más bajos y más duros.
¿No le han explicado sus hijos que pegarse no está bien?
-(Risas). Es un deporte y lo ven como eso. De hecho estuvieron los dos en el combate en el que volví y están super orgullosos de mi y eso para mi ya es lo máximo.
¿Qué le dicen cuando le ven con alguna marca 'de guerra'?
-El mayor me dice que soy un pringao. No, la verdad es que lo llevan bien, lo ven como un deporte y ya está. La niña pasa un poco más pero al niño le gusta mucho y siempre me pregunta.
¿Tuvo que convencer mucho a su mujer para que le dejara volver a pelear?
-No, qué va. Está encantada porque sabe que así me tiene entretenido. Además ha llegado a un acuerdo con Celaya -su entrenador- para que si me quedo mal me vayan rotando entre los dos (risas).
De joven practicaba también fútbol. ¿Elegir el boxeo antes que el deporte rey no habla demasiado bien de su criterio, no?
-Bueno, me he hecho más daño jugando al fútbol que boxeando, me he roto las dos rodillas. La verdad es que lo elegí porque me gustaba más, sin más. Un amigo del barrio, Aitor Vega, me invitó a que fuera a verlo al gimnasio, me piqué, me gustó el ambiente y hasta hoy. Me llamó la atención la primera vez que estuve en un combate, se pusieron a golpes finos y nada más acabar estaban hablando tan normales. Y eso no pasa en el fútbol.
Pero seguro que los futbolistas tienen menos agujetas...
-Bueno, agujetas yo las tengo de trabajar. De todas formas ganando el dinero que ganan ellos a mí se me quitan rápido (risas). La gente dice que no pero yo pienso que cada vez es más fácil triunfar en el deporte. Porque bajo muchas veces a jugar a fútbol con mi hijo y cuando está lloviendo o hace frío estamos nosotros solos y mucha gente de fuera que yo creo que es porque tienen otro espíritu. Pero españoles estamos él y yo y vale.
¿Con quién -que no sea boxeador- le gustaría encontrarse en un ring?
-No sé, a cualquiera que pretenda cobrar por la salud. Esos ministros que parece que quieren que sólo puedan curarse los que tienen dinero. Paso de la política porque todos barren para su casa pero a cualquiera que anteponga el dinero a la salud sí que lo subiría conmigo al cuadrilátero. Por ejemplo en mi barrio ahora hay una campaña de recogida de tapones para comprar una silla de ruedas a una niña enferma que lo necesita y me parece vergonzoso que sus padres tengan que andar así con todo el dinero que hay. En vez de que los políticos tengan un Audi para moverse, que tengan un Renault y ese dinero puede destinarse a este tipo de cosas por ejemplo. Porque que una familia tenga que andar buscando tapones para comprar una silla, se me cae la cara de vergüenza. Me supera.
Muchas veces no se valoran las cosas importantes de verdad en la vida.
-Uff, está claro. A mi dame salud y no me des dinero, que con salud ya me buscaré yo la vida.
¿Con el trabajo que tiene no necesitará meter muchas horas en el gimnasio no?
-Sí, sí. Normalmente trabajo mucho, aunque también hay algún día que vivo bien. Ando poniendo quitamiedos, que pesan lo suyo la verdad.
¿Se arrepiente de haber antepuesto la familia al boxeo?
-La verdad es que lo tuve todo para triunfar en su momento pero cuando nació mi hijo no tenía tiempo para disfrutarlo. Me agobié, decidí dejarlo y ahora que tiene ocho años puedo decir que he jugado con él y su hermana pequeña prácticamente el 97% de los días. Me gustaba más estar con mis hijos que el boxeo.
Viendo que le gusta tatuarse personajes de dibujos animados, ¿el siguiente cuál va a ser Dora la exploradora o Peppa Pig?
-Me quiero hacer algo de eso pero como la niña todavía es pequeña igual la tengo todo el día encima así que mejor espero un poco. Es una manera de ver la vida. Intento reírme de todo, el primero de mí.
¿Con su juego de piernas será el rey de las pistas de baile?
-Qué va, qué va, yo soy muy torpe. Cuando veo entrenar a mis compañeros y lo que hacen pienso '¡buah, como haga yo eso me caigo seguro!' Soy muy rígido.
¿O sea que a su mujer no la conquistó bailando?
-No, no, por pesado y a base de insistir. ¡La de veces que me habrá dicho que no! Yo creo que al final cayó por cansino.
¿Hay competiciones en casa con su hija para ver quién salta mejor a la comba?
-Sí, sí, quiere saltar como yo pero todavía es un poco pequeña y se mosquea. De momento todavía lo hago yo mejor pero por lo menos va a tener un buen maestro porque se me da bastante bien (risas).
¿Tal como está la situación, dan ganas de tirar la toalla?
-No, no. Mis hijos y mi familia tienen salud, así que no necesito nada más. Todo lo demás me sobra. Para qué quiero dinero si no tengo salud. Aunque no tenga para comer, si los míos tienen salud soy el hombre más feliz del mundo.