En Gap, qué calor, el aire que quema no deja que se refresque la memoria. A Rui Costa, que acaba de ganar su segunda etapa en el Tour tras la de 2011 en SuperBesse, le piden que cuente por qué estuvo cinco meses sancionado hace años (un problema con una barrita contaminada que quedó aclarado y zanjado) y el portugués dice que no, que hoy el pasado no toca. "Hoy solo hablo de hoy, de lo feliz que estoy". Lo dice acalorado. Por el aire de Gap adonde Costa llega diez minutos más rápido que el grupo de los favoritos, que sube y baja encendido el pequeño col de Manse, menos duro que histórico. Siempre se lía. Ayer también. En la subida -Purito la encendió y luego Contador atacó varias veces sin conseguir despegar a Froome- y después en el descenso. "Han tomado muchos riesgos, demasiados", protestó con la boca pequeña el líder en el horno de Gap. Estaba quemado y recordó a Beloki, su caída de 2003. "Mira todo lo que perdió él en un momento". En una curva.

A Joseba los últimos diez 14 de julio le han dejado frío y triste. Se le llena el móvil de mensajes que le recuerdan aquel dolor y no digiere que la historia del Tour le guarde un hueco más grande por caerse que por subir al podio tres veces. Con todo, no olvida lo que pasó. A Azevedo de rodillas calmándole el dolor y secándole las lágrimas como amatxu a su niño recién caído; las ganas de volver a subirse a la bicicleta, ese esfuerzo inútil y frustrante; la pelea contra Armstrong, que seguía su rueda, supo esquivarle y, más hábil aún, salió despedido ladera abajo por la hierba, se mantuvo en pie y apareció intacto en la curva siguiente; recuerda Beloki la velocidad, aquel tubular que se despegó y el calor de Gap, claro, la carretera ardiendo y la brea líquida en la que se hundió su bicicleta, la zarandeó y le descabalgó. Allí quedó tendida para siempre la leyenda de Beloki en el Tour.

el día de rui costa El mismo calor de entonces, ojo que arden los Alpes gigantescos al fondo, ayer en Manse. El golpe del sol reflejado en un surco salino del maillot azul de Rui Costa. El portugués estaba en el grupo gordo de fugados con gente tan peligrosa como Gilbert, Voeckler, Meyer, Albasini Velits, Kloden, Roche, Astarloza y una veintena de ellos más. Los derritió a todos con un ataque que le bastó para perderse en el horizonte. La diferencia le permitió bajar tranquilo y prudente, coger el cruce de La Rochette y enlazar con el descenso estrecho por el que se tiró Beloki hace diez años para inquietar a Armstrong antes de entrar en meta y negarse a recordar el pasado. "Solo hablo de hoy", les dijo a los arqueólogos.

Hoy era su etapa y también la de los favoritos que venían más de diez minutos por detrás con el Katusha y Purito prendiendo fuego al pelotón nada más posarse en las primeras rampas del col de Manse, lo que provocó una escabechina inmediata que eliminó a todos los que no están metidos en la pelea, incluido a Nieve y su maillot de lunares rojos que estrenó ayer aunque en realidad pertenezca a Froome y a Laurens Ten Dam, que era quinto al inicio de la etapa y al acabar le cedió ese puesto a Quintana, que, por primera vez en el Tour, permaneció quieto y a rueda durante la subida.

Los ataques fueron de Contador. Tres no muy salvajes del chico de Pinto que, dijo él luego, son reflejo de que las piernas le van cada vez mejor, y uno más de su fiel Kreuziger que dejó sin aire a Richie Porte y obligó a dar la cara a Froome. No tuvo demasiados problemas el líder en acelerar el paso y en acercarse a la rueda del abnegado gregario de Contador para imponer una calma que hizo que Porte regresara a su lado. Así fueron hasta la cima.

El aire seguía quemando y Contador no quiso que aquello se apagara. Así que se lanzó en el descenso en busca de un punto débil de Froome, que aceptó el reto y se colocó a su rueda. Bajaban desbocados por la carretera estrecha de La Rochette, la de Beloki. Todos en fila siguiendo a Contador. Hasta que el grupo -el madrileño y el líder, pero también, Quintana, Valverde, Purito, Mollema, Kreuziger y Porte- entró en una curva cerrada a la derecha tapada por los árboles y Contador no salió. Se había quedado pegado al asfalto.

Fue por eso, explicó luego, por lo que se cayó. Porque el asfalto estaba derretido, le agarró el tubular y le tiró. Y a su rueda, Froome, como Armstrong hace diez años, la misma película, supo esquivarle con habilidad para acabar, también como el tejano, sobre la hierba por la que fue un rato conservando al equilibrio hasta que, ya no tan hábil como Lance, lo perdió y tuvo que sacar el pie derecho de la cala e hincar la rodilla en el suelo. Ambos, sus rodillas sangrientas, se levantaron como un resorte, reemprendieron la marcha, trazaron la curva de Beloki más abajo recordando quizás de la que se habían librado y volvieron al grupo con el resto de los rivales. Al llegar, Contador echaba fuego por la mirada, se la dirigió a Quintana y le enseñó el pulgar derecho hacia arriba, una ironía con la que reprobaba no se sabe bien qué y que explicó luego sin que la cosa adquiriese por ello mucho sentido.

las protestas de contador "Cada uno elige su forma de correr. Quintana ha visto que me he caído y se ha tirado para abajo", protestó el madrileño mientras el colombiano no entendía demasiado bien lo que pasaba, no supo interpretar el pulgar irónico de Contador y, sin embargo, le pidió perdón por lo que pudiera haberle fastidiado mientras explicaba que él solo mantuvo el ritmo al que iban y que pensaba en que no enlazara Kwiatkowski, su rival en la lucha por el maillot blanco. A la reacción de Contador no hay más que una pregunta: si alguien se hubiese caído a su espalda en ese descenso que aceleró él mismo, ¿habría parado?

Ajeno a esa disputa -Contador dejó entrever que a partir de ese momento su relación con el Movistar se enturbiaba y que aún quedaba mucha carrera-, a Froome le preguntaron por el descenso del col de Sarenne, la prolongación de Alpe d'Huez, que se afronta mañana. "Es peligroso", reconoció; "tiene muchas curvas y si te vas en una de ellas caes al vació. La gente lo sabe y espero que no se tomen tantos riesgos como los de hoy". Se refería al de La Rochette, donde se acordó de Beloki.

Rui Costa (Movistar) 3h52:45

Christophe Riblon (AG2R) a 42'

Arnold Jeannesson (FDJ) m.t.

Jerome Coppel (Cofidis) m.t.

Andreas Klöden (RadioShack) m.t.

7º Mikel Astarloza (Euskaltel-Euskadi)a 1:01

GENERAL

Chris Froome (Sky) 65h15:36

Bauke Mollema (Belkin) a 4:14

Alberto Contador (Saxo-Tinkoff) a 4:25

Roman Kreuziger (Saxo-Tinkoff)a 4:28

Roman Kreuziger (Saxo-Tinkoff) a 4:28

18º Mikel Nieve (Euskaltel-Euskadi) a 19:51

Contrarreloj individual: Antes de afrontar la traca final en los Alpes, los corredores afrontan una crono de 32 kilómetros.