ESPAÑA Sierra; Víctor Tomás (5, 1p), Maqueda (2), Entrerríos (3), Cañellas (1), Rivera (4, 1p) y Guardiola (3) -siete inicial-, Vargas (ps), Gurbindo (1), Rocas (5, 3p), Sarmiento (2), Ugalde (2), Andreu (4), Morros, Ruesga y Antonio García (2).
HUNGRÍA Mikler; Gulyas (2), Zubai, Ilyes (1), Schuch (2), Nagy (1) y Ivancsik (6) -siete inicial-, Tatai (ps), Szollosi, Mocsai (2), Csaszar (2p), Putics (1), Vadkerti (3), Szalafai (2), Ancsin (1) y Lekai (4).
Parciales 3-0, 6-2, 9-3, 10-8, 13-9 y 17-10 (Descanso) 18-12, 22-17, 26-19, 29-23, 30-23 y 34-27 (Final).
Árbitros Krstic y Ljubic (SLO). Excluyeron a Maqueda (2) y Guardiola por España; y a Mocsai (2), Putics (2), Ancsin, Ilyes y Vadkerti por Hungría.
Pabellón Gigantium Arena. 3.500 esp.
Aalborg. La selección española arrancó su participación en el Campeonato de Europa de Dinamarca con una cómoda victoria 34-27 sobre Hungría, en un encuentro en el que solventó la baja de Julen Aginagalde con una sólida y efectiva defensa. Consciente de la merma que supone la ausencia en ataque del pivote, en especial ante defensas cerradas como el 6-0 que practican los húngaros, el conjunto español salió más aplicado que nunca en defensa. Tal y como demuestran los tan sólo dos goles (6-2) que encajó España en los primeros diez minutos de juego, gracias a la actividad frenética de la defensa española y sobre todo al buen hacer del portero José Manuel Sierra.
Pero la duda estaba en ataque, en saber la capacidad del conjunto español para reinventarse en ausencia de Aginagalde, pieza básica en los esquemas ofensivos en los últimos grandes campeonatos. Una ausencia que obliga a España a dar todavía una vuelta más a su ya tradicional juego combinativo, con constantes cruces en busca de crear los espacios suficientes a la primera línea o bien hacer llegar el balón a los extremos y pivotes.
Precisamente en los jugadores de segunda línea encontró la selección española el mejor camino para superar la defensa magiar, gracias a la efectividad de Víctor Tomás, así como a la sorpresa que supuso el rendimiento de Guardiola y Andreu en la línea de seis metros. Y es que si Guardiola anotó dos de los tres lanzamientos que intentó en la primera mitad desde el pivote, Andreu la saldó con un gol y dos penaltis forzados.
Efectividad que permitió al conjunto español adquirir mediada la primera mitad con una renta de seis goles (9-3) coincidiendo con una doble inferioridad de Hungría, tras las exclusiones consecutivas de Tamas Mocsai y Barna Putics.
Sin embargo, una nueva exclusión, esta vez en contra del equipo español, permitió lo que parecía imposible, que la hasta entonces gris Hungría se enganchase de nuevo al partido (9-7) con un parcial de 0-4, que obligó a pedir de urgencia un tiempo muerto al seleccionador español Manolo Cadenas.
Pero las palabras del técnico no bastaron para frenar la caída del equipo español, que a ocho minutos para la conclusión de la primera parte veía reducida a tan sólo un tanto (10-9) su ventaja en el marcador.
Un momento delicado que España superó como siempre, eso sí, ayudada en esta ocasión por una nueva exclusión de Putics, a base de defensa y más defensa, que volvió a entonarse en el tramo final de la primera mitad, lo que permitió a los hispanos marchase al descanso con una máxima renta de siete goles (17-10) tras un parcial de 7-1. Renta que la selección española, pese a su evidente bajón en el arranque de la reanudación, mantuvo siempre en un número no inferior a los cinco goles, margen suficiente.