Le Grand Gornand. A las 16.30 horas o así alguien apaga la luz y se hace de noche en los Alpes. Entonces, son los faros los que hacen de guía e iluminan a Rui Costa, que se abre paso montaña arriba. Corre hacia las nubes negras que envuelven la montaña. Llueve sobre el cuerpo del portugués. ¿Y Mikel Nieve? Viene por ahí desplumado, desgastado por los días y las palizas, y fíjate que es duro el navarro que tiene ya dos reinas, la de la Vuelta a España de 2010 que acababa en Cotobello y la del Giro de Italia de 2011, la de los Dolomitas y la avalancha de Nieve. "Y mira que la circunstancia era idónea, similar a aquellas, pero, claro, el Tour es otra cosa. Te metes en la fuga y tienes al lado al que ha ganado la Vuelta a Suiza, a otro que ha hecho no sé cuantos podios en el Tour, al que ya ha ganado una etapa y busca otra, al de la montaña? La victoria se vende carísima", dice Igor González de Galdeano, que esperaba a Igor Antón en la fuga, ese era el plan, y apareció Nieve, que enseguida le dijo por la radio que no iba bien, que no tenía su mejor día. Al cruzar la línea de meta le preguntaron qué tal estaba. Y el navarro levantó una mirada furtiva y disparó. "¡Mal!".

Lo asumieron como una realidad inalterable en la intimidad del coche de Euskaltel-Euskadi, donde este año en el Tour sobra espacio. "Vamos con bocadillos de menos", dice Galdeano, que une esa circunstancia, ninguna visita oficial durante toda la carrera francesa, ni en los Pirineos ni en los Alpes ni en ningún lado, al destino inmediato y trágico del equipo. "Creo que la decisión está tomada", opina; "y creo también que este es el último Tour de este equipo como tal, como Euskaltel y como Euskadi, porque no hay señales que indiquen lo contrario. El Tour se acaba, el teléfono no suena y? Si el proyecto continúa, y para eso hay todavía caminos abiertos, será como otro proyecto, nuevo y distinto". Es lo que piensa Galdeano, que por la mañana en Bourg d'Oisans, a los pies de Alpe d'Huez, está apoyado en el coche con la mirada perdida y seria pensando, quizás, en todo eso que teme que pueda ocurrir, en que el equipo que debutó hace doce años y pintó los Pirineos de naranja puede desaparecer del privilegiado paisaje del Tour de Francia.

Le quedarían, por tanto, a Euskaltel-Euskadi, dos días de existencia en la carrera que le hizo grande como equipo y en la que exhibió el nombre de Euskadi en todo el mundo. Pocas cosas vascas hay tan conocidas en el extranjero como la marea naranja y el equipo ciclista, los valores que representa y la filosofía, rota, eso sí, hace unos meses para agarrarse al World Tour, la liga de la globalización. En dos días busca el equipo de Galdeano la cuarta, ¿la última?, victoria del equipo tras las de Roberto Laiseka (2001), Iban Mayo (2003) y Samuel Sánchez (2011), lo que demuestra lo difícil que es ganar en el Tour de Francia.

El clavo ardiendo No pudo ayer Nieve. "Y mañana -por hoy- está casi imposible porque los de la clasificación general se van a pegar por el podio, por la etapa, por todo", explica el mánager general de Euskaltel-Euskadi, que, sin embargo, abre un pequeño silencio por el que se cuela, al poco, el nombre de Igor Antón, que ayer estuvo con los favoritos cuando arrancó Purito en la parte final de La Croix Fry.

"¡Ojo con él! Le vais a ver ahí. Será un gran Igor porque es una etapa corta y explosiva, está bien y, lo más importante, se está convenciendo de ello poco a poco", prosigue. "Igor me ha sorprendido muchas veces y puede volver a hacerlo. En este Tour va diciendo que no va, que no va, y empieza a dar pedales, se ve bien como hoy y se da cuenta de que no va tan mal", abunda para acabar diciendo que a Antón se le va a hacer corto este Tour de Francia que puede ser el último que dispute Euskaltel-Euskadi.