Bilbao. San Mamés no colgó el cartel de no hay billetes, eso es lo de menos. Pero la fiesta mereció la pena. La reivindicación por la oficialidad de la Euskal Selekzioa, tanto sobre el césped como en las gradas, no quedó empañada por temas extradeportivos. Lo ocurrido el año pasado en Anoeta es agua pasada. El set en blanco que Euskadi endosó anoche a Perú ayudó a tal fin. La tricolor engancha y tiene los mimbres necesarios, si algún día llega, para competir de tú a tú con las demás naciones europeas. Eso se tendrá que decidir en los despachos o en las urnas, de eso no hay duda, pero futbolísticamente, los deberes están hechos. La entrega de los veintidós jugadores que acudieron a la cita no se puede discutir, ya que no se dejaron llevar en ningún momento. De hecho, tanto Iraizoz como Zubikarai fueron unos espectadores de lujo durante todo el choque.
Al combinado vasco le costó entrar en calor, como al encargado de la megafonía de San Mamés, que no acertó a que los himnos sonaran antes del encuentro. Pero tras el paso por los vestuarios los problemas con el protocolo se arreglaron, como la sintonía entre los once de la Euskal Selekzioa. Algo previsible, teniendo en cuenta que los convocados por Amorrortu y Etxarri, salvo los que comparten club, no coinciden más que una o dos veces al año. Delante, la selección de Perú, que con el balón intentó jugar la pelota (más deseo que otra cosa), mostró sus carencias defensivas. Y fueron muchas. A día de hoy, está varios escalones por debajo de las más punteras del continente americano. Euskadi, con un centro del campo de calidad, que no pierde el balón y que, sin presiones, como anoche, es capaz de hilar fino, empezó a llegar a la portería rival sin hacer un gran derroche de juego. Iturraspe, como manija, Beñat y Xabi Prieto, con De Marcos moviéndose como media punta y con Roberto Torres y Andoni Iraola entrando por las bandas, fue la propuesta de inicio. Un seguro de vida si cerca del área está Aduriz. Quién diría que el delantero donostiarra arrastra unos problemas en el pubis que están obligando a Valverde a administrarle.
Dos habituales de la tricolor, Iraola y Xabi Prieto, rivales dentro de una semana en el derbi de Champions, fueron los encargados de activar el juego. Con espacios, ambos demostraron la calidad que atesoran en sus botas. El lateral no tuvo a Susaeta, su socio habitual, pero el txuri urdin enlazó con él a la perfección. El capitán de la Real tiene un guante en el pie y anoche lo volvió a demostrar. Y poco antes de llegar al cuarto de hora, con la Euskal Selekzioa dominando por pura inercia, Prieto la mandó al palo y Aduriz, a placer, hizo el primero de la noche. El 9, después del doblete del curso pasado ante Bolivia, sumó otro más ante Perú. Fue después de que el interior de Osasuna, en el ecuador del primer acto, lograra el 2-0 con un buen disparo con su pierna derecha, ayudado, eso sí, por las manos blandas del guardameta suramericano. El ariete rojiblanco, a cinco minutos para llegar al descanso, dejó el toque de calidad de la noche. Un mal despeje de la defensa llegó a sus dominios y casi sin hueco, picó la pelota superando al portero. Tras el descanso, el carrusel de cambios en Euskadi fue el esperado. Se produjo el debut de Asier Illarramendi, que demostró por qué el Real Madrid aflojó la chequera el verano pasado. El centrocampista de Mutriku, con espacios y sin presión, ve el fútbol fácil. Lo demostró en el cuarto gol de la noche. Los defensas peruanos, que no se coordinaron en ningún momento, hicieron de meros espectadores ante el pase en profundidad del jugador merengue, que tuvo como destinatario a Imanol Agirretxe. Su excompañero en la Real no perdonó a los tres minutos de la reanudación. El delantero txuri urdin, que cambió de lares tras pasar por las categorías inferiores de Lezama, demostró que tiene pólvora, ya que hizo una nueva diana, esta vez a pase de Beñat, cinco minutos después.
Perú parecía un juguete roto a manos del combinado vasco. Y en estas entró Gaizka Toquero, el ingrediente que faltaba para encender a la grada. El gasteiztarra no marcó, pero demostró todas las cualidades que le han hecho sumar ya siete temporadas en el Athletic. Fue otro rojiblanco, Markel Susaeta, el que cerró la goleada tras un certero disparo desde el vértice del área. Una noche para sumar en pro de la oficialidad que dejó un buen sabor de boca a todos los protagonistas.