Vitoria - Cuando ya entrados en febrero -la temporada ya avanzada y las posibilidades de seguir siendo ciclista menguando cada día- fichó por el BMC, a Samuel le bastaron dos palabras para expulsar todo lo malo y doloroso que le carcomía por dentro: "¡¡¡¡¡Por fin!!!!!". Es lo que escribió a algún amigo. En las exclamaciones iba todo el rencor por lo sufrido con la historia con final trágico de Euskaltel-Euskadi y define como algo tan triste que les hizo perder todo hasta el deseo de seguir siendo ciclistas. Recuperada la pasión en el mismo momento que recuperó el dorsal, el asturiano se muestra exultante y dichoso ante quien se lo pregunta.
¿Puede definir la felicidad?
-Sí, ¿pero cuál? ¿la personal o la profesional? Hay que saber diferenciar la persona del personaje. Está el Samuel Sánchez persona, padre de familia, amigo de sus amigos que no ven al ciclista y cuya felicidad o infelicidad es un asunto personal; y está el Samuel Sánchez ciclista que sí es feliz porque corre en uno de los mejores equipos del mundo; porque después de pasar un invierno malo, con mucha incertidumbre, sin saber si seguiría corriendo en bici y viviendo situaciones desagradables; y porque estoy disfrutando de la bicicleta hasta el punto de recuperar la ilusión que creía que había perdido con la desaparición de Euskaltel-Euskadi.
¿Le hacía falta seguir siendo ciclista?
-Si Euskaltel no hubiese desaparecido, yo habría seguido con la misma tranquilidad que puedo tener ahora mismo. Pero no es solo una cuestión personal, sino de todos los componentes de ese equipo. El año pasado fue tan duro para nosotros que todos perdimos la ilusión del ciclismo profesional. Entendíamos que se estaba cometiendo una injusticia desaprovechando una estructura ya montada y con tanta historia a sus espaldas. Veíamos que eso se acababa sin importarle a nadie y eso fue lo que nos entristeció y nos alejó del sentimiento ciclista, de la pasión por seguir siéndolo. Lo perdimos todo.
¿Llegó a planificar, su vida sin ciclismo?
-Me vi muy lejos del ciclismo. O por lo menos, de seguir corriendo como yo quería seguir corriendo. Pero no llegué a planificar mi futuro. En alguna parte de mí sentía que seguía viva una pequeña llama que hacía que me resignase a dejar de correr. Entrenaba como si supiese que algo tenía que ocurrir que evitase mi retirada. Creo que eso fue lo que me sostuvo en esos momentos.
Usted que vivió siempre en el particular universo de Euskaltel-Euskadi, tan familiar, tan de casa, ¿qué ha descubierto en el BMC?
-Otra cosa.
¿Mejor?
-No, diferente.
¿Son comparables?
-Bueno, para mover la bicicleta hay que dar pedales aquí, en Euskaltel, en el Astana, el Sky o cualquier otro equipo. Lo que es diferente es la manera de enfocar el trabajo. Cuando el presupuesto es mayor, en algo se tiene que notar. Aquí hay 75 personas trabajando para 25 corredores, cinco preparadores, cinco médicos, un cocinero en todas las carreras... Eso es lo diferente. Tienes más cosas al alcance de tu mano, pero eso no quita para que la manera que teníamos de trabajar en Euskaltel fuese muy profesional. Además, como todos nos conocíamos y era un ambiente muy familiar, todo funcionaba más fácil.
¿Echa de menos algo? ¿Ese ambiente familiar, que menciona, por ejemplo?
-Echo de menos muchas cosas. Es lógico. Echo en falta a mis compañeros, a gente con la que tenía mucha confianza a nivel personal y profesional. En carrera echo mucho de mucho de menos a Tomás, el mecánico (ahora en el Movistar), con el que sin embargo sigo hablando todos los días. A Egoi, a Jorge, que ya no están. Mientras a otros como a Fuji (Igor Antón), Landa o Nieve les veo en carrera, nos juntamos, nos vemos todos con otro maillot y nos sentimos extraños. Vamos asumiéndolo poco a poco, pero no es fácil porque más que compañeros de equipo éramos amigos, viejos conocidos.
En el BMC las relaciones son más frías.
-No, no es eso. Es que es diferente. En Euskaltel algunos llevábamos más de una década juntos mientras ahora he llegado a un equipo donde estoy empezando a conocer en profundidad a gente con la que hasta ahora solo tenía una relación profesional de rivalidad (Samuel cuenta que en su primer viaje a Italia cuando ya era corredor del BMC Evans se acercó hasta el hotel donde estaba alojado con una tarta en la mano para que no se sintiera solo en su cumpleaños y estuvieron cerca de dos horas charlando). Ellos saben de dónde vengo, que he estado quince años en la misma disciplina y que el proceso de integración tiene que ser paciente, pero de verdad te digo que no me está resultando complicado.
¿Qué le han pedido?
