Bilbao. Siempre he estado ligado al ciclismo. Casi desde la cuna. Recuerdo cuando era pequeño que soñaba con ver que la Vuelta a España pasaba por Andrakas (mi localidad natal), que animaba a los txirrindularis desde la cuneta, que lo vivía desde dentro? El Tour era otro cantar. Era diferente. Lo veía tan lejano que ni me lo planteaba, así que os podéis imaginar la alegría e ilusión que sentí cuando acudí a mi primer Tour, allá por el año 2001. Fue especial por ser el primero: soñaba con ese día, y se hizo realidad. Me emocioné tanto que jamás lo olvidaré? Pero también lloré mucho.

Si echo la vista atrás los recuerdos me asaltan? Han sido 12 años en la Grande Bouclé, no he fallado ninguno. Si he de quedarme con un recuerdo, me emociona especialmente la asistencia de nuestro lehendakari Juan José Ibarretxe en la salida del Tour 2007. Fue uno de los mejores momentos. La emoción fue grande y el orgullo de ver a Euskadi en lo más alto, también.

Durante todos estos años de vivir el Ciclismo con mayúsculas desde el Tour, lo más significativo del Equipo de la Fundación Ciclista Euskadi, poseedor desde su nacimiento de licencia UCI World Tour, ha sido el que los responsables de esta carrera, desde el primer momento, comprendieran nuestra filosofía, la que hemos seguido desde los inicios: formar y trabajar con corredores hechos o nacidos en Euskadi. Que se reconociera y valorara su importancia es todo un orgullo.

Me quedo también con la afición. Tengo en la mente grabado a fuego el apoyo de los seguidores txirrindularis, de los Pirineos, personas que desde el primer momento nos hicieron sentir muy queridos.

La influencia y repercusión que tuvo la presencia de un equipo como el de Fundación Ciclista Euskadi en el Tour es inconmensurable. Hace tres años, cuando las cosas no estaban bien, me llamaron los máximos dirigentes de la ronda gala para decirme que el Tour necesitaba un equipo como el nuestro, y que nosotros, a su vez, necesitábamos el Tour. No lo olvidaré nunca.

Pero, como en todos los ámbitos de la vida, también hay momentos malos, y todo no ha sido un camino de rosas. Ha habido de todo, como en botica. Desde sensaciones de alegría hasta muy malos momentos.

No quiero dejar pasar la ocasión de rememorar la etapa que ganó Roberto Laiseka en 2001. Fue nuestro primer Tour y nuestra primera victoria. No se imagina nadie qué especial fue ese momento. Recuerdo que me pasaba por la cabeza lo privilegiado que era por estar persiguiendo un sueño. Llegó en el mejor momento para nosotros, ya que el equipo se tambaleaba por el positivo de Txema del Olmo, que siempre he insistido en que fue más político que positivo deportivo. Lo pasamos muy mal, pensando que a pesar de ser los más queridos, teníamos que abandonar el Tour. Y llegó la victoria. En el momento justo. Nos sirvió para olvidar todos los palos que había recibido la Fundación Ciclista Euskadi, para que el nombre de Euskadi no caiga jamás en el olvido. Allá donde vaya.