El de descanso es el día más largo del Tour. Pasa lento. "Pero se disfruta", dice Andrey Amador, el costarricense del Movistar. Sobre todo el masaje después de un suave entrenamiento bajo el sol, una comida ligera y una siesta profunda, de pijama y orinal. Así, como todos, la rutina, pasan la jornada los corredores de Euskaltel pensando en lo que viene, la semana de los Alpes en la que les queda luchar por una victoria de etapa como la que persiguió Nieve en el Ventoux. "Sabía que llegaba bien al Tour, pero siempre necesitas competir para saber cuál es tu nivel con respecto a los demás. Ahora sé que tengo buenas piernas", dice el navarro, inamovible en el reto de ganar una etapa alpina pese a que es consciente de que en un mano a mano con Froome o Quintana será complicado. "Por eso, debemos jugar nuestras cartas. En el Ventoux lo intenté atacando de lejos. No podemos esperar al último momento, debemos movernos y buscar nuestras opciones", apunta Nieve, que, perdido en la general después de los diez minutos que le cayeron el día de los abanicos, habla también del maillot de la montaña, "un premio muy importante, aunque sé que va a ser muy difícil".
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