-De momento eso, ir entrando en la dinámica. Ahora debo estar cerca de la gente del equipo que anda bien y disputa las carreras. Estuve trabajando para Gilbert en algunas pruebas, para Evans, o ahora para Van Garderen en la Volta. Me voy encontrando mejor, pero no puedo tener prisa cuando hace mes y medio estaba sin equipo. Mi cuerpo quiere estar en su sitio, más arriba, pero la cabeza le dice que esté tranquilo, que no está todavía para meterse en esas batallas. Ya llegará el Giro, donde seré el hombre de confianza de Cadel (Evans). Tendré que estar junto a él lo máximo posible. El año pasado hizo podio y este año quiere ganarlo.
¿Y usted qué se exige?
-Lo que quiero es intentar llegar a un nivel que me permita desenvolverme en carrera a la perfección. Me exijo ser capaz de trabajar para un líder y llevarle hasta el último kilómetro y poder al día siguiente luchar por ganar una etapa. En el Giro me gustaría ganar una etapa, pero eso va a ser secundario. Luego, pensaré en el final de temporada, quizás en la Vuelta.
Usted ha sido líder los últimos años y ahora habla de trabajar, de ser útil para Evans o Gilbert, que antes eran sus enemigos y ahora son aliados. ¿Ha asumido toda esa revolución?
-Ellos no son jefes de filas porque lo diga un director o la prensa, sino porque sus resultados les han puesto ahí. Responden. Así que para nada me cuesta ponerme en el lugar que me corresponde, sea cual sea.
País Vasco es su carrera, siempre ha venido a ganar. ¿Qué sitio le corresponde aquí?
-Siempre he tenido buenos resultados en esta carrera y especial para mí. La he ganado una vez, pero tengo podios, etapas, días de líder... Estando en Euskaltel siempre fue mi objetivo prioritario y llegaba en forma, pero esta vez quizás no llegue como otras veces.
Un detalle: ha visto varias etapas.
-He visto los últimos 20 kilómetros de la primera etapa, con el muro ese que han puesto que igual destroza la carrera, y he visto la crono de Markina. Lo demás, nada, pero imagino que será como siempre.
Es la primera Vuelta al País Vasco sin Euskaltel-Euskadi.
-A todos se nos va a hacer extraño. Para mí no va a ser lo mismo. Ni para el aficionado. Va a seguir habiendo marea de gente porque la afición vasca es anterior a la creación del equipo, pero no va a estar identificada con unos colores. Quizás con el verde del Caja Rural, que tiene corredores vascos muy queridos por la gente. Sería bueno que la afición siguiese teniendo un equipo de referencia.
¿Mantiene el contacto con la gente de Euskaltel?
-Sí claro. Con Tomás, con Jorge, con Gerri hablo a veces, con Miguel, con Igor (González de Galdeano). A Tomás lo considero un hermano y nunca dejaremos de estar en contacto, estemos donde estemos. Hace poco estuvo en mi casa y yo, en la suya. Esa amistad no se pierde. No es sencillo, pero intento mantener el contacto con la gente para no romper el lazo que nos ha unido durante todos estos años.
Ahora que se acerca la Vuelta al País Vasco, ¿ha pensado más estos días en lo que lograron juntos, en todo lo que se ha perdido?
-Me emociona pensar en todo lo que hicimos. Logramos grandes cosas juntos, cosas que para otros eran normales y para nosotros, hitos. Subimos al podio del Tour, de la Vuelta, ganamos etapas en las grandes, los Juegos Olímpicos, la Vuelta al País Vasco... Todo eso lo vivimos con una pasión que en otros equipos no se daba porque ganar esas cosas se daba por normal. A nosotros nos costaba todo el doble que a los demás. Éramos siempre David contra Goliat. Por eso digo que ahora valoro más todo lo que conseguimos en Euskaltel.
¿Cree que no se valoró?
-No, quizás no lo suficiente. Éramos de los más humildes y no siempre se valoró lo que conseguimos con menos medios que otros.
Ahora que ha visto lo que hay fuera de Euskaltel, un mundo diferente, ¿se arrepiente de no haber salido antes?
-Siempre que he terminado contrato he tenido la oportunidad de marcharme, pero siempre me he quedado en Euskaltel porque ha sido donde más esfuerzo han hecho para que me quedara. Eso siempre lo valoré. Quizás pude haber cambiado, pero en Euskatel siempre se me ha querido y nunca se me ha hecho un feo. Cuando alguien hace ese esfuerzo te está asfaltando en camino para fidelizar una relación. Es lo que he hecho todos estos años. A veces puedo llegar a preguntarme o me pueden preguntar qué habría sido de mi carrera deportiva si joven, con 26 o 27 años, hubiese aceptado alguna oferta de un equipo grande.
¿Y cuál es la respuesta?
-No la hay. He estado donde me han querido de verdad y así he sido feliz.
Ahora también lo es.
-Y lo habría sido en Euskaltel.