DOCE y media de la noche de una calurosa noche de julio. Ocho personas toman una de las decisiones más importantes de sus vidas. Apenas hay discusión. La unanimidad es absoluta ("La locura es muy contagiosa", bromea Madelén Urieta, una de los presentes en esa transcendental cita). Es la víspera de la fecha límite que marca la Federación Española de Baloncesto para que los clubes puedan formalizar sus inscripciones en la Liga Femenina 2 y, después de muchas interminables jornadas de negociaciones, cuentas imposibles y sopesar las mil hipótesis de futuro existentes, las responsables del Araski deciden dar el Sí quiero. Álava contará con un representante en la segunda categoría del baloncesto femenino por primera vez en su historia y el próximo domingo (Madrid, 17.30 horas) tendrá lugar el estreno oficial en el encuentro que da inicio a la temporada frente al C.R.E.F. ¡Hola! .

Más que un paso adelante, esta decisión supuso un salto al vacío para todos quienes la asumieron. Pero un salto con red. La de la ilusión máxima por continuar alimentando un proyecto que consume la mayor parte de su jornada diaria y la pasión por un deporte que les acompaña casi desde que comenzaron a dar sus primeros pasos. "Era ahora o nunca", recuerda Livia López, la presidenta del club, mientras presencia uno de los últimos entrenamientos previos a la puesta de largo oficial del equipo.

Claro que esa red que debe protegerlas de los riesgos de posibles caídas todavía cuenta con un agujero que les quita el sueño en más de una ocasión. Porque en estos tiempos de crisis global conseguir los ingresos necesarios para poder hacer frente a un presupuesto que prácticamente se ha triplicado como consecuencia del ascenso no está resultando en absoluto sencillo. De hecho, el equipo arranca la temporada sin contar con un patrocinador principal que manche su camiseta a la espera de que termine cuajando alguna de las muchas negociaciones en marcha. En cualquier caso, se han resistido, se resisten y se resistirán a que unos fríos números echen abajo su sueño.

Porque precisamente eso es lo que mejor define la andadura de esta entidad que surgió hace apenas tres años de la fusión del Abaroa y el UPV Álava. Con el nexo común del amor incondicional por la canasta y el poco frecuente compromiso por partida doble con el deporte femenino y el de base, han recorrido un camino corto en el tiempo pero en el que la ascensión ha sido contínua. Y es que el Araski es todavía mucho más que la cúspide de la pirámide que representa el UPV/EHU Araba Araski que competirá en la Liga Femenina 2.

Por debajo suyo, se encuentran otros diez equipos -cuatro federados y seis escuelas- que dan cabida aproximadamente a 130 jugadoras junto a las que trabajan otra treintena de personas dentro de los ámbitos técnico, administrativo y de gestión. Por si esto fuera poco, a lo largo de todo el año el club organiza innumerables jornadas de formación, tecnificación, campus infantiles y todo tipo de temas que tengan un mínimo punto de unión con el deporte femenino y, especialmente, el baloncesto.

Precisamente por todo eso que viaja al ritmo que marca la locomotora que supone el primer plantel, la oportunidad de acceder a la segunda categoría del basket español (las vitorianas acabaron segundas en la fase de ascenso tras una dramática derrota ante el Bera Bera después de dos prórrogas pero la renuncia posterior de la escuadra guipuzcoana les abrió de nuevo las puertas del salto de división) no se podía dejar escapar, aun teniendo que asumir más de un riesgo a título personal. "No podíamos rechazarlo. Hace un año ya habíamos dicho que no para poder contar con más tiempo para trabajar el tema de las cuentas y si lo hubiéramos dejado pasar de largo otra vez el equipo se habría desmembrado y todo el esfuerzo hecho antes no habría servido para nada. No podíamos pedir a las jugadoras que se quedaran esperando otra oportunidad que igual no llegaba nunca. Y ellas son el espejo en el que se miran las más pequeñas", reflexiona Livia López.

80.000 euros de presupuesto Una vez confirmado el salto a la piscina, llegó el momento de comenzar a nadar en todos los estilos posibles. "Parece que dices sí y ya está pero es a partir de ese momento cuando te encuentras con un montón de dificultades que muchas veces no sabes ni cómo afrontarlas. Evidentemente la más importante es cuadrar el presupuesto. Hemos pasado de movernos en uno de entre 20-25.000 euros a otro de 80-90.000. Tal como está la cosa, es muy complicado encontrar empresas dispuestas a colaborar. En nuestro caso, además, el ascenso ha supuesto que Caja Vital deje su patrocinio al pasar a depender de Kutxabank", destaca la presidenta. Inasequible al desánimo, no obstante, la máxima responsable del club continúa llamando a todas las puertas tanto públicas -el Araski es ahora mismo el único equipo de su categoría que no cuenta con un respaldo fuerte de su Ayuntamiento- como privadas para dar carpetazo al capítulo financiero.

Pero con ser el más delicado no es ni mucho menos el único asunto que ha provocado el desvelo de los responsables de la entidad verde. "Es todo un mundo nuevo. De repente tienes que fichar jugadoras de fuera, hay que pasar controles antidoping y explicar muy claro que no pueden tomar nada que no les recete el médico, los trámites burocráticos no se acaban nunca, hay que pasar por caja para todo...", enumera Livia López. En parecidos términos se expresa también la entrenadora, Madelén Urieta. "Pasar a esta categoría es un salto muy grande en todos los sentidos. En intensidad, calidad de las jugadoras, organización... Sólo el tema de contactar con los refuerzos de fuera es complicadísimo. Nuestra primera idea era que fueran españolas pero todas pedían un contrato laboral que no podíamos ofrecerles así que al final nos hemos ido al extranjero, que es toda una aventura. Mis vacaciones han consistido en pasarme los días viendo videos y contactando con gente para recabar informes porque para nosotros es fundamental acertar con estos fichajes. Al final, creo que hemos elegido bien", comenta.

Pero sin duda las grandes protagonistas de este ilusionante viaje son las chicas que tras cumplir cada día con sus obligaciones laborales o estudiantiles -según el caso- se visten de verde y renuncian a su escaso tiempo libre o la habitualmente activa vida social de cualquier joven para castigarse con exigentes sesiones de entrenamiento o meterse en el cuerpo largas kilometradas de autobús, enfundarse la camiseta del Araski, darlo todo sobre el parqué y repetir el desplazamiento de regreso para comenzar la semana de nuevo casi sin horas de sueño. "Sin ellas sería imposible que estuviéramos aquí", coinciden presidenta y entrenadora.

Una de ellas, capitana del equipo, es Raquel García-Sampedro. Leonesa de nacimiento, llegó a Vitoria con 18 años para estudiar y desde entonces, hace casi una década ya, se mantiene al pie del cañón, primero en el UPV Álava y en la actual estructura tras la fusión de éste con el Abaroa. Pese a los no pocos esfuerzos que debe hacer para continuar en activo, tiene claro que merecen la pena. "El baloncesto es una vía de escape para la tensión del resto de cosas. Está claro que me gusta mucho, me gusta competir, me gusta jugar y aquí hay un grupo fantástico", destaca. Respecto al plano deportivo, la ala-pívot confía en hacer "un papel digno, compitiendo en todos los partidos" y confiesa afrontar el estreno "con muchas ganas".

Una situación que también comparte Estíbaliz Castaño, la única de con experiencia en la Liga Femenina 2. "Yo jugué hace años con otro club y la verdad es que tenemos que estar preparadas porque la diferencia es importante, pero si estamos a nuestro nivel creo que podemos hacerlo bien".