vitoria. Se había convertido en un icono del Araberri, donde llegó muy joven, como un técnico inexperto, y de donde se marcha con un interesante bagaje y con un nombre en el mundo de la canasta. Han sido siete temporadas plagadas de éxitos, en las que el segundo club de baloncesto de Vitoria ha conseguido instalarse en la LEB Plata. Sin embargo, el matrimonio entre el Araberri e Iñaki Merino, su Dusko, ha resultado mucho más traumático de lo que podría imaginarse. Después de siete años de relación, apenas un mes después de haberse hecho pública su renovación, el técnico gasteiztarra recibió como un sopapo la noticia de una destitución que, a estas alturas de verano, le concede muy pocas opciones de encontrar equipo para la campaña que está a punto de comenzar. Sus palabras traslucen decepción.

¿Se esperaba este desenlace?

Ves que muchas veces han pasado cosas raras con gente relacionada con el club y se te pasa por la cabeza que algún día te pueden hacer una jugarreta de este tipo a ti, pero por las fechas, porque lo teníamos todo apalabrado y planificado, me ha pillado por sorpresa. No lo esperaba en absoluto.

Han pasado más de cuatro meses desde que acabó la liga. ¿En todo ese tiempo el club no encontró ningún motivo para pensar que pudiera llegar esta destitución?

En absoluto. En este tiempo, como la directiva, he estado sufriendo, con la incertidumbre de dónde podríamos competir, si sale el equipo o no, y trabajando con esa inquietud preparando una plantilla para cualquiera de las situaciones que se pudiera dar.

El 29 de julio llegó la comunicación oficial de su renovación y menos de un mes después, el 26 de agosto, la de su despido. ¿Ha habido algún choque en este tiempo que pudiera originar este cambio de planes?

No. No ha habido nada raro por medio. Tampoco ha habido mucha relación, porque la directiva estaba centrada en el tema del patrocinador y yo en el tema deportivo. No ha habido ninguna reunión en la que no hayamos llegado a algún tipo de acuerdo ni nada por el estilo.

En la nota oficial se alegan motivos "estrictamente deportivos". ¿A qué cree usted que se debe su despido?

No lo sé exactamente. Creo que existe cierta desconfianza por su parte, que puede ser que venga de lejos, pero no sé por qué motivo. Cuando acordamos la renovación, en julio, sé que ya habían llamado a otro entrenador para tratar de que viniera al Araberri. Les dijo que no y entonces se me renovó. Pero no me lo dijeron ellos. Cuando le preguntaban a Óscar (Vázquez, el presidente) por el entrenador para la próxima campaña ofrecía dudas, parecía que no quería ratificarme. Y ahí ya me surgieron dudas. Pero siguieron para adelante y decidieron renovarme. Sin embargo, cuando me llamaron el 20 de agosto me dijeron que estaban buscando otro perfil de entrenador, que iba a ser una temporada dura, que habría poco presupuesto y que iba a enfadarme, cuando yo nunca puse problemas y he manejado en todo momento la plantilla que se pudiera tener.

¿Lo que más le duele son los tiempos?

Sí, porque me dejan sin margen de maniobra y me hacen salir del club dañándome todo el recuerdo que pueda tener de estos años. Queda totalmente empañado por todo esto que ha ocurrido y porque no se ha sido sincero conmigo. Yo sé que estos dos últimos dos o tres días, tras haberme explicado su postura y habernos dado un tiempo para tratar de arreglarlo, ya tenían a otro técnico firmado. Me decían que se lo pensaban, yo estaba esperando y por detrás me llegaba la verdad. Algo que por cierto ni siquiera me han reconocido abiertamente.

¿Desde hace cuanto tiempo sabía que el club estaba en negociaciones con Iurgi Caminos?

De lo de Iurgi me enteré el mismo día 20, cuando me dijeron que quizá no seguiría. Luego, en ese periodo de espera que me habían pedido y en el que no me moví tampoco para buscar nada, me llegó que el día 22 el contrato ya estaba firmado. Intenté hablarlo con Óscar Vázquez para que me lo confirmara y no me hiciera perder más tiempo y estuvo los últimos dos o tres días sin coger el teléfono ni contestar mensajes. Duele sobre todo eso, que después de siete años en el club, siete años en los que creo que hemos conseguido todos juntos muchos éxitos deportivos, ni siquiera tenga la decencia de dar la cara.

La suya no es la primera salida con cierta polémica. Antes se dieron las de, entre otros, Santi Abad y Ander Ortiz de Pinedo. ¿Qué sucede en el seno del Araberri? ¿Por qué suceden estas cosas?

En un club pequeño como este se deberían portar mucho mejor con la gente. Creo que hay una falta de humanidad y sensibilidad tremenda. Mi caso lo veo así y los otros que me has comentado me parecen similares. Deberían tener más respeto a las personas y más calidad humana. Un día si te necesitan recurren a ti pero al siguiente te tiran como un pañuelo usado. Ahora mismo se está renovando a jugadores que el presidente no quería e incluso a alguno lo puso verde este verano cuando yo planteé su continuidad. Pero al final se van cayendo las caretas. También a nivel de agentes y gente de otros clubes se empieza a ver las cosas como son.

Usted estaba dentro cuando se produjeron algunos de estos episodios. ¿Se arrepiente de no haber actuado de otra manera?

Sí y no. Es evidente que, con la salida que he tenido, creo que en determinados momentos debería haber tomado otras decisiones, pero también pienso que si lo hubiera hecho, habría caído antes. Igual me habría venido mejor para mi salud mental. Hay cosas que piensas que deberías hacer pero por el bien del club no lo haces. He visto situaciones injustas con algún jugador, pero en el momento piensas que el siguiente puedes ser tú. Yo me voy a ir con la cabeza alta por mi trabajo. He hecho lo que tenía que hacer. El problema es que me metí en un nido de víboras y en algún momento me tenían que picar. No es tanto por algo que pueda haber hecho mal, sino por la calidad de la gente de la directiva.

Más allá de su relación con Óscar Vázquez, pensando en la afición, en lo que se ha conseguido sobre la cancha, su recuerdo de esta etapa no puede resultar negativo. También en lo personal ha crecido muchísimo.

La verdad es que hemos ido creciendo mucho hasta llegar a una categoría semiprofesional en la que a todo el mundo le gusta estar. Cuando empiezas en esto sueñas con tener una trayectoria como la que he tenido en este club. La verdad es que las formas han empañado el adiós, me dejan un recuerdo bastante amargo, pero estoy convencido de que se irá dulcificando con el tiempo.

¿Qué perspectivas tiene ahora? No parece que a estas alturas de año vaya a ser fácil encontrar sitio en los banquillos.

Sí, está muy complicado. Me tocará posiblemente descansar y formarme para el futuro. En España está prácticamente todo cerrado y sí que tengo alguna posibilidad en el extranjero, porque hay gente que me quiere echar una mano y me plantea esta posibilidad. Ya veremos. Si hay que estar un año parado o esperar hasta diciembre, tendré que asumirlo.