Moscú. Bohdan Bondarenko retribuyó el fervoroso apoyo del público ucraniano con el título mundial de altura y un salto de 2,41 metros sin precedentes en la historia de los campeonatos del mundo, en una final con los medallistas por encima de los 2,38.

Por momentos peligró, incluso, el viejo récord mundial del cubano Javier Sotomayor. Con el listón en 2,46, un centímetro por encima de la plusmarca, Bondarenko no anduvo lejos de acertar en su segundo intento. El catarí Mutaz Essa Barshim, que este año también había superado los 2,40, se llevó la medalla de plata con 2,38 y el canadiense Derek Drouin, con la misma altura, adornó con la de bronce su récord nacional, un año después de conseguir también el bronce olímpico.

La disciplina de altura llevaba trece años sin registrar un solo salto por encima de los 2,40, desde que el ruso Vyacheslav Voronin los superó en Londres el 5 de agosto del 2000, pero en 2013 lo han hecho dos: Bondarenko y Barshim (2,40). Dos por encima de 2,40 es algo que no ocurría desde 1991. Bondarenko se presentaba, por tanto, como favorito, y no sólo por sus marcas, sino porque contaba con el ruidoso apoyo de la colonia ucraniana que un día tras otro concurre al estadio Luzhnikí formando en la grada los colores azul y amarillo de la bandera nacional.

El listón en 2,32 seleccionó a siete. Bondareko, muy seguro se sí mismo, esperó a los 2,29 para debutar, declinó atacar los 2,32 y se fue directamente por los 2,35, que superó a la primera, como Barshim, el ruso Ivan Ukhov -campeón olímpico- y Drouin. Barshim y Drouin saltaron 2,38 -récord nacional para el canadiense-, en tanto que Bondarenko se reservó para los 2,41 en una decisión arriesgada pero que reflejaba una enorme confianza.

Una vez que el campeón olímpico, Ukhov, falló en 2,38, quedaban tres en competición. Bondarenko, empatado hasta ese momento con Ukkhov en el tercer puesto, sentenció la contienda al superar, a la segunda, los 2,41. Después, ya con el oro en el bolsillo, atacó, sin éxito, los 2,46. Sólo una vez este año, en Shanghái, Bondarenko se había inclinado ante Barshim, y sólo por haber cometido un nulo más, pues los dos hicieron igual marca de 2,33. En la reunión de Lausana, el 4 de julio pasado, Bondarenko ejecutó el mejor salto en 19 años, volando sobre el listón situado a 2,41 del suelo, y a continuación ordenó elevar la barra hasta los 2,46 para batir el récord de "Soto", conseguido el 27 de julio de 1993 en Salamanca con 2,45. No lo consiguió, como tampoco en Londres, hace dos semanas, pero Bondarenko empieza a perderle el respeto a esa altura.

Jornada agridulce para España El atletismo español vivió una sexta jornada de los Mundiales de Moscú agridulce después de que Ángel Mullera solo pudiera ser undécimo en los 3.000 metros obstáculos, una cita en la que el keniata Ezequiel Kemboi logró su tercer oro consecutivo, y Ruth Beitia entrase en la final de salto que se disputará hoy.

El ritmo keniata fue excesivo para el campeón de España. Los africanos dominaron la prueba pero la experiencia de Kemboi pudo más que la de sus compatriotas. El atleta de 31 año lograba su tercer oro mundial. Mullera estuvo en su tiempo de las semifinales pero no pudo entrar al menos entre los ocho primeros clasificados.

Aún así, después de la prueba el catalán ya pensaba en la cita continental del año que viene en la ciudad de Zurich.

Además, la sexta jornada en el Luzhniki trajo cinco campeones del mundo más. Para dos países, Colombia y Trinidad y Tobago, fue una día especial. Jehue Gordon lograba el oro en los 400 metros vallas imponiéndose por milímetros a Michael Tinsley, el primer título mundial para su país en 16 años. El serbio Emir Bekric fue medalla de bronce. En la prueba femenina, la atleta checa Zuzana Hejnova logró el oro con la mejor marca del año por delante de las estadounidenses Dalilah Muhammad y Lashinda Demus.