Baiona. En la cima del Monte da Groba, a Gorka Gerrikagoitia le queda muy poco por decir de lo ocurrido. "Ya se ha visto bastante". El director de Euskaltel ha analizado con rapidez la sucesión de acontecimientos y la conclusión se acerca, antes de hablarlo con el propio Samuel, a un cóctel en el que se mezclan el esfuerzo de la crono del sábado porque esos ejercicios intensos y explosivos pasan factura, la calma con la que se corrió toda la etapa hasta la base del Monte da Groba y el repentino acelerón del Movistar. "Puede pasar que en este tipo de etapas tan cómodas el cuerpo no sea capaz de ponerse a punto y luego no pueda asumir ese calentón". En ese incendio que provocó el Movistar sin pensar seguramente que algo así pudiese ocurrir se quemaron las aspiraciones de Samuel de ganar la Vuelta.

Estructurado todo en torno a la figura del asturiano -Galdeano les había dicho a los corredores que entendía la situación complicada que atravesaban tras el anuncio de la desaparición del equipo pero les pidió que fuesen profesionales y que más que por el interés personal velasen por los objetivos colectivos, que no era otro que el de luchar por ganar la Vuelta con Samuel-, a Euskaltel le toca borrar ese esquema de la pizarra y rehacer el plan.

Busca otro, la pelea por ganar el mayor número posible de etapas, el que sea, que le mantenga enganchado a la Vuelta y se niega a asumir que el de ayer es el verdadero nivel de Samuel. "No es normal lo que ha ocurrido", reaccionó Igor González de Galdeano, que reconoce el golpe que supone que su líder se haya despedido tan pronto de la lucha por la Vuelta pero apuesta por mantener el orden jerárquico en la formación.

"Sigo pensando que Samuel está en muy buena forma y que va a demostrarlo. Esto ha sido un palo, algo que no esperábamos y que ha llegado tan de repente que nadie nos lo podemos explicar. Ni siquiera él. Pero ha pasado y no hay vuelta de hoja. Lo que nos queda es mirar para adelante para pensar cómo vamos a afrontar la Vuelta a partir de ahora", reflexionó el mánager del equipo vasco.

El foco, claro, se centra en Samuel, que si lo de ayer fue realmente un accidente debido al esfuerzo de la crono, la comodidad de la etapa y el calentón final, volverá a estar en su sitio, con los mejores, en los momentos trascendentales de la carrera. "Pero habrá que ver cómo reacciona mentalmente", dice Gerrikagoitia. Samuel es de los que saben encajar los golpes. Cuando las cosas se tuercen -la caída que le retiró del pasado Tour o la dolorosa derrota ante Andy Schleck en los Alpes en 2010- recuerda su experiencia vital. El cáncer que se llevó a su madre y el viaje a Euskadi con la mochila de ilusión por ser ciclista. Frente a eso, todo lo demás se relativiza. "No pasa nada", dijo ayer nada más cruzar la meta sabiendo lo lejos que se le quedaba la Vuelta; "esto es ciclismo, es deporte, y a veces pasa. No hay que hacer un drama, hay que mantener la calma y seguir trabajando".

Fernández de Larrea, a casa No le queda Vuelta que replantearse a Koldo Fernández de Larrea después de que decidiera no tomar la salida ayer en Pontevedra. Después de la caída en la crono por equipos en la que se golpeó con dureza todo el costado izquierdo del cuerpo, el velocista alavés del Garmin decidió seguir en carrera hasta que un mareo por el dolor cuando viajaba en el autobús a la salida de la etapa de ayer le hizo desistir de su deseo inicial. "No tenía sentido", reconoció Fernández de Larrea, que es posible que tenga fisurada una costilla.