Vitoria

Aquel mozalbete que en su época de instituto, en la que arrollaba a cualquier rival que se le pusiera delante, respondía ya al apelativo de The Chosen One (El Elegido) es hoy en día, con todos los honores y merecimientos, King James. La dorada corona de la NBA descansa sobre su cabeza desde hace dos temporadas, ha sido capaz de acallar a muchos -hay algunos que siguen resistiéndose- que le concedían la condición de superlativa individualidad para criticar a renglón seguido su incapacidad a la hora de liderar a sus equipos a la gloria del título y en la actualidad descansa sentado en su trono en la cúspide de la pirámide, cetro en mano, velando armas junto a sus Miami Heat para obstaculizar el avance de cualquiera de sus adversarios, deseosos de acabar con su tiranía, en el nuevo curso de la NBA, que alzará el telón mañana.

LeBron James y los Heat arrancan el curso como rivales a batir por una jauría de aspirantes armados hasta los dientes y deseosos de cortar por lo sano la amenaza de dinastía que supone la franquicia de Miami. Desde que James dijo en 2010 aquello de "he decidido llevar mis talentos a South Beach", el experimento ha cristalizado, no sin complicaciones, en dos anillos (2013 y 2012) y una final perdida contra pronóstico contra los Dallas Mavericks (2011). No es mal botín, sin duda. Y la cuarta singladura mantendrá las líneas maestras. Todo gravitará alrededor del tridente que forman LeBron, Dwyane Wade y Chris Bosh, perfectamente secundo por una guardia pretoriana de piezas que saben perfectamente cuál es su función: Ray Allen pondrá el tiro exterior; Shane Battier, la perrería; Joel Anthony, Chris Andersen, Udonis Haslem y el recuperado Greg Oden, la intendencia interior; y Mario Chalmers y Norris Cole llevarán el timón. Se conoce a la perfección el equipo de Erik Spoelstra, que en las dos últimas campañas siempre ha encontrado un recurso, un pilar al que sujetarse, cuando se ha visto contra las cuerdas -la última final de conferencia ante Indiana y la lucha por el anillo contra San Antonio son perfecto ejemplo- y una vez más deberá exprimir hasta el límite sus recursos si quiere encadenar tres títulos seguidos, el ansiado threepeat, algo que nadie logra desde los Lakers de Kobe Bryant y Shaquille O'Neal (2000-02), pues el nivel de los opositores se presenta más que notable.

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La consolidación de Indiana y la apuesta de Brooklyn

Las primeras piedras en el camino de Miami se encuentran en su propia conferencia, con Indiana y Brooklyn como adversarios más cualificados -los Knicks de Carmelo Anthony y Stoudemire, reforzados con Metta World Peace y Bargnani, aparecen en un escalón inferior-. Los Pacers ya fueron capaces de forzar el pasado curso el séptimo partido ante LeBron y compañía y este curso comparecen reforzados. Danny Granger, su gran estrella hasta el último ejercicio, regresa de su larga lesión y Luis Scola aportará refresco desde el banquillo para un equipo que ahora respira al son que marca Paul George, una de las figuras emergentes de la Liga. Con los siempre fiables David West y George Hill y el crecimiento de piezas como Lance Stephenson, las opciones de anillo de los de Frank Vogel pasarán, probablemente, por lo que pueda aportar Roy Hibbert. Si el pívot es capaz de ofrecer el nivel del último play-off -en la serie contra Miami promedió 22,1 puntos y 10,4 rebotes-, será muy complicado derribar a los de Indianapolis.

Por su parte, los Brooklyn Nets, la franquicia de la NBA con la plantilla más cara -más de 102 millones de dólares- han realizado una de esas apuestas a todo o nada que pueden llevarles a la gloria o al desastre. Junto a Jason Terry llegan desde Boston dos veteranísimos y futuros Hall of Famers como Paul Pierce y Kevin Garnett para formar un quinteto de auténtico lujo junto a Deron Williams, Joe Johnson y Brook López, con Andrei Kirilenko, Mirza Teletovic, Andray Blatche o el propio Terry saliendo del banquillo. La avanzada edad de los exCeltics hace pensar que los Nets no tendrán muchas oportunidades para alcanzar la gloria con esta estructura, mientras que también será interesante observar la adaptación de Jason Kidd al banquillo tras haber colgado las botas este mismo verano. A estos equipos podrían unirse Chicago si Derrick Rose, tras más de un año en el dique seco, regresa al gran nivel de 2011 para guiar a los Bulls junto a Joakim Noah, Carlos Boozer y Luol Deng.

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San Antonio, Clippers y Oklahoma, capaces de todo

La Conferencia Oeste se presenta como una gran incógnita. ¿Tendrán los veteranísimos Spurs una nueva oportunidad para luchar por el anillo? ¿Regresará Oklahoma City a la final a lomos de Kevin Durant y Russell Westbrook? ¿Dejarán a un lado los Clippers su estigma de eternos perdedores para dar la campanada? ¿Pondrá la llegada de Dwight Howard en órbita a los Rockets de James Harden? ¿Habrá llegado la hora del ilusionante proyecto de Golden State? Hasta que nadie diga lo contrario, y mientras el físico respete, San Antonio parte desde la pole con los eternos Tim Duncan, Manu Ginobili y Tony Parker y los refrescantes Danny Green y Kawhi Leonard ya ajustados al equipo. Los de Gregg Popovich tuvieron el pasado curso el anillo al alcance de la mano y si las lesiones les respetan volverán a estar en la pelea.

Por su parte, los Thunder buscan recuperar el terreno perdido después de que la lesión de Westbrook frenara en el pasado play-off su avance. Con el base y Durantula a pleno rendimiento y Serge Ibaka intimidando, los de Scott Brooks serán un rival peligroso, aunque debilitado por la pérdida de Kevin Martin, su tercera vía de anotación. Por contra, los Clippers han dado un paso al frente y, con Doc Rivers en el banquillo, son candidatos a disputar la final. Argumentos tienen de sobra con Chris Paul al timón, Blake Griffin machacando los aros, DeAndre Jordan aportando músculo y JJ Redick, Jamal Crawford, Matt Barnes y Darren Collison sumando amplitud a una plantilla de muchos quilates. Las opciones de Houston, Golden State o Memphis son más remotas.