hubo un tiempo en el que todos creímos que lo nuestro sería para siempre, que algo tan bonito no podía acabar nunca. Más tarde, la realidad no hizo entender de golpe y porrazo que todo tiene su fin, pero aún entonces seguimos sin querer abrir los ojos. La sociedad vasca es consciente de los apuros económicos de nuestro tiempo y que las entidades deportivas no podían ser ajenas a ellos. Hace poco eran las chicas del Hondarribia-Irun las que veían cómo todo se desmoronaba a su alrededor cual castillo de naipes, incluso viniendo de jugar en Europa, pero tanto en aquel caso como en este no hay que echar la culpa a las instituciones. Este proyecto ha llenado de ilusión a mucha gente durante mucho tiempo y ahora toca a su fin por problemas que se nos escapan a los aficionados y a los dirigentes, pero la causa no es óbice para que se le hubiese brindado un final como es debido al equipo. El problema son las formas.

El año pasado, no entiendo asesorados por quién, Euskaltel decidió cambiar la filosofía del equipo para lograr la licencia WorldTour para los próximos cuatro años. Lo único que se consiguió con aquella decisión fue despeñarse precipicio abajo cuatro días después. Poco tardaron en darse cuanta de que el proyecto ya no era viable y todo el equipo, incluidos auxiliares y personal técnico, ve ahora cómo el edificio tan cuidadosamente alzado se viene abajo. Desde mayo se venían oyendo rumores de que podrían cerrar el grifo a no mucho tardar y si no se ha anunciado mucho antes ha sido por que en la administración han estado de vacaciones. El 31 de agosto era una fecha límite como podría haber sido cualquier otra, pero que la continuidad de Euskaltel-Euskadi era inviable estaba clarísimo desde la Clásica de Donostia.

Pero no es momento de buscar culpables. Ahora toca despedir a la marea naranja de la mejor manera posible y la Vuelta presenta una buena posibilidad para ello. El cuarteto formado por Samuel, Igor, Nieve y Landa no va a tener problemas en encontrar equipo pero en el caso de Egoi, Verdugo, Azanza... será diferente. Así que, ya se sabe, el último putxi. Los ciclistas tendrán libertad para meterse en las escapadas, ganar quizás alguna etapa, pero sobre todo dejarse ver. Darán espéctaculo para los aficionados seguro.

Por cierto, este sería un buen momento, por qué no, para que alguien diese un paso adelante con algún engendro de equipo e intención de empezar paso a paso. Con tiempo y no menos calma brotan estas cosas, ahí está el ejemplo del Caja Rural, haciéndolo muy bien y subiendo escalones poco a poco. Algo tenemos para aprender.