bilbao. El impacto que ha causado en Portugal la muerte de Eusebio da Silva Ferreira, la Pantera Negra, ha sido tan grande que el Gobierno de Pedro Passos Coelho ha declarado tres días de luto en honor a la gran leyenda del fútbol luso, que falleció ayer a los 71 años de edad a causa de una parada cardiorrespiratoria.

Eusebio arrastraba problemas de salud desde hace dos años, cuando fue internado por un derrame cerebral mientras acompañaba a la selección portuguesa en la Eurocopa de Polonia y Ucrania.

Eusebio, un jugador rápido, muy técnico e inteligente, marcó época en el Benfica, su club del alma, y en la Europa futbolística de los años sesenta, adquiriendo una dimensión que va más allá de lo meramente futbolístico hasta el punto de convertirse en un icono sociológico para el país.

En aquel tiempo, tanto Portugal como España, sometidos a sendas dictaduras, intentaron refugiarse en una autarquía para contrarrestar la presión de las democracias europeas, fomentado la emigración como forma de combatir la penuria y el retraso. Franco encontró en el fútbol, en el Real Madrid, a su embajador ideal (lo que hoy el Gobierno del PP define como marca España refiriéndose a la selección española) para mitigar la penurias sacando pecho con las hazañas del equipo blanco. Su colega luso, el general Antonio de Oliveira Salazar, pretendió la misma estrategia con el Benfica, que heredó la corona europea del Madrid.

En ambos casos el héroe que capitaneó aquellas hazañas no tenía lábel español o portugués. Alfredo di Stéfano, el gran mito madridista, era una especie de soldado de fortuna. Un genio argentino al servicio del mejor postor. Eusebio nació en 1942 en la ciudad de Lourenço Marques, la actual Maputo, cuando la actual Mozambique, que fue colonia lusa hasta 1975, era conocida como África Oriental Portuguesa. A los efectos estaba considerado como ciudadano europeo, razón por la cual pudo recibir el Balón de Oro en 1965 (por aquella época, el preciado galardón únicamente se concedía a futbolistas del Viejo Continente).

Fue además uno de los primeros futbolistas africanos en triunfar plenamente en el fútbol europeo y, sobre todo, bajo su encanto, maestría y virtuosismo el Benfica se convirtió en una potencia balompédica que marcó una época.

la década gloriosa Eusebio fue captado para el club lisboeta en 1960, debutó con el primer equipo a los 19 años, permaneció como jugador en activo durante quince temporadas y siguió ligado al club cuando colgó las botas.

A lo largo de su carrera ganó con las águilas doce Ligas, cinco Copas de Portugal y en dos ocasiones la Copa de Europa. La primera, en la temporada 1959-60, frente al Barcelona de Kubala y Luis Suárez (3-2); y la temporada en la 1961-62, derrotando por 5-3 al Real Madrid de Di Stéfano, Puskas y compañía. Además, el Benfica disputó en su década prodigiosa de los años sesenta otras tres finales de la máxima competición continental; finales que sin embargo perdió frente al Milan, por 2-1 (temporada 1962-63), Inter (1-0), en la campaña 1964-65 y Manchester United, por 4-1, en el curso 1967-68.

Eusebio también se convirtió en el mayor símbolo de la selección portuguesa, con el que conquistó su éxito más importante hasta el momento: el tercer puesto en el Mundial de Inglaterra'66, en el que la Pantera Negra acabó como máximo goleador, con 9 tantos.

Su capacidad goleadora le sirvió para conseguir la Bota de Oro europea en 1966 y 1973.

Llegado el declive de su carrera, Eusebio aprovechó su leyenda para hacer fortuna en el fútbol americano, que por aquel entonces puso de moda el soccer y reclutó a ilustres del balombié mundial, como Pelé, Cruyff o Beckenbauer. Tras dejar el Benfica, en 1976, la Pantera prolongó su carrera en el Boston Minutemen estadounidense, el Monterrey de México, el Toronto (Canadá), Beira Mar (Portugal), Las Vegas Quicksilver (EE.UU.) y el Uniao de Tomar (Portugal). Se retiró en 1978, a los 36 años de edad.

Desde luego, Eusebio acabó trascendiendo el simbolismo que le quiso dar la dictadura de Oliveira Salazar para beneficiarse del personaje ante la afligida sociedad portuguesa.

Por eso ahora, con su muerte y en una nación que vive angustiada por la crisis económica, la nostalgia vuelve a reaparecer al rescoldo de su recuerdo, pues su época también retrotrae a la Revolución de los Claveles, cuando renació la ilusión por un futuro mejor. El presidente de la República, Anibal Cavaco Silva, recordó ayer a Eusebio como un ejemplo de superación en un solemne discurso. "Es uno de los hijos más queridos" de Portugal porque, dijo, fue todo un "campeón que luchó en todas sus victorias".