Hay días en los que no hay lugar para la especulación. O al menos, días en los que uno desecha cualquier ápice para la especulación, dado su compromiso y ambición ejerciendo en el gremio del motociclismo. Para quienes se da esta circunstancia, esos son quienes albergan y proyectan espíritu de campeón, quienes buscan ganar ganando, aunque luego lo materialicen o no. Sea lo que fuere, sin embargo, ese ingrediente inmaterial, ese espíritu, esa plasmación de una voluntad infinita aunque no llegue a buen cauce, que seguramente sea necesario para cualquier piloto que se cuelga la etiqueta de campeón, de campeón mundial, por supuesto, aflora y queda patente. Marc Márquez no especuló en el Gran Premio de Alemania, ante las ausencias de Dani Pedrosa, líder de MotoGP hasta ayer y que previsiblemente estará el próximo fin de semana en Laguna Seca, y de Jorge Lorenzo, quien no se incorporará hasta la prueba de Indianápolis (18 de agosto) -a juicio de Rossi, Giorgio estará el próximo domingo sobre el asfalto-. No aguardó a ver el guión de sus semejantes. Ante sí había un chance y SuperMárquez se prestó a darla un bocado, un gran bocado.

Ni tan siquiera intimidó al Príncipe heredero la figura de quien bien pudiera ser su progenitor, el Rey Rossi, que actuó anteponiendo el principio de jerarquía. Il dottore llegó mandando a la entrada de la primera curva, disparado desde la tercera pintura de la parrilla de salida; el poleman Márquez, entre tanto, caía hasta el cuarto peldaño. La sorpresa, ya desde la jornada sabatina, era Aleix Espargaró, que solamente se sostuvo dos giros en el Top 5. Suficiente para tratarse de los mejores instantes de una moto CRT en pista.

Rossi fue un suspiro. Fue las burbujas perecederas de un refresco que pasa la noche descubierto a la intemperie. Se disparó al frente, pero efímero, pues Bradl rodaba espoleado en casa y reclamaba su cuota de protagonismo. Así, relegó a Rossi en esos compases inaugurales, y éste sería posteriormente víctima de un Márquez que no estaba para juegos y venía en progresión. El italiano se desinflaba, ciertamente decepcionando a la parroquia por ser la ocasión que era, y Márquez se inflaba como un globo aeroestático apuntando a las alturas. No en vano, el catalán, con 24 vueltas ante su cúpula y 6 ya en el retrovisor, sobre un total de 30 previstas, asestó el golpe de efecto. Asumió el liderato y éste sí, dijo adiós con la autoridad de quien no especula y vive rudo y obcecado con la gloria, la novia perfecta para un espíritu de campeón, ese tipo que una vez retirado jamás podrá reprocharse lo que pudo haber sido y no fue. Así ejerció Márquez, impasible. Una inflexibilidad que cerró el conato por la victoria. Tras el corte por machetazo quedaba detrás pendiente el debate por completar el podio, contexto que quedó enmarcado para dos: Rossi y Crutchlow.

Pero Il dottore vive tiempos en los que el esfuerzo por una conquista es tan inmenso que le desborda, lo que nunca otrora ocurría. Y Crutchlow, el invisible, con una Yamaha satélite sonrojó a un Rossi montado en la montura oficial de los diapasones. Muy a pesar, el transalpino se proyectaba satisfecho por el "un nuevo podio, aunque no al 100%, pues esperaba mucho más de esta carrera". Lógico con su estatus y palmarés.

"Siempre es positivo liderar una carrera, mantener la distancia, pero se me ha hecho la carrera un poco larga; me resulta más corta cuando tengo que ir siguiendo a otro rival, ya que cuando hay movimiento por delante siempre es más divertido, pero ahí están los 25 puntos y al final valen igual", pronunció Márquez, como esperando mayor competencia, como agridulce por vencer con contundencia. Espíritu de quienes aspiran a grandes retos. En el curso de su debut suma dos victorias y actualmente ocupa el liderato de MotoGP. Quizás tenga razón y puestos a exigir reclamaría el detalle de una mayor competencia para un novato, una rivalidad que todavía diera, si cabe, más trascendencia a sus hazañas, medidas precisamente por el valor de la competencia. Pero él posee esa inmaterialidad de quienes solo comprenden las carreras como medio para un fin que es la victoria.

clasificaciones

MotoGP: G.P. de Alemania

1. Marc Márquez (Honda) 41:14,653 a 160.2 km/h.

2. Cal Crutchlow (Yamaha) a 1,559

3. Valentino Rossi (Yamaha) a 9,620

MotoGP: Clasificación general

1. Marc Márquez (Honda) 138 puntos

2. Dani Pedrosa (Honda) 136

3. Jorge Lorenzo (Yamaha) 127

Moto2: G.P. de Alemania

1. Jordi Torres (Suter) 41:19,636 a 154,5 km/h.

2. Simone Corsi (Speed Up) a 2,164

3. Pol Espargaró (Kalex) a 2,494

Moto2: Clasificación general

1. Scott Redding (Kalex) 143 puntos

2. Pol Espargaró (Kalex) 120

3. Esteve Rabat (Kalex) 88

Moto3: G.P. de Alemania

1. Alex Rins (KTM) 39:34,735 a 150,2 km/h.

2. Luis Salom (KTM) a 0,232

6. Efrén Vázquez (Mahindra) a 5,456

Moto3: Clasificación general

1. Luis Salom (KTM) 172 puntos

2. Maverick Viñales (KTM) 158

10. Efrén Vázquez (Mahindra) 41

Márquez celebra su segunda victoria del curso ante Crutchlow. Foto: efe

Efrén es sexto y se afinca en el 'Top 10'

El piloto bilbaino Efrén Vázquez firmó una interesante sexta posición en el Gran Premio de Alemania de Moto3, resultado que le permite pisar sobre su objetivo de esta primera parte de la temporada, donde la meta era instalarse entre los diez mejores pilotos de la categoría. Por de pronto, el de Rekalde ya es décimo, con 41 puntos en su casillero, pero a solamente 6 unidades del séptimo peldaño del Campeonato del Mundo. Es concretamente esta su nueva aspiración, escalar hasta dicho séptimo lugar. Efrentxu, que partía séptimo, salió de manera discreta y se vio obligado a remontar desde la undécima posición, llegando a aspirar incluso al cuarto lugar, si bien, finalmente debió conformarse con esa sexta plaza que le consolida entre los más destacados de la categoría. El triunfo fue para Álex Rins, cortando la racha de tres victorias seguidas de Salom, y con una destreza suprema, arrojada en la anteúltima curva para alzarse vencedor ante precisamente Salom y Viñales. En Moto2 los laureles fueron para un Jordi Torres que se estrena catando las mieles del éxito. El líder del Mundial, Redding, fue séptimo y su inmediato perseguidor, Pol Espargaró, tercero.