El Jaguar XJ amaga una operación de puesta al día. Este protocolario e imperceptible restyling persigue el difícil objetivo de mejorar los contenidos del candidato más suntuoso del reparto. La principal novedad es la incorporación al plantel de la efusiva versión R con 550 caballos. El producto emblema consolida su reputación de espléndida berlina incrementando el espacio para los pasajeros y proponiendo sofisticaciones técnicas que acrecientan el bienestar de estos. La variante menos ambiciosa del XJ, impulsada por el motor gasóleo de 275 CV, cuesta oficialmente 85.440 euros; la interpretación superior de la gama convencional, la gasolina (340 CV) con cuatro ruedas motrices, reclama 112.680 euros, en tanto que la poderosa XJR arranca en 161.150.

La salida al mercado del XJ Model Year 2014, denominación con la que Jaguar solemniza la llegada del modelo insignia a los distribuidores, confirma que la casa inglesa persevera en su afán de progreso. Obligados por las circunstancias, para sacar adelante la firma, sus actuales responsables se han visto obligados a reinventar por completo la compañía.

No ha sido un recorrido fácil ni inmaculado -ahí están borrones como el fallido X-Type-, pero queda avalado por el magnífico resultado. Porque como tal hay que considerar el hecho de que Jaguar vuelva a ocupar hoy un sitio entre los fabricantes Premium, una posición que nadie, ni rivales ni público, discute. Para conseguirlo ha experimentado una auténtica revolución tecnológica y de imagen. De aquella aristocrática y algo rancia marca que estuvo a punto de fenecer ya solo perviven la pasión por las formas y el culto a la deportividad, que se manifiestan con distinta intensidad en cada uno de los modelos contemporáneos.

En el caso de la berlina estelar lo hacen de manera relativamente sutil. El XJ pretendía convertirse en un producto con alto poder de representación, lo que requería una imagen moderna y a la vez señorial. También debía de satisfacer cumplidamente las necesidades de los más viajeros, para lo cual se diseñó una cabina amplia y sumamente acogedora, al tiempo que se le adjudicaron propulsores solventes. La edición actual no hace más que enfatizar todas esas virtudes.

Por lo que a la imagen respecta, la intervención es casi nula, por innecesaria. Lo único que se ha revisado es la concepción de la zona posterior del habitáculo, sobre todo en la versión con batalla larga. Además de ablandar ligeramente su suspensión, incorpora un asiento trasero que ofrece nuevas posibilidades de ajuste de la banqueta y el respaldo; además propone una función de masaje (de hombros, lumbar y en ondas). Esa misma función aparece también en las plazas delanteras, con cinco niveles de intensidad.

Para recalcar el enfoque sibarita con el que se ha concebido, el XJ adopta ahora innovaciones tan sorprendentes como la que optimiza la sonoridad de la conversación de los pasajeros. Sus voces son recogidas por una serie de micrófonos repartidos por el habitáculo y, una vez filtradas por el sofisticado sistema de sonido (1.300 w), suenan amplificadas a través de los 26 altavoces. El conjunto se completa con un mobiliario especialmente diseñado para convertir la cabina en un confortable salón-oficina: mesas plegables de madera y piel, cortinillas eléctricas, equipo multimedia con pantallas de alta resolución de 10,2 pulgadas, etc.