El sábado por la mañana Mikel Astorkiza, director corporativo de Basque Cycling Pro Team, fundación que gestiona el equipo ciclista Euskaltel, se subió al autobús del conjunto vasco antes de que arrancara la Clásica de Donostia y, ya saben, les contó lo negro que pintaba el futuro del equipo naranja, que no asoma ningún patrocinador en el horizonte que esté dispuesto a hacerse con las riendas del proyecto y que, por eso, y ya que la empresa de telefonía no tiene intención de seguir en el ciclismo porque les sale más caro de lo que esperaban, les concedían la carta de libertad para que se fuesen buscando equipo. El gesto iba dirigido a aquellos que tienen uno o dos años más de contrato, que son catorce ciclistas. Uno de ellos levantó la mano como en la escuela después del discurso de Astorkiza y le dijo que vale, que eso estaba muy bien, pero que qué pasaría con los que no lograran colocarse en otro lado. Entonces, le respondió, está claro que la empresa asumirá su responsabilidad y cumpliría lo firmado con los que no encontrasen un nuevo futuro en el que, quedan poquísimas esperanzas, no estará Euskaltel, el equipo de toda la vida que, contradiciendo aquella frase célebre, tiene fecha de caducidad.

"Esto es el final", reacciona uno de los ciclistas que se enteran la tarde del sábado de lo de la carta de libertad y de lo negro que está todo y que, queriendo ver algo de color en este asunto, habla de posibles soluciones, en plural. Como la de volver a los orígenes para ser de nuevo un equipo pequeño, de cantera, con mucha fuerza interna pero, eso sí, limitado en recursos y, por supuesto, fuera del World Tour, sin recordar que Euskaltel ya ha descartado esa posibilidad y que no desea continuar de esa manera.

La solución que queda, por tanto, es la de la llegada de un patrocinador que herede el equipo, lo que tampoco asegura la permanencia de nada ni de nadie a no ser que comprase la sociedad, Basque Cycling Pro Team que ahora pertenece a Euskaltel, lo que sí le obligaría a respetar los contratos y el personal. Si solo adquiriese la licencia World Tour, como es el caso de Trek respecto a RadioShack, no tendría ningún compromiso adquirido por la sociedad y podría estructurar el proyecto a su gusto.

Las salidas Quedarían en el alambre los ciclistas, pero también los auxiliares, mecánicos, directores y demás. En total, algo más de cincuenta personas.

"Y está claro", aseguran algunos miembros del equipo, "que el destino de muchos va a ser el paro porque no veo posibilidad de que se coloquen estando el mercado como está. Y ya sin Euskaltel, pues mira, solo quedan Movistar y Caja Rural en España y no hay sitio para todos. Y en el extranjero, pues peor me lo pones". Apenas hay salidas.

A otros, lo de la carta de libertad que es la antesala del anuncio del destino trágico del equipo no les coge tan desprevenidos, se lo olían desde hace tiempo porque veían señales, indicios, de lo que acabará ocurriendo y ya se han movido, han preguntado y mirado por ahí mientras esperan a que ocurra algo parecido a un milagro que cambie de color ese futuro negro.

Otros como Igor Antón, que tiene aún la mirada pura y apasionada de los niños, se negaron a verlo, confiaron, creyeron en una solución y no asumieron la dura realidad hasta que el sábado escucharon de boca de la propia empresa -Astorkiza- lo mal que está todo. "Aunque claro, por lo que escuchábamos era algo que se podía ver venir. Lo que pasa es que quieres creer que no puede ser que un equipo como este acabe de esta manera, de repente, sin que nadie haga nada por salvarlo", sostiene incrédulo el galdakoztarra, que añade que "tal vez ahora la gente no se dé cuenta de lo grave que es esto, pero, si es que llega a confirmarse la desaparición, empezarán a ser conscientes de todo lo que se pierde".

"Ahora", abunda Antón, "la gran pena es que algunos tendremos suerte de poder seguir y otros, no".

Igor es de los que tiene posibilidades por palmarés, prestigio, calidad y edad, y, después de escuchar lo que escuchó el sábado en el autobús, no tardó en descolgar el teléfono para buscar una salida por lo que pudiera pasar.

Como Antón, de todas maneras, no hay muchos. Está Mikel Nieve, claro, que después de su gran Tour y el cuarto puesto de la Clásica le deben de llover las ofertas. Y, como al navarro, a los hermanos Izagirre, que siempre viajan juntos y son dos corredores apetecibles. ¿Y Samuel? Lo que dice el ovetense, el único con dos años más de contrato con Euskaltel, mientras se entrena en Sierra Nevada preparando la Vuelta es que todo lo que está pasando es muy desagradable pero que habrá que esperar, rezar un poco y confiar en que algo ocurra. "¡Ojalá que aparezca un patrocinador!", desea.

La esperanza de la salvación no ilumina a muchos más. Landa, Urtasun, Verdugo, Peio Bilbao... ¿Pero dónde cabrán si no hay equipos y a qué precio si los pocos que hay se aprovecharán de la situación?

Hay quien ya lo ha hablado con su pareja en los largos paseos de las tardes de verano y ha tomado la decisión de mantener, al menos, su orgullo intacto, y no seguir de cualquier manera, raspando el salario mínimo en una oferta que, también es cierto, no les llegará a todos.