el Deportivo Alavés necesitaba restablecer el prestigio que había ido perdiendo en cada una de las jornadas protagonizadas hasta el momento esta temporada. Y eso que el juego, sobre todo en casa, había sido más que aceptable, pero no quedaba reflejado en el marcador. La victoria no llegaba, se resistía. Hasta ayer. Han tenido que pasar seis jornadas. En las cinco precedentes se habían conseguido tan solo tres puntos y el que más y el que menos empezaba ya a dudar de su potencial. Pero la espera, afortunadamente, ha terminado. Los chicos de Natxo González, por fin, han logrado el primer triunfo en este curso. Y lo han hecho de manera brillante delante de su afición y ante un líder que no le ha puesto en problemas en ningún momento del choque. Es bastante probable que, después del encuentro de ayer en que desarboló al Sporting, avance en la buena dirección.
En una agradable matinal de domingo la escuadra albiazul rompió la peor racha sufrida en los últimos años. Seis semanas sin disfrutar del triunfo era demasiado tiempo para un equipo albiazul tan precisado de puntos. A medida que iban pasando las semanas sin que se resolvieran los problemas de una plantilla venida a menos, parecía cada vez más evidente que la estabilidad albiazul dependía de una solución rápida y terminante de la crisis de resultados, principalmente, por la que atravesaba. Era urgente, pues, que el entrenador encontrara la tecla adecuada para frenar la cuesta abajo de sus pupilos y que estos acertaran de cara a la meta rival.
Y esto les costó, pero poco. Después de disfrutar de alguna ocasión para haber inaugurado el marcador, la solución nos la proporcionó la defensa sportinguista. Una indecisión entre el portero, nervioso desde el primer minuto, y un defensa propició que entre ellos se marcaran el 1-0 en el minuto trece. Ahora bien, ni la pifia de su defensa en este primer gol puede servir de excusa para la triste imagen que ofreció el líder ayer en Mendizorroza donde fue arrollado en el primer periodo por un Alavés pletórico. Y es que al equipo de González le bastaron 45 minutos para desarbolar a su oponente que defendía en este envite un liderato que terminó perdiendo. El Alavés fue una máquina bien engrasada ante una defensa rival que hizo aguas ya desde los primeros instantes.
En el segundo tiempo se dedicaron a nadar y guardar la ropa. Es decir, se dejaron dominar. Nadar, con significado de arriesgar, no nadaron mucho ya que el equipo albiazul no llegó ni con tanta asiduidad ni con tanto peligro al área rival. Porque no les hacía falta, el marcador así lo aconsejaba, y porque tenían las líneas más atrás. Lo que sí hicieron fue guardar la ropa, es decir, optaron por la seguridad y de esta forma corrieron pocos riesgos. Menos aún desde la entrada en el terreno de juego del corpulento Jarosik que se situó como tercer central. En esta ocasión las indecisiones defensivas, que alguna hubo, no fueron determinantes como en el pasado reciente.