Noches más tenebrosas que las tinieblas y cada uno de los días más gris que el día anterior. Como el primer síntoma de un glaucoma frío empañando el mundo". El fragmento anterior pertenece al primer párrafo de La carretera, exponente máximo de la obra del escritor norteamericano Cormac McCarthy, que en un estremecedor relato, durísimo, inclemente, narra el penoso, inquietante y desasosegante viaje de un padre y su hijo a lo largo de una carretera infinita que cruza un paisaje postapocalíptico, donde apenas nada queda, salvo la desolación, la ruina y la desesperanza. Padre e hijo, que vivieron en el paraíso del pasado, que existió, luchan por sobrevivir en un mundo descuartizado, desnudo de vida, gris, con montañas cubiertas de rescoldos y cenizas y los ríos negros como la noche. Sus escasas pertenencias, que caben en un carrito de supermercado, les acompañan en su ruta hacia el sur, hacia la costa, hacia su playa y su mar, donde se supone que existe un trozo de esperanza, una miga de solidaridad que llevarse a la boca.

En esa carretera no novelada, tan descarnada, en medio de la canícula de Francia, pedalea el Euskaltel hacia un destino incierto, veinte años después de que lo imaginara Miguel Madariaga, tras Roberto Laiseka en Luz Ardiden o Iban Mayo en Alpe d'Huez, a un dedo del abismo, del réquiem, si antes de septiembre no da con un patrocinador que sostenga la estructura del equipo, que agoniza, y con él, el porvenir del ciclismo vasco, que tuvo en Euskaltel su principal asidero, el Cabo Cañaveral para poner en órbita a decenas de corredores vascos. "Si no llega a ser por este equipo, yo nunca hubiese sido profesional. Sin Euskaltel, (entonces Euskadi) el futuro para el ciclismo vasco es dramático", asume Roberto Laiseka, el pionero, el primero en conquistar la Luna del Tour: una cima pirenaica.

Antes que los brazos victoriosos de Laiseka estuvo el sueño loco de Miguel Madariaga, visionario de un equipo cosido con los hijos de una tierra, la vasca, señal de identidad que se ha despeñado este curso, "algo que no le ha hecho ningún bien al equipo", estima. La mirada se le humedece, acuosa, enrojecida, a Miguel desde que escuchó el tañido de campanas, el anuncio de Mikel Astorkiza, director corporativo de Basque Cycling Pro Team, que propagó que Euskaltel no podía seguir alimentado en solitario al equipo, que necesitaba otra nodriza para nutrir al equipo profesional, que absorbe 7 millones de euros de la empresa de telefonía sobre los nueve del total del presupuesto. "No quiero creerlo, sería una catástrofe que Euskaltel desapareciese", enfatiza el alma mater de aquella utopía romántica que se convirtió en una exuberante realidad. "Hemos estado en la cima del ciclismo y no se puede desaparecer así. No quiero creer que Euskaltel deje el ciclismo. Creo que se puede enfocar de otra manera. Si hay que bajar de categoría se baja y así se podría ajustar el presupuesto", dice con el ánimo consternado Miguel Madariaga.

También tiene el espíritu agrietado David Etxebarria, director del equipo aficionado Cafés Baqué-Conservas Campos, tras una noticia que deja "tocado de muerte" al ciclismo de Euskal Herria si "nadie lo remedia" antes de que llegue septiembre. Porque David, otro ex, que trabaja con la cantera, con las vetas, donde se mezclan la ilusión, el talento, el sacrificio y las ganas de triunfar para abrir la puerta al profesionalismo, sabe que si Euskaltel cae el futuro pierde un puente que une ambas orillas. "Si se confirma la desaparición, los chavales, que de por sí lo tienen complicado, se quedarían prácticamente sin posibilidades de saltar al profesionalismo", desgrana el exciclista ante un cuadro médico que se agudizaría aún más en caso de que el equipo naranja se destiñera y acabara su andadura con un fundido a negro. "Sería darle la puntilla al ciclismo vasco", enfatiza Roberto Laiseka. "El ciclismo de base se quedaría muerto", abunda Madariaga.

En medio de la tragedia que supondría talar el árbol de Euskaltel, José Luis Arrieta, presidente de la Federación Vasca de Ciclismo, se muestra apenado, pero no cree que suponga la defunción del ciclismo de Euskal Herria. "La noticia, de concretarse, es muy mala y me apena, pero siempre existirán proyectos donde los corredores vascos puedan recalar porque tenemos ciclistas de calidad". Se agarra Arrieta a un lema publicitario sobre los ciclistas vascos. "Son como la San Miguel, que donde va, triunfa".

una pequeña empresa Esas briznas de optimismo que se intercalan en el discurso del máximo dirigente del ciclismo de Euskal Herria, no oculta su tristeza sobre el agotamiento de un modelo. "Era algo que podría llegar. Mejor que no llegue, pero...". Piensa José Luis Arrieta inmediatamente en el paro, porque Euskaltel, con su presencia en el pelotón, sostiene medio centenar de familias entre ciclistas, directores, auxiliares, masajistas... "Eso es lo peor de todo, el paro", apunta José Luis Arrieta. Euskaltel es como una PYME y las cuentas, a solas, sin la vitamina de las instituciones, obligadas a los recortes y a priorizar el gasto, no le salen a pesar del ingente esfuerzo realizado. "Hay que valorar toda la inversión de dinero que ha hecho Euskaltel durante todos estos años", calcula David Etxebarria. "Estoy encantado con la inversión que ha hecho Euskaltel, su esfuerzo ha sido muy grande, pero es comprensible que no puedan seguir así. Ojalá que aparezca otro sponsor para mantener el equipo", desea José Luis Arrieta, sabedor de que la crisis ha vapuleado a muchos. "Han cerrado muchísimas empresas y la crisis no solo es para el ciclismo también hay que ver cómo se encuentran otros deportes".

Además de la inyección monetaria, compartida durante lustros con las instituciones, el proyecto naranja validó la presencia de un gran número de ciclistas vascos, que encontraron cobijo en parte por la línea argumental de un relato con enorme sentimiento de pertenencia, enclavado en el corpus de la sociedad vasca. Euskaltel siempre tuvo algo de nido para los polluelos que iniciaban sus primeras clases de vuelo. La escuadra naranja era un faro que guiaba a muchos ciclistas a una estructura que les refugiaba. "No hay que llevarse a engaño, si el equipo no sigue el 60% de los corredores lo tendrán muy difícil para continuar adelante en el ciclismo profesional", desliza Madariaga, que opina que "los buitres" no tardarán en sobrevolar sobre el espinazo de Euskaltel en caso de que la operadora no consiga sumar otra fuente de dinero que alivie su aportación monetaria. "Las figuras encontrarán equipo, pero el resto lo tiene muy complicado", suma Roberto Laiseka. Tampoco duda José Luis Arrieta de que "algunos corredores tendrán hueco en otros equipos", pero difícilmente puedan ser reabsorbidos todos ellos por el pelotón profesional.

Si las opciones para los que no alcanzan el estatus de figuras son escasas -"y en caso de que encuentren equipo las condiciones serán malas porque los equipos se aprovecharán de la situación a la hora de contratar", matiza Laiseka-, aún son peores las perspectivas para los aficionados que pretenden una cuerda con la que escalar hacia la cordillera del profesionalismo. "El panorama que puede quedar después de esto es lamentable. Muy triste. Se impone reinventar la realidad". Dice David Etxebarria, centrado en el modelaje de nuevos ciclistas, que el "paisaje que queda es como el de después de la batalla, donde prácticamente no queda nada en pie". La base quedaría muy tocada, laminada al extremo porque la principal vía de agarre al profesionalismo cerraría un ciclo que parecía ilimitado. "En caso de que no esté Euskaltel, habrá que apoyar otros proyectos interesantes, que los hay y que no resultan tan costosos", determina el presidente de la Feferación Vasca de Ciclismo.

"Hay ciclistas y equipos que trabajan bien, como Seguros Bilbao, Cafés Baqué en Bizkaia, Eki en Gipuzkoa o Lizarte en Nafarroa, pero la cuestión es saber si habrá una salida para ellos", se cuestiona Roberto Laiseka, quien fuera banderín de enganche de Euskaltel en el pretérito, cuando el equipo lucía traje de boda en lugar de vestir de luto y el oleaje de la marea naranja se posaba en las laderas de los Pirineos, las montañas sagradas del aleteo de la mariposa de Euskaltel. "La afición al ciclismo seguirá estando ahí porque a la gente de aquí siempre le ha gustado este deporte, le ha tirado el ciclismo", dibuja David Etxebarria. Esa unión primitiva: la del aliento de la cuneta vasca y el ciclismo viene de lejos, de tiempos inmemorables, pero no es menos cierto que Euskaltel y Euskadi se soldaban más allá de la serigrafía del maillot y del aporte institucional a las finanzas del equipo. De hecho, la pertenencia a un modo único y diferente de entender el ciclismo, un pegamento único, imbatible, se ha cascarillado durante esta campaña, cuando la filosofía del equipo, su acta fundacional, perdió vigencia, la viga maestra, la clave de bóveda que alumbraba un proyecto icónico, un símbolo.

romper con la filosofía "Perder las señas de identidad no ha hecho ningún bien al equipo", sugiere Miguel Madariaga, que prefiere no entrar al detalle y salir del foco "para no crear polémica". Sucedió que la búsqueda de puntos, de ciclistas que pesaran en la balanza del puntómetro para validar el acceso al World Tour se impuso a la idea original, la de competir con los ciclistas de casa. La nueva apuesta, que se mostraba a modo de garantía para el largo plazo, tampoco parece haber contribuido a un mejor posicionamiento de Euskaltel en el universo ciclista, tan volátil en los últimos años. "Los fichajes de fuera apenas han tenido presencia en el equipo", razona José Luis Arrieta, consciente de que la mutación del equipo en su alma "ha producido un ambiente raro" y ha servido para deshilachar de alguna manera la costura entre parte de la afición y el equipo. Al federativo le sobrevuelan un par de preguntas. "¿Dónde están aquellos socios de la Fundación?; ¿se identifican ahora con el cambio que ha habido?".

El volantazo al diseño original también está presente en el pensamiento de Laiseka. "Desde mi punto de vista, si la situación económica no era buena, era mejor haber salido con un equipo continental profesional y esperar a las invitaciones. La Vuelta la corres seguro. Y si no, se compra la plaza, como hacen otros y no pasa nada. Para eso no se necesitaría un presupuesto tan alto. Se podría haber corrido el Tour como hacen otros equipos. ¿Acaso Cofidis es mejor que Euskaltel? Existen varias formas de participar". A Laiseka, la mente se le va a los países exóticos, el paraje por el que rueda el ciclismo moderno y se lo llevan los demonios. "No sé que aporta correr en esos sitios al equipo, sinceramente, más que gastos para el equipo".

Sigue esa rueda crítica David Etxebarria cuando observa el cambio de rumbo de la nave naranja, que dejó atrás su diferencia para camuflarse en la norma del pelotón. "Viendo lo que está pasando, para este viaje no se necesitaban estas alforjas, desde luego". El director del Cafés Baqué-Conservas Campos recuerda que "cuando se optó por el cambio de filosofía, se asoció la idea de que fichar a extranjeros era necesario para que el equipo, instalado en el World Tour, tuviera un plan a largo plazo. Evidentemente, no ha sido así".

Ese viraje, a contranatura, que muchos no entendieron, también ha enrarecido el pedaleo de Euskaltel, la escuadra decana del pelotón, que en su nueva política, basada en los puntos, prescindió de un corredor como Amets Txurruka, un buen ciclista y que personificaba el espíritu original de la formación. "Estoy seguro de que eso también ha hecho daño en el seno del equipo a nivel anímico", desliza Laiseka, muy crítico con el mandato de Igor González de Galdeano en el trono de la formación. "Probablemente Igor sea la persona con menos amigos en el ciclismo vasco. Evidentemente que una persona así esté en el mando no ayuda, más si cabe en un equipo que tiene que unir. Es justo lo contrario, un lastre". Lo dice Laiseka "porque sé que ha estado buscando dinero debajo de las piedras, y desde luego no parece la persona idónea". Si bien es la cuestión económica la que ha hecho desistir a Euskaltel en la continuidad del equipo, Madariaga sugiere que "algo gordo ha pasado para que Euskaltel esté dispuesta a abandonar algo que ha cuidado con tanto mimo durante tantos años". Al fondo, espera la carretera.

La carretera

La posible desaparición de Euskaltel si no da con un sponsor para sostener la estructura, sitúa al ciclismo vasco, sin su asidero, a un palmo del abismo

Los rectores del equipo naranja, santo y seña del ciclismo vasco, buscan otro patrocinador en el mercado internacional

La crisis económica es el problema porque la empresa, ya sin ayuda institucional, no puede mantener la escuadra

"Que no siga el equipo es un drama, si no llega a ser por Euskaltel, no habría sido profesional"

roberto laiseka

Exciclista de Euskaltel-Euskadi

"Lo peor de la posible desaparición del equipo es que muchas personas se quedarán sin trabajo"

José Luis arrieta

Presidente Federación Vasca de Ciclismo

"Si los chavales ya lo tienen muy difícil, sin Euskaltel lo tendrán casi imposible para pasar"

David Etxebarria

Director del Cafés Baqué-Conservas Campos

"Sería una catástrofe para todo el futuro del ciclismo vasco que Euskaltel desapareciese"

Miguel Madariaga

Exmanager de Euskaltel-Euskadi