VITORIA. como viene siendo habitual desde épocas inmemoriales, la Liga de Fútbol Profesional (LFP) echará a rodar en agosto, y los 20 mejores equipos del estado pelearán durante 38 jornadas por objetivos en mayor o menor medida ambiciosos. Tres viejos conocidos de vuelta a la élite; Almería, Elche y Villarreal; dos grandes favoritos para ganarlo todo; Barça y Real Madrid, y un solo campeón en mayo, aún por decidir. Un año más, el espectáculo estará servido en la cima del fútbol mundial. No obstante, el mercado estival está aportando una nota discordante a la habitualmente afinada sinfonía de la Liga, y esta ha sido común entre todos los clubes participantes. Se trata del fenómeno de la bajada general de gastos en las plantillas y la consiguiente emigración de futbolistas a competiciones extranjeras.
La crisis no está dejando apenas ningún sector a salvo, y el fútbol no iba a ser la excepción que confirma la regla. Para muestra un botón. Según los datos ofrecidos hace escasas fechas por el CSD, el capital invertido por los clubes de Primera División la temporada pasada y esta ha sufrido una reducción de 1.256 a 1.098 millones euros, nada más y nada menos que 158 millones menos. Si obviáramos la presencia de los dos grandes, la diferencia se acentuaría aún más, ya que los gastos totales de los 18 equipos restantes la temporada pasada fueron de 749 millones y en la actual se reducirán en torno a 108 millones, lo que supone un 15 % menos de gasto. Números poco halagüeños para una Liga cuyos clubes participantes atesoran además una astronómica deuda de más de 660 millones de euros.
El verano comenzó con el sonado fichaje de Neymar por el Barça, un auténtico crack mundial que ya ha demostrado su valía entre los mejores con su soberbia participación en la Copa Confederaciones. Caviar del bueno para un mercado hambriento que, sin embargo, desde entonces ha tenido que conformarse con poco más para paliar su maltrecha situación. Los cifras en sí no son, quizás, tan corpóreas como para asustar al aficionado medio del deporte rey, pero sí son datos válidos para explicar la innegable fuga de talentos que está sufriendo la Primera División en la presente campaña.
Radamel Falcao, Thiago Alcántara o Fernando Llorente son solo algunos de los grandes nombres que han emigrado en busca de refugio a otras competiciones europeas, otrora incapaces de competir con la LFP. Especialmente reseñable es el caso del primero, quien con su traspaso al Mónaco por 60 millones encabeza la lista de los traspasos más costosos hasta la fecha. Lo cierto es que prácticamente la totalidad de los clubes está viendo cómo sus mejores jugadores preparan las maletas rumbo a Alemania, Inglaterra, Italia o Francia y, tamaña es la magnitud del problema, que en la mayoría de los casos los ingresos no están pudiendo ser invertidos en nuevos fichajes, pues están sirviendo para sanear las maltrechas arcas de los equipos, ávidas de millonarios ingresos. Incluso Ligas más pequeñas y desconocidas como la portuguesa, la rusa, o la árabe están echando sus redes en el campeonato estatal, algo insólito hasta la fecha.
un éxodo inevitable La Primera División no es un oasis en mitad del desierto en el que está sumergido el país actualmente, y los dueños de los clubes de la Bundesliga y la Premier League, junto con los de las cada vez más pujantes Calcio y Ligue 1, son plenamente conscientes de ello. Los alemanes, debido a su estabilidad económica, y los ingleses, por la inyección de capital de jeques que no entienden de crisis, sumado a la grandeza de sus siempre abarrotados estadios, aprovechan las horas bajas del, otrora, unánimemente considerado como mejor campeonato doméstico del mundo
Ejemplos como el del Sevilla, que ha tenido que vender a dos de sus mejores efectivos como eran Jesús Navas y Álvaro Negredo al Manchester City, o el de sus vecinos béticos, que han sido obligados a traspasar a Alejandro Pozuelo y José Alberto Cañas al Swansea y a Adrián al West Ham, están marcando la tónica del mercado estival. La lista de fugas es larga: Aspas (Liverpool), Munúa (Fiorentina), Iriney (Watford) o Palop (Bayer Leverkusen) apoyan la tesis de que el torneo español está perdiendo fuelle. Ya no se trata de casos aislados como el del joven Cesc Fábregas, que emigró al Arsenal y volvió al Barça convertido en una gran estrella, sino que cada vez es más un continuo éxodo de talento para el que no se encuentra freno. Por si fuera poco, no deja de ser sorprendente que cada vez más jugadores españoles se buscan la vida en el extranjero, teniendo en cuenta que se trata de la selección campeona del mundo y doblemente europea en los tres últimos grandes torneos. Al menos, nueve de los 23 jugadores que compitieron en la mencionada Copa Confederaciones jugarán en otro lugar el próximo curso, lo que asciende hasta 230 el número de seleccionables por Del Bosque que no competirán a nivel doméstico en la 2013-14. Más allá de la puntualizable fortaleza de Barça y Real Madrid, la Liga está viendo cómo muchos de los valores que estaban llamados a llenar de grandeza a sus clubes están abandonando un barco que aminora inexorablemente su marcha y cada vez atisba desde más lejos la popa de sus competidores.