Duración: 1h 07:40 minutos de juego.

Saques: 3 de Olaizola II (tantos 4, 14 y 19) y 2 de Saralegi (tantos 4 y 8).

Faltas de saque: 1 de Saralegi.

Pasas del Cuatro y Medio: Ninguna.

Pelotazos: 366 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 13 de Olaizola II y 11 de Saralegi.

Errores: 5 de Olaizola II y 5 de Saralegi.

Marcador: 0-1, 1-4, 1-5, 2-5, 5-6, 6-10, 10-11, 11-12, 11-13, 12-13, 15-14, 16-15, 16-16, 17-18 y 22-18.

Apuestas: De salida se cantaron posturas de 100 a 20 favorables a Olaizola II.

Botilleros: Ejercieron de botilleros Asier Olaizola (con Aimar Olaizola) y Aratz Mendizabal (con su hermano Ekaitz Saralegi).

Incidencias: Partido correspondiente a las semifinales del Cuatro y Medio de Primera de la LEP.M disputado en el frontón Labrit de Iruñea. Llenazo. 945 espectadores.

iruñea. Lo vio tan negro como el abismo que se encuentra entre cielo y el suelo, tan oscuro como el carbón, tan complicado como desentrañar un cubo de rubik. Difícil lo tuvo Aimar Olaizola, acosado por las dudas en uno de los momentos cumbres del año. Estuvo tan al límite como en el envite contra Joseba Ezkurdia en la liguilla de cuartos de final, donde vio las estrellas desde el suelo, pero se levantó ante los favores azules y libró en una vuelta increíble ante un adversario al que el vértigo mandó al pabellón de los ajusticiados a pesar de asomar como verdugo en la plaza tolosarra. Algo parecido le pasó ayer a Ekaitz Saralegi contra el gigante delantero de Goizueta. Solo que el amezketarra no tuvo tan fácil aumentar su casillero -en Tolosa Aimar cometió faltas de saque y errores incomprensibles-, huelga decir que con el primer disparo Aimar fue demasiado indolente. Pero otra vez, quizás el vértigo de uno o la falta del mismo del de Goizueta, pusieron la sal sobre el mismo bistec, que acabó merendándose Olaizola a pesar de los esfuerzos de Saralegi por engordarlo. Otra vez, desde el 16-18, Aimar apretó la mandíbula y se fue al 22. A dentelladas, pero mecido por dos errores salvables de Saralegi, que se equivocó sí, pero que ya llevaba un trote encima de casi una hora de partido a cara o cruz.

Estuvo soberbio el amezketarra hasta ese punto. Quizás el más importante del partido. Fue Ekaitz incisivo con la izquierda y la derecha y con esta mandó ante un adversario con mayor potencia. Al campeón se le vio con la diestra fuera de lugar. No metió cintura y posteriormente admitió haber sentido "dolores" antes de saltar a la cancha. Así, Ekaitz salió disparado. Su mantra: el saque-remate, es una centella en el cielo viciado de un duelo a cara de perro. Un aullido a la honestidad. Pero no se afanó solo en ello. De hecho, con la derecha mantuvo dominado a Aimar en el verde y en el luminoso. Una de cal y otra de arena, no obstante. Porque si el amezketarra contemporizaba y jugaba de fábula, el campeón, al tran tran, sin excesiva brillantez, encontraba el camino tras tantos de puro nervio. Es decir, que Saralegi no conseguía despegarse a pesar de estar disputando un partido maravilloso y Aimar estaba en apuros. Y si dejas al campeón con vida hasta el final...

A tirones Cantaban las apuestas de salida que Olaizola II lo tenía fácil, que iba a ahogar a Saralegi antes de que cantara un gallo, que el amezketarra estaba sentenciado antes de vestirse de blanco. 100 a 20. Una barbaridad. Y más cuando el cazador de Amezketa afinó la paradita en el primer tanto peloteado. Pegó un estirón vital hasta el 0-4 Saralegi, que calló los pronósticos. Ekaitz, bien plantado, cedió una falta de saque después, pero ya había colocado su granito de arena. Su golpe de miedo.

Y así continuó. No se achicó cuando Olaizola encontró el camino hasta el 5-5, endureciendo la contienda y culminando un gran tanto de los dos pelotaris. Volvió a reivindicarse Ekaitz, armado con una diestra poderosa y el saque-remate. Además, talló el dos paredes para desesperación de un Aimar desconfiado. Se iba Ekaitz y Olaizola igualaba, haciendo más un trabajo de contención, buscando las pelotas cruzadas para evitar el gancho mortal del guipuzcoano, pero este no paró. Y Aimar regaló. Entre tiros y tirones, el campeón no consiguió enseñar la espalda en el marcador a Saralegi hasta el 14-13. Fue un golpe en la mesa después de verse con un 11-13 encima y encajar un dos paredes y un saque-remate -seis consiguió el rematador de Amezketa-.

Y la cosa no cuajó, por ningún lado. Saralegi empujó, jugando de modo soberbio hasta el 16-18 y Aimar asomaba tocado. Pero no hundido. Una pelota al txoko devolvió el saque al de Goizueta, tímido en esta lid, y en un tanto duro Saralegi se equivocó al golpear una pelota pegada a pared que pasaba del Cuatro y Medio. Después encajó un saque restable y el peaje físico le arrebató sus opciones. Aimar le puso en el seis y se acabó. Se libró Aimar ante un Saralegi arrebatado. Quizás por el vértigo, de uno y de otro. En Olaizola, en el abismo, no apareció.