Suele decirse que nadie es profeta en su tierra, y Natxo González puede dar fe de que esta máxima también se cumple en el fútbol. El técnico vitoriano tuvo que triunfar lejos de la capital alavesa antes de que la directiva albiazul le confiara los mandos de la nave del Alavés. La apuesta, nueve meses después, se ha revelado acertada, aunque aún falta el último y más importante paso hacia el inexorable objetivo del ascenso. Los que han sido sus rivales, técnicos de otros equipos del Grupo II, destacan la solidez y regularidad de un plantel que Natxo ha esculpido a su imagen y semejanza.
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