el Masters 1000 de Cincinatti, que se disputa hasta el próximo domingo, vuelve a poner en liza a las cinco mejores raquetas del mundo, tras el regreso del defensor del título, el suizo Roger Federer, que renunció a participar en Montreal, y tendrá a los principales favoritos con la mente puesta en el US Open.
El serbio Novak Djokovic, número uno del mundo; el escocés Andy Murray, campeón olímpico; el español Rafa Nadal, vencedor del pasado Masters 1000 de Canadá; David Ferrer, número cuatro del mundo, y el suizo Roger Federer, defensor del título, buscarán un trofeo que les podría hacer afrontar con garantías el siguiente Grand Slam del año, el US Open, el próximo mes de septiembre.
En Ohio, Nadal dispondrá de una nueva oportunidad para lograr su noveno mordisco del año, tras conquistar el pasado domingo el Masters 1000 de Canadá ante el local Milos Raonic. Los 1.000 puntos conseguidos en Montreal le auparon este lunes al tercer puesto del ranking ATP, y con Cincinnati y el US Open por delante, en los que sólo puede sumar -no pudo competir la temporada pasada-, el balear se prepara para acosar a Djokovic.
Sin embargo, el de Manacor no suele brillar en esta cita donde sólo acumula dos semifinales, en 2008 y 2009, ambas con derrota ante Djokovic, y también podría toparse en el mismo lado del cuadro con el suizo Roger Federer, ganador de la pasada edición y que no faltará a uno de sus torneos favoritos, que ya ha ganado en cinco ocasiones.
Frente a la elocuencia de los resultados desde que reapareció tras su más que prolongada ausencia, flotaba una evidente preocupación alrededor del rendimiento de Nadal en esta gira norteamericana de pista dura, donde generalmente nunca se siente cómodo y cosecha sus resultados más discretos. La derrota contra Darcis en la primera ronda de Wimbledon había encendido las alarmas. Nunca antes cayó de forma tan precipitada en un grande. Como suele ocurrir en estos casos, comenzaron entonces sucesivos debates respecto a la idoneidad de haber renunciado a un torneo previo de preparación sobre hierba. También se temió por la evolución de esa rodilla izquierda sobre la que él mismo, ya fuera con palabras o respetuosos silencios, confesaba una cierta inseguridad no desmentida por la concatenación de éxitos.
atacar el número 1 Sorprendió incluso el largo período sin competir, después de especularse con la presencia en alguna fecha fuera de programa como consecuencia de la temprana caída en el All England Club. El tiempo de tregua fue similar al de Djokovic, aunque el balcánico prosperó hasta la final perdida en Londres ante Andy Murray. Normalmente, el zurdo necesita afinar mejor las cuerdas sobre el terreno para alcanzar su punto de combustión. Lo consiguió pronto esta vez, anotándose con toda justicia la primera victoria en tres años ante Nole en superficie rápida al aire libre en un choque de alta tensión en el que una de sus bolas llegó a impactar incluso en la cara del actual número 1 mundial .
La final del Abierto de Estados Unidos de 2010 había constituido el último triunfo del español frente al hombre que le había amargado la existencia en los últimos tiempos. Nadal, sin embargo, ha trabajado como acostumbra a lo largo del verano. En esta ocasión, aconsejado por su tío Toni, introdujo una variante táctica determinante en la semifinal: atacar la derecha de Djokovic. Si en los enfrentamientos con Federer, la estrategia de erosión resulta más evidente, ante Nole se requieren soluciones de mayor envergadura. Ahora da la impresión de que hay un síndrome Nadal entre sus más insignes adversarios. Es lícito manejar las hipótesis de que el ganador de ocho títulos en lo que va de curso y el líder en la Carrera de Campeones atente contra el número uno de Djokovic y abra, al final del año o tras el próximo Abierto de Australia, su tercera etapa en el tejado del tenis mundial